viernes, 18 de enero de 2013

Y LE DIGO HERMANO. Por Flóbert Zapata Arias

 
A Johan Henao Higuita, Óskar Trujillo, Daniel Ballesteros Sánchez  y Mauricio Garay Quiñones  
 
He dicho miles de veces la palabra amigo. He leído miles de veces la palabra amigo. He escuchado miles de veces la palabra amigo. La cantan muchos, la exaltan todos, la enaltecen algunos. La han vendido, la han suplantado, la han envilecido, la han encerrado, le han mentido, le han robado, le han armado conspiraciones, le dan besos con calumnias.
A la palabra amigo la han utilizado lo mismo como arma que como herramienta.
He vivido con la palabra amigo, he sido echado por la palabra amigo.
Hui de un bando de amigos en el que era genízaro de nacimiento y busqué mi antiguo bando, el que tenía antes de recibir educación, el de la libertad, de vigilante me convertí en grafitero, de hijo sumiso me convertí en hijo autónomo. 
Soy al fin amigo de mis hermanos, aunque para ello tuvieran que mediar dos muertes repentinas, próximas y letales. Nos separaba que no sabíamos amarnos e ignorábamos la causa, sólo la brutalidad nos despertó de la ensoñación de la larga mentira.
Ágata me enseñó al sobarme con su costado la pantorrilla, al sobar igual la bolsa de snacks que puse en el suelo mientras la peinaba, que se  entrega el corazón a lo que nos ama y nos protege, ya humano, animal, vegetal o mineral. Que  se ama aquello que nos da lo que necesitamos. Que el universo nos lo da todo. Aprendemos que el verdadero hermano es el mejor amigo y que el mejor amigo es el que te da la oportunidad de entrar en la libertad porque él también busca entrar en ella.
Si un hermano quiere entrar en la libertad y el otro no, deberán conformarse con los recuerdos, imperfectos y bellos, de cuando no desobedecían la prohibición macabra de ser amigos. Pero cuando conviven sin herirse los amagues conservaduristas y las utopías siempre ganan las utopías, tenaces mecanismos de defensa frente a la autodestrucción.
El primer amigo debe ser el hermano y los amigos deben convertirse en hermanos.
He vuelto a querer las palabras amigo y hermano. Han adquirido sentido en mí las palabras amigo y hermano. Han vuelto a comportarse dionisíacas las palabras amigo y hermano. Han vuelto a conversar las palabras amigo y hermano. Han reaprendido a escuchar las palabras amigo y hermano. Descolonizamos las palabras amigo y hermano.
Por eso amigos les digo a mis hermanos y hermanos les digo a mis amigos.
Por eso amigo le digo a Gonzalo Arango y le digo hermano.
 
 
La Carolita, viernes 11/ene/2013
© Flóbert Zapata, enero de 2013