martes, 27 de noviembre de 2007

HISTORIAS TRISTES DE MARRANOS (Pequeñas crónicas)

(Ilustración: Juan Carlos Flórez Arcila)
Entre la risa, la ira y la compasión estas experiencias, algunas con demasiado dolor, otras con franco sadismo. Mateo (Alumnito de tercero de la primaria del Colegio Bosques del Norte) me cuenta una historia que no quería oír y que me sorprende. Se la repito a Alonso, su profesor del año pasado, sin recordar que fue carnicero y me suelta otra. Así quedó mi bifronte, pequeña crónica. Hasta que se las relato a los alumnos. Y cinco de ellos sacaron sus cajitas de música y pusieron a sonar los restantes sucesos macabros que la cultura les hizo ver como normales. Post Data: Leído este material por Fernando Montoya, profesor trasladado a Bosques en febrero del 2008, su evocación fue el apílogo que por no saber que necesitaba nunca hubiera encontrado.

El desmayado
(Mateo Castrillón. De contextura gruesa, por lo cual en la cuadra le dicen, sin que le moleste, Ñoño).
Cuando yo vivía en Comuneros, el 24 de diciembre hace dos años, un vecino tenía marrano listo para matar. Cogió un destornillador y se lo clavó en el corazón y el marrano quedó tieso. Entonces lo subió en el helecho que había en el patio para chamuscarlo y, apenas le echó candela, el marrano por el calor se despertó, se volteó y salió corriendo. Casi que no lo cogen. Cada que veo a ese señor me acuerdo y me muero de la risa.

Cocacolos y revólver
(Roberto Alonso Hincapié, excarnicero y ahora sólo docente).
Eso fue en Chipre, hace como tres años, en un patio que se veía por el interior de la casa de mi mamá; ella vivía por los lados de la iglesia. Yo estaba ahí parado pensando la vida, solo.
Hay gente tan muertadehambre que no son capaces de contratar a alguien que sepa matar un marrano. Y hay cocacolos que se copetonean y creen que eso es muy fácil. Habían tres bebiendo y uno de ellos dijo “Yo lo mato”. Y agarró un cuchillo, imagínese, sabiendo que se acostumbra hacerlo con una lezna o con un destornillador para que el animalito no sufra.
Desataron al animal, lo tumbaron, le abrieron las manos y el tipo le clavó el cuchillo y nada que le encontraba el corazón. Del sufrimiento el marrano chillaba desesperado y se les soltó y comenzó a correr por el patio votando sangre y con el cuchillo hundido.
Lo volvieron a coger, le sacó el cuchillo y se lo volvió a clavar cerquita, hurgándole el pecho como loco. Liso por el sudor y la hemoglobina, el marrano por segunda vez se zafó y corrió con el cuchillo colgando en medio de las chorreras de sangre.
En las carreras el animal resbaló y uno de ellos sacó un revolver y la pegó un tiro en la cabeza.

Muerto de miedo
(Sebastián Machado. Lo llaman Manchado y no porque yo diera la información de que así se mofaban del gran cantor español por llevar los trajes sucios. Después de que le hablé de su importancia sonrió y no volvió a quejarse de su apellido, que consideraba feo).
Un amigo estaba matando un marrano y el marrano hacía fuerza y fuerza y fuerza y de la fuerza que hacía se orinó y se cagó.

Guillotina de mano
(Carlos Andrés Páez. El petiso paramuno de ojos verdes)
Mi papá estaba matando un marrano con el cuchillo y no quería morir y sacó un machete, le dio en la cabeza y se la mochó. Cayó al suelo y el cuerpo parado.

Sadismo desmedido
(Daniel Felipe García. El pensador)
Una vez estaba yo en la carretera vía al Guamo viendo al matarife cómo mataba un cerdo. El muchacho le clavó la chupa (por producir una herida que impide la salida de sangre llaman así al destornillador) en el pecho y el cerdo no murió. De la rabia le cortó una pata de un tajo con un machete. Después le hundió el machete en el estómago hasta que le salió al otro lado. Como seguía vivo, le colocó un soplete (lanzallamas a gas) en la cara y en el cuerpo y ahí si murió.

Alguien compasivo
(Bryan Andrés Salazar. El afectuoso contador)
La navidad pasada mi abuelo iba a matar un marrano. Le metió el chuzo en dos veces pero no quiso morir. Entonces lo cosió y lo dejó vivo porque o si no se le dañaba la suerte.
Un muchacho le sugirió que le metiera soplete y él le dijo: “¿Sí? Venga le meto el soplete por ese culo pirobo a ver si no le duele”.

Con motosierra
(Yimmi Ortiz. El que conoce muchos caminos)
Cuando estaba en Yopal-Casanare iba a llevar pedidos con mi hermano. El trabaja en Postobón. Resulta que una vez fui a llevar un pedido a un pueblo llamado Aguazul y un señor iba a matar un marrano. Con una motosierra le mochó la cabeza y le abrió la barriga.

Envenenado
(Román Federico Hernández. Los ojos que hablan)
Una vez mi abuelita me contó que cuando yo era pequeñito y vivíamos en Ibagué, en una cañada un amigo de ella se encontró un marrano muerto. Lo levantaron, lo cargaron y lo llevaron a un CAI. Los policías le dijeron que se lo llevara para la casa. El mismo día lo arreglaron y se lo comieron. Todos los que comieron carne del marrano se murieron. Estaba envenenado.
(Manizales, noviembre del 2007)
Entrenamiento
(Fernando Montoya López. El incomparable lector)
Por los lados de Villamaría un mecánico mató un marrano en una parranda y satisfecho dijo en broma:
—Hoy mato un marrano, mañana mato un humano.
Trabajo del inconsciente, simple coincidencia, al otro día, borracho, mató a un tipo de una puñalada en el corazón.
(Manizales, marzo del 2008)

miércoles, 21 de noviembre de 2007

SALUDOS DE ADRIÁN PINO VARÓN

Enviado: viernes, 2 de noviembre, 2007 18:48:32

Flobert:

Reciba un cordial saludo. Espero que se encuentre bien, se lo digo de corazón. Le quiero agradecer tres cosas: la inclusión en el blog de escritores caldenses; su gran empeño en divulgar la literatura nuestra, pese a las corrientes de agua que a veces se tornan contrarias; y tres, porque me motivó a crear mi propio blog. Cada vez son mayores mis motivos para decirle que mi gratitud hacia usted es transparente y fuerte, inamovible. Recuerdo que hace muchos años, en Chinchiná, usted me dijo que yo tenía talento cuando le enseñé dos o tres textos (sonetos), y su motivación me llevó a la Casa de Poesía Fernando Mejía. Por usted conozco la literatura. Y eso es algo que no olvido. Gracias maestro.

Adrián Pino Varón

•• •

Enviado: miércoles, 21 de noviembre, 2007 7:25:22

Flóbert:

Nuevamente gracias por su amabilidad. Cuando un hombre se libera de las soberbias que lo van curtiendo en el transcurso de la vida, encuentra una paz interior difícil de definir, una libertad con el mundo circundante que hace que se mueva como pez en el agua. Y de usted nunca he conocido la soberbia que tiene enlagunados a más de un escritor que anda suelto por ahí, como si su palabra fuera la última o tuviera el derecho de ser la guillotina que rebana cabezas. Un abrazo siempre en la amistad.

Adrián Pino Varón

lunes, 12 de noviembre de 2007

¿POR QUÉ NO SE CALLA?

(Sea Rey con esta corona. Precio:US$2.10
En la XVII Cumbre Iberoamericana un “rey” de corbata y traje, como cualquier modesto empleado bogotano colgado en buseta de lunes. Nada que ver con los del naipe y los cuentos de hadas: barba y cabellos abundantes, canos y hasta el cuello, cetro, corona, túnicas largas de colores fuertes, trono, en estos tiempos inexcusable por la facilidad de transportar lo delicado o grande (en los dos sentidos). Incapaz de convencer a nadie del fin de la historia, de que la esperanza está en el pasado y de que las pesadillas políticas contemporáneas son peores que la superstición de los anillos. Desde España socialista los muertos saliendo de las vitrinas del museo donde antes guardaban los recuerdos.

La corona. ¡Un rey! ¡Una reina! ¡Una familia real! No sólo anacrónico el asunto. Riesgoso. Las monarquías fueron necesarias para desnudar la maldad del hombre. Desde la invención de la imprenta dejaron de ser asunto importante. Con el Internet se ven francamente ridículas. Para colmo socavadoras del arte: "Majestad" es el término más antiliterario que pueda existir, aun cuando se devuelve. Y los tales se ayudan y se lo creen. Señalan con el dedo acusador a presidentes mestizos. Pasó el tiempo de los virreyes, ¿por qué no regresa a su vitrina, hijastro de Franco y padrastro de su recuerdo? Mire como enredó a Zapatero y lo puso a pisar caca de gato: confundido e irreconocible. Y a García Márquez, en su reciente homenaje, al invitarlo más que como figura típica.
11/11/07

miércoles, 7 de noviembre de 2007

MÁNDELO AL CONCURSO —O sobre la pobreza editorial en Manizales y Caldas—

Héctor Juan Jaramillo
Si se deja la posibilidad de que algo sea mal utilizado, será mal utilizado. ¿Tiene un libro que quiere ver impreso? “Mándelo al concurso”. Y el concurso es único y penosamente bianual pero “Mándelo al concurso”. Cuando se trate de un grupo, en una reunión pueden ser despachados con la hipócrita invitación ahorradora de tiempo y saliva: “Mándenlos al concurso”. Cualquier secretaria o portero podrá tener a flor de labio la frasecita para deshacerse de los impertinentes que quieren meterse hasta la sala: “Mándelo al concurso”.
La edición 2007 de este concurso que publica una obra por modalidad, convocado por la Gobernación, no incluyó novela ni teatro pero “Mándelo al concurso”. En esta ocasión le dio el espaldarazo a dos autores que habían mostrado suficiente pasión para merecerlo: Carlos Augusto Jaramillo y Conrado Alzate. Este buen ruido inapreciable es el que, en efecto (y en efectivo), proporcionan los concursos. ¿Quién puede negar además que después de esta música en metálico, piropos y letras de molde la probabilidad de una producción de mayor envergadura aumente?
Duván Marín, hombre humilde, de vida económica difícil, llevó a la Secretaría Departamental de Cultura un libro, en el que muestra verdaderos progresos, a ver si le ayudaban a sacarlo a la luz ¿y qué respuesta recibió?: “Mándelo al concurso”. ¿O fue en el Instituto de Cultura y Turismo donde vivió esta frustración? Da lo mismo, la reacción es igual, incluso en el tono.
Por más y más lugares del Estado, en más y más bocas burocráticas se escucha como exorcismo hecho máxima: "Mándelo al concurso".
Al periodismo literario (crónicas, reportajes, entrevistas, artículos, reseñas, etc), no considerado, se le aplica la receta por parejo: “Mándelo al concurso”. Por supuesto al testimonio (memorias, diario, biografía, autobiografía, etc): “Mándelo al concurso”. Y al antigénero, aquello que no cabe en las clasificaciones tradicionales: “Mándelo al concurso”.
Héctor Juan Jaramillo también escuchó la sugerencia: “Mándelo al concurso”. Sólo que participaba poco del mundo exterior por estar leyendo y escribiendo bien. ¿Ahora quién va a publicar su obra? Nadie. Porque si vivo no era afecto a la competencia muerto menos. Reúne lo inédito de Héctor Juan todas las condiciones de calidad para que lo saquen del sótano y bloquear de paso la tradición de publicar a la gente cuando ya no puede decir nada sobre esta y otras agrias tradiciones paradójicas.
Por las calles de Manizales y por los restantes municipios nos encontramos a menudo con jóvenes de todas las edades que portan su inédito de poesía en el bolso. No uno, no dos, decenas, que necesitan del reconocimiento o del estímulo potenciador de destinos y a los que somos incapaces de inocularles una dosis de “Mándelo al concurso”
¿Qué ha sido lo mal utilizado aquí? El concurso, para desentenderse de las necesidades individuales de unos ciudadanos, gremiales de unos profesionales y espirituales de una comarca. Es decir para no ofrecer una política editorial, que es indiscutible, innegable, urgente e inaplazable y que a pesar de todo niegan sin discutirla y aplazan para trivializarla.
Semejante estupidez a la que hemos llegado: que para que una obra sea publicada tenga que ganar un concurso.
Francamente vergonzoso es ostentar una conducta de vacío frente a los cultores de la palabra, tanta que no pueden esperar nada peor ni más coherente.
Mientras tanto la alcaldía de Manizales se queda calladita. Presupuesto astronómico y paisaje editorial yermo. Sin embargo esta negatividad no sólo aumenta sino que es mostrada como un destacado logro. Ni siquiera un concurso, quinquenal. Para que pueda continuar el dúo mayor sin chupar teta ajena: “Mándelo al concurso”.
El municipio capital y el departamento modelo no tuvieron una política editorial en los ocho años pasados y es poco probable que la vayan a tener en los cuatro que vienen. Domina el estereotipo laureanista cuya clara expresión es esta respuesta de un político “Ilustrado” a unos gestores culturales regionales: “No ayudo para cultura porque la gente cuando se vuelve culta no vota”. No vota por livianos y desmesurados como él, por supuesto.
¿Para qué serviría el milagro casi imposible de que los escritores renuncien en esta materia a sus intereses personales, den tregua a sus neurosis individualistas y entren a decir en coro, al menos a eso, que el asunto pertenece a la constitucionalidad y los derechos y no a la esperanza como evasión y engaño o a la limosna? Al menos para que la fastidiosa, irrespetuosa y remanida proposición "Mándelo al concurso" sea jubilada y reemplazada por otro ardid. Los colombianos, que no soportamos no ser engañados, soportamos menos que el engaño no cambie de disfraz.
5/11/2007

sábado, 3 de noviembre de 2007

BITÁCORA DEL ALIENADO

(Óleo de Diego Gómez)

23
Sólo como te conocí te hubiera conocido. No hubieran sido posibles distintas circunstancias ni de tiempo ni de espacio. Sólo como me conociste me hubieras conocido. No germinaría nuestro mutuo presentimiento de otro modo. Así que no busques otras horas, otros lugares ideales para la equivocación. El problema, además, no es si eres feliz o no, ni si has errado. Si somos felices el equivocado es el mundo. Prefiero esta vida de pálida cerveza sin espuma a soñar con haberte conocido entre circunstancias, actores y voces diferentes, es decir a no haberte encontrado. Ser feliz en la caída es mejor que la felicidad de todos entre el vago dolor del desprendimiento.

24
Como en un cuento de hadas, el ebrio va dejando señales por el camino, botellas repudiadas. Y de pronto un reciclador siniestro recoge las botellas y las vende a bajo precio. Y el ebrio debe regresar entre flores nocturnas o desconocidas que lo cortan.

25
Una de las mayores inclemencias del siglo XX es meterle en el corazón a las personas comunes y corrientes el sueño de las divas y los divos de televisión y cine. A hombres y mujeres comunes y corrientes, es decir que no poseen fortuna suficiente para procurarse una buena copia, aunque se resignarían con una mala, de esos dioses, cuyo misterio va en calculada proporción directa con su alejamiento.

26
Adolece nuestra época del espíritu de tribu movida por el principio de que el dolor de uno es de todos y de que la fortuna de todos hace feliz a cada uno. Esa es su mayor posibilidad de destrucción. De hecho obra como lenta conflagración malthusiana diseminada en millones de puntos de la tierra. Quién sabe cuál sea el umbral de soportabilidad, dado que sociedades esquizofrénicas producen individuos esquizofrénicos y viceversa y se sabe que en mundos así perturbados la esperanza decrece. Los moralistas le han dado nombres como egoísmo, insensibilidad, insolidaridad. Es el origen de todas las campañas ecológicas y humanas para hacer vivible al mundo y mejor al género humano. No afirmo que sea posible destruir la pareja y volver al modus vivendi del clan. La humanidad es ahora desmesurada en número. Los espacios geográficos son reducidos, en consecuencia. Puede ser viable, al menos es la única salida que se vislumbra de momento, conjuntar el espíritu de pareja y el espíritu de tribu evolutivamente separados e irreconciliables para el dogma. Sería operar en la práctica los efectos de una macroutopía. Pongamos un caso en micro. En una isla-república fundacional y experimental, previos procedimientos y atenciones científicas de todo orden, antecedente programación genética, treinta mil mujeres paren por primera vez el mismo día y a la misma hora. Los niños al nacer no son marcados ni diferenciados y, muy al contrario, sí mezclados en un inmenso estadi pediátrico. A cada pareja de padres le es entregado un niño, no su consanguíneo, aunque pueda serlo en virtud del azar. Desde luego no habrá líos jurídicos ni de otra especie porque se trata de un experimento social convenido. En adelante cada pareja cuidará al niño que vive en su techo pero también a los otros veintineuve mil novecientos noventa y nueve, porque cualquiera de ellos puede ser su hijo carnal. Ante un niño tirado en la calle, enfermo, hambriento y con frío, nadie pasará indolente, lamentoso seudo caritativo, diciéndose justo como ahora: “Qué pesar”. He ahí, sencillamente, el espíritu de tribu, ni más ni menos que la conciencia de que todos somos responsables de todos. Sin que esto sea una campaña de caridad religiosa sino necesidad puramente ecológica en el sentido amplísimo de la palabra. No se trata de ser bueno sino de la audacia de no ser un verdugo a nombre de conceptos como “mi hijo”, “mi familia”. Consiste en hablar de “el hijo posible”, de “la familia posible”. De la instauración de la conciencia de que “ese” pudo ser mi hermano y “esa” pudo ser mi madre. Esa la despiadada debilidad central del capitalismo. Funciona en un proceso análogo que termina con sentencias macabras: Tú eres mi hijo porque tienes mucho dinero. Tú eres mi familia porque eres opulenta. Es una de las razones por las cuales la sociedad colombiana está herida de gravedad. Porque los que mueren no son en el humanismo y en el afecto nuestras “hijas posibles”, nuestros “nietos posibles”. Hasta que el bazuco convierte dos primos en “desechables” “tomamos conciencia” (lamentablemente transitoria) de la inconveniencia de la droga. Mientras no tengamos un hijo vinculado a o tocado por cualquiera de los grupos en guerra en Colombia (guerrilla, ejército, policía, paramilitares, atracadores, delincuencia común) no sentimos el problema como nuestro. No es imposible, sin embargo, volver a la conciencia de tribu. Está inscrita en la sangre. Basta con despertarla. Darle espacio para que crezca. Abonarla. Viene en los genes. Reprimida por bombardeos inclementes y vigorosa.

27
Deberíamos acabar los hombres con el dudoso privilegio de que la infidelidad femenina duela más y sea más traumática. Pero es difícil que la gente renuncie a que amar sea una forma de morir.

28
Vivir el mundo como broma y fingir que se le toma en serio, como el poeta en Pessoa: “Finge tan completamente/ que hasta finge que es verdad/ el dolor que en verdad siente”. El golpe de la enfermedad, primera fase, te dice que fuiste grave y te fingiste ligero. Los viajes con regreso a la muerte te dicen que es fatuo todo apego y toda ilusión de posteridad. El acercamiento de la vejez, es decir el sentimiento de desgaste, te hablan de los tontos afanes. Y de que El quijote, Beethoven, la Gioconda no son eternos. En cualquier momento un bólido en llamas hace explotar la tierra y todo se va en partículas. Habrá que esperar luego unos cinco mil millones de años para que se genere vida a partir de otro bolo de lodo gaseoso. Y la posibilidad de que la evolución gire en el mismo sentido de lo que somos es también de uno entre cinco mil millones. Quizá lo que el hombre es y los sueños que lo hicieron nunca se repitan. Fingir que creemos que somos eternos. Fingir que se le toma en serio sólo para sobrevivir. Para sobrevivir bien. Para evitar las impiedades de los humanos.

29
Más que una sana posesión, los celos son el deseo de ver muerto al ser amado para que nos libre del padecimiento de verlo ser bello también para los otros, sin los cuales tampoco su singularidad tendría sentido.

30
De niño miraba la luna sobre la montaña y soñaba con ir a la cumbre para tomarla por los cuernos. En el sesenta y nueve, cuando los astronautas llegaron a la luna no lo creí. Hablaban tonterías esos hombres que habiendo estado tan pegados del cielo no se hubieran trepado a él.

31
Yo también me burlé de la Urbanidad de Carreño. Y ahora, como todos, estoy al otro lado. Estiércol, sangre, podredumbre, destrucción. Un primo, víctima del basuco, se le arrojó a un bus y murió. Todos a mi alrededor temblorosos sin escalofrío. Envueltos en el miedo. Respirando aire con polvo de carbón. Bebiendo agua con amoníaco. Menos que perros: nadie confía en nadie.
Un poco más que cucarachas: todos se devoran entre sí. Atracos. Bichos que se meten en la piel. Violaciones. Sólo amputando los miembros se curan los males. No quiero la urbanidad de Carreño. Pero tampoco este paisaje de cordones umbilicales descompuestos que puebla las calles. Ni champú de orines de chucha. Ni chaquetas de piel de hermano. Jardín de flores monstruosas. Lecho de aguijones. Ojo de alimañas.

32
La maravilla de poder escribir como le dé la gana. Donde la palabra agradar sea reemplazada por la palabra flujo. Sin importar los géneros. O los premios. Si le gusta a tal o cual lector. A tal o cual crítico. Sin pretensiones de belleza. Sin interés de publicar. Escribir tan sólo. Porque uno quiere hacerlo. Porque es inevitable hacerlo. La maravilla de escribir para guardar. O para romper. Y que el tiempo encuentre uno de esos escritos. Y lo publique. O no lo publique. Sin conflicto. Y le importe un rabo las consecuencias de negar a la humanidad una obra valiosa o de librarla de una brizna de paja.
La maravilla de poder escribir sin que medie la voluntad. Porque así vomita. Porque así come. Porque quiere hacerlo. Sin tener nada que ver que lo llamen escritor o no. Sin que la fama tenga acciones en el asunto. Sin otra exigencia que ser feliz por lo que escribe. Aunque esa felicidad por momentos se llame miseria. Desentendido de los sueños de inmortalidad. Trozo de carne metido en una caja de metal. Trozo de carne que copula. Trozo de carne que camina sobre el asfalto. Trozo de carne, excepto las palabras.

33
Las sociedades deberían organizarse por tabúes sexuales. La ciudad: suma de núcleos con afinidades de interdicción. Grupos movidos por igual conciencia frente a las prohibiciones. Barrio tal de tabúes fuertes. Zona tal de tabúes débiles. Sector sin tabúes: nudismo, promiscuidad. Se evitaría así una gama grande de incomprensiones. Desde molestias pequeñas: el esposo iracundo porque alguien le tira las llaves a su esposa, fiel por principios. El crimen pasional, siempre producto de la disimilitud entre los sistemas de tabúes de dos personas. Porque así revueltos, la sangre salpica los vestidos. El dolor salpica la cotidianidad.

34
Sólo en sociedades de ideología unificada no hay crímenes pasionales.
Es decir, en sociedades de religiosidad muy fuerte. O en sociedades de libertad absoluta, con completa ausencia de dogmas. En las primeras los preceptos son el centro desde el que se rigen todas las otras esferas de la vida. El obrar en un mismo sentido garantiza cierto orden. Creer en lo sagrado, o en lo profano de manera religiosa, los salvaguarda de la violación del canon.
También las sociedades con ausencia absoluta de tabúes sexuales están libres de crímenes pasionales. Porque, como en su antípoda, se trata de una anti-ideología unificada que lleva un mismo camino: lo laico y la libertad de conciencia.
La coexistencia, en un mismo edificio de apartamentos, de distintas formas de pensar y obrar respecto al sexo, genera comportamientos esquizoides e ímpetus asesinos.
Vivir en colonias organizadas de acuerdo a los tabúes, será la próxima utopía de la modernidad. Basta un poco más de sangre sin altar de sacrificios, sin dioses. Basta un poco más de sangre de la que nazcan dogmas unificados.

35
Uno devora al otro cuando los dioses son dos: tabú y dinero. Y de pronto el devorado resucita desde los eruptos y el estiércol del vencedor y lo somete y lo devora a su vez. Y así cíclicamente. Ruptura del equilibrio a cambio del parapentismo. Pero caminar sobre lava es un mérito indiscutible. Sólo que quien lo hace no ha descubierto aun su poder.

36
Hay esperanza sólo si la ausencia de tabúes no configura un tabú. Lo cual parece imposible.

37
El amor es infeliz si existe la palabra “prostituta”. Porque indica confluencia de tabúes extremos. Lo contario es la democracia.

38
En sociedades donde no exista la yuxtaposición entre los conceptos “puta” y “casta” es posible amar. El resto son señuelos. Espejismos que te llevan a la trastienda y te empujan a un gigantesco barril de alcohol con boleros.

39
(Minuto a mil)
La tecnología nos condena a la mudez. La telefonía celular tiene su parte. Por el alto costo del minuto las personas deben resignarse a hablar poco, lo menos posible, en claves reductivas, en monosílabos. La parquedad, que como vocación es importante, como coacción resulta una cadena. Antes del celular ya la televisión nos había condenado al sigilo. Las imágenes lo decían todo. Y llegó a creerse con ingenuidad que una imagen vale más que mil palabras. Pero antes, mucho antes, habíamos perdido la voz. Justo cuando el capitalismo se hizo totalitario. Cuando el dinero se proclamó dictador. Cuando el tener fue todopoderoso para decirlo todo. Cuando la avaricia suplantó a las voces humanas y divinizó las suyas.
Sólo cuando es obra de arte la reticencia tiene la oportunidad de no ser castración.

40
No pensar en escribir bien. Liberar la conciencia del peso de esa noción de rendimiento. Quizá sea la manera más próxima a escribir bien.

41
El sol no conviene a los cadáveres. No te cases viejo con joven. “Para macho viejo, caña niñita”, es una broma de la mesnada o un proverbio de metano. De metepata.

42
El arte es la más encumbrada conversación del espíritu. Olvidamos conversar. Simulan que conversan por nosotros el cine, la música, la publicidad, la televisión, la radio. Nos vamos quedando mudos. La sociedad de consumo y el industrialismo dicen que el espíritu no vale nada. Que lo que cuenta es la materia, la producción en serie. Los poetas no creemos ese cuento. Nos oponemos al proceso de materialización del espíritu al que quieren someternos. Nos oponemos a la mudez.

43
En la última etapa de su vida William Burroughs no escribió más. ¿La razón? “No tenía más cosas qué decir”, aclaró antes de su muerte. Esta idea nos sirve para responder a la pregunta ¿qué es un mal escritor?, o, mejor dicho, a ¿qué es un no escritor que posa de escritor? Y ¿qué es? Alguien que no tiene nada qué decir y se empeña en decir. Pero iremos más allá. Esta respuesta es un sofisma de distracción. Porque no hay nadie que no tenga algo o mucho qué decir. La sola condición de humanos nos llena de explosión existencial. Qué decir si a ellos agregamos la trasmisión automática de la carga de vida de los códigos genéticos. De manera que la afirmación de Burroughs debemos entenderla menos a la ligera. Por ejemplo, como que su decir había estimulado con suficiencia el centro cortical de la saciedad y no quería repetirse. Un decir literario, se entiende. Que alcanzan muy pocos. Y para el que no basta el solo tema. O la mera intención. Y que no es la desguarnecida conversación cotidiana sobre el aire o sobre el papel.

44
Se trata tan sólo de contarles la primera vez que lo escuché. Es decir la primera vez que se deslizó por mi alma para llevarse mi nombre y colgarlo de un árbol. No recuerdo la canción, ‘Blue in green’ es una pista hacia ella. Tenía veinticinco años y recorría solo el pedazo de noche que la vida nos suele adelantar a todos y que al alba, finalmente, nos entrega un llanto de criatura irremediablemente en brazos de un mundo dudoso. De contarles que fue la segunda vez que le cerré los párpados a la belleza. Que hay reductos para los que no participamos en el certamen de maldad que insiste en ser la vida.

45
La juventud es ruidosa, festiva, adhiere a la extroversión. Nada malo hay en ello. Para la expresión de ese mundanal gozo cuenta con el natural espacio de las fiestas, los bares, los estadios, las avenidas. Pero la juventud también medita, aprende, investiga, transforma, crea. Y para ese trabajo profundamente intelectual, de destrucción positiva, constructivo, tiene los salones de clase, las bibliotecas. Por eso, como a los estadios convienen los urras y la algarabía, cierto nivel de desorden moderado, el grito y la chispa, a los salones de clase los reconfortan el silencio y el orden, la aceptación de una disciplina favorable a la convivencia y el alto rendimiento y una cierta y benigna disposición de ánimo.

Este es el más caro sueño del maestro hoy. Escupido, humillado, amenazado, ridiculizado, manoseado por Estado, padre, alumnos, directivos, compañeros canibales, en los momentos y escenarios menos esperados, este es el caro sueño del maestro hoy.





46
Tengo el corazón fracturado. Lo dejaré así. Si lo curo no podré escribir. ¿Qué cosas pueden producir la alegría permanente o el idiota?




47
El problema de la humanidad es su capacidad de camuflaje. Camaleones de ciudad, los corruptos reciben medallas, homenajes, bustos, nombres de escuelas o avenidas. Se masturban y luego afirman que la “Polución nocturna” (así la llaman los miserables) produce ceguera y tuberculosis, a mano certificados médicos y artículos científicos. Nuestro país es una extensa galería de esos especímenes. Ya lo dijo el presocrático Antístenes: “Las ciudades se pierden cuando no se pueden discernir los viles de los honestos”.

48
De una familia el hijo menor es el llamado a ser poeta. Receptor de las neurosis de sus hermanos y sus padres, no de otra manera puede librarse de su trágica herencia. Si hubiera crecido en un mundo de sabios, como aqui los entendemos (portadores de verdades reveladas) el otro camino hubiera sido el suicidio.

49
El tamaño del corazón es demasiado para el hombre. La mitad, quizá una tercera parte del corazón, le iría bien. O un pequeño corazón de picaflor. De manera que sólo pudiese albergar sueños moderados en vez de los pesados que lo asfixian y lo torturan y no le permiten volar.

50
Cuando llega un sueño nuevo el sueño viejo debe salir e irse a morir lejos. No caben dos sueños en el corazón del hombre. A veces el sueño viejo se niega a irse y el hombre debe matarlo con sus propias manos. Suele suceder también que el sueño, en su defensa instintiva, lleva al hombre a la muerte. Vivo o muerto, andará a partir de allí con la conciencia de dios asesino.

51
La noticia de la llegada de un nieto hace más inminente la muerte y menor la sensación de vacío.

52
Y cuando una mujer joven diga algo bello de tu cuerpo entiéndelo como un elogio a tu manera de envejecer, es decir de tornarte inocuo en términos sexuales, y no como un movimiento de la seducción o el arrojo.

53
Lo que odio en ti cuando estamos juntos se convierte en amor cuando estamos separados.

54
Árbol sin raíces que a los nueve meses expulsa al hijo y le corta el cordón umbilical. Hijo que abandona a la madre porque cree en su destino de árbol arrancado de la tierra. Que será abandonado por un hijo que no duda de que sus raíces están conectadas a las estrellas.

55
En el cine norteamericano siempre hay un cuchillo ensangrentado, un puño izado amenazante o un revólver apuntando. Todo se autorregula menos la estupidez. El cine independiente es la sangre desechada que lo salva.

56
Los medios de comunicación son la nueva Biblia. Con la apariencia de que puedes variarla.

57
Un día a las tres de la tarde la sombra de mi cuerpo fue una tumba, con la cruz quebrada.

58
El dios cristiano es un siquiatra que entiende muy bien a los demás pero no se comprende a sí mismo.

59
Todas estas cosas de mi cuarto. Los libros: los leídos, los por leer, los que ya no leeré. El computador, la silla, el equipo de sonido, los discos compactos, el cuadro de los girasoles de Van Gogh, un afiche del Che, una foto de mis cinco años con una mirada de ángel de la que me avergüenzo un poco. La cama de una neutralidad sosa. El nochero que no guarda objetos obscenos, mutilado. Todas esas cosas que me observan cuando abro y cierro la puerta. Todas esas cosas quizá crean que yo soy su Dios y esperen con paciencia a que les de vida.

60
Che, no brindo por ti. Brindo por tu madre, que murió de cáncer en el más inconmovible silencio. Por tu abuelo, cuyo lema era no robar, no mentir, no tener miedo. Por Córdoba, donde hubiera nacido Cristo si hubiese sido latinoamericano. Por tu padre, polo a tierra, raíz elegida. Por el médico que te trajo al mundo para que le dieras una palmada a las nalgas de la historia. Por el asma que te indultó tantas veces. No brindo por ti. Brindo por los seres y las cosas que te dieron vida.

61
Amar es decirle a la muerte: escojo una culebra en vez de una silla.

62

En mi vida ocurrieron milagros. Tantos que llegaron a destruirme.

jueves, 1 de noviembre de 2007

SALUDO DE JAIME EDUARDO JARAMILLO

jueves, 1 de noviembre, 2007
Apreciado Flobert:
Te expreso el agradecimiento de la familia, y mío propio, por la evocación que haces de Héctor Juan, en tu blog. Así mismo, por tu deseo de difundir poemas de su libro inédito. Sea esta la ocasión para expresarte mi reconocimiento, no sólo por tu estimación y la difusión de la obra poética de Héctor Juan, en vida suya; sino, de manera más amplia, por tu incansable actividad de creador y gestor cultural, últimamente con Musa levis. También por tu blog personal, el cual he leído con mucho interés, tanto tu extenso artículo donde alertas, con mil razones, sobre la degradación ambiental; por tu difusión de escenas cotidianas de los profesores en Caldas; así como por tu blog de escritores caldenses. Nadie es profeta en su tierra. Aunque sé que en Caldas hay muchos que aprecian tu obra, desde lejos esta labor tesonera de difusión de la poesía y de valores intelectuales de la región, es aún más valorada.
Con mi estimación y gratitud permanente,
Jaime Eduardo Jaramillo

martes, 9 de octubre de 2007

LA TIZA QUE RÍE

(LA TIZA QUE RÍE. Anécdotas de alumnos y maestros. 137 páginas. Editorial Manigraf. Manizales, Colombia. 2007. Autor: Flóbert Zapata. Ilustraciones de carátula e interiores: Diego Gómez)


LAS PRIMERAS PÁGINAS

1
A un supervisor de enseñanza primaria le caía muy mal una maestra, por lo que buscó a cualquier precio una justificación para trasladarla castigada a Guarinocito o a Arboleda. Durante una clase que le supervisó a la educadora, no pudo encontrarle fallas en el desempeño, pues ésta se lució y no dio muestras de tener Talón de Aquiles en su oficio. Como quiera que la clase supervisada era de religión y defraudado en su mala fe, el supervisor tuvo la ocurrencia de hacerle una pregunta lo más rebuscada posible: “Profesora, dígame, ¿cuáles fueron las tres veces que lloró nuestro señor Jesucristo?”
La profesora respondió iracunda:
—La primera vez que lloró nuestro señor Jesucristo fue en la muerte de Lázaro, la segunda mientras oraba en el Huerto de los Olivos y la tercera... ¡fue el día que nombraron a un desgraciado como usted de supervisor!

2
Hace algunos años un profesor del Instituto Universitario preguntó a un alumno, en una lección oral, acerca de lo que era una obra póstuma.
—Una obra póstuma —respondió el genio— es aquella que el autor escribe después de muerto.

3
Durante una reunión pedagógica el supervisor remachaba sobre la necesidad de modernizar la enseñanza en todas las dimensiones. En una intervención referente a la metodología un viejo profesor, cansado de escuchar tanto desplante a la pedagogía tradicional, golpeada e incólume, soltó el siguiente ultimátum:
—¡Por mucha cháchara que se hable aquí, definitivamente el mejor de los métodos es el T.T.L. y no me vengan con más cuentos!
—¿Y qué quiere decir T.T.L.? —preguntó un maestro joven y todavía oloroso a práctica docente, que aún no caía en la cuenta sobre el asunto al que se hacía referencia.
—¡Pues TIZA, TABLERO Y LENGUA, compañero! —le contestó el viejo profesor.

4
En la escuela María Auxiliadora de la vereda Armenia, en Neira, el educador Diego Gómez fue protagonista de un hecho por el que estuvo cerca de que lo acusaran en la Inspección Local de Educación. Después de enseñar a sus alumnos de primero la letra "ch", les colocó en calidad de refuerzo didáctico una plana de la frase "Chucho es un borracho" como tarea para la casa. Al día siguiente un alumno le entregó al profesor, por encargo de su madre, una boleta manuscrita de esas que saben mandar los acudientes, que decía: "Profesor, haga el favor de respetar a mi marido, que Chucho no es el único borracho que hay en la vereda".
5
En clase de álgebra, en el Instituto Neira, una alumna hacía un reclamo sobre la nota de la última evaluación al profesor Héctor Eduardo Arroyave.
—¡Profesor, no sea malo, no debería rebajarme tanto por un signo menos! ¡Por un palito, profe!
—¡Por un palito de esos mi tío no fue tía! — le respondió el profesor.

6
La Secretaría de Educación de Caldas envió a un profesor una notificación en la que le comunicaba un traslado, que resultó ser inconsulto y desventajoso. El aludido respondió a vuelta de correo: "No acepto traslado". A los pocos días le llegó la contrarrespuesta: "Infórmasele destitución del cargo". El sancionado, con la más fina ironía, respondió con un nuevo telegrama: "No acepto traslado, menos voy a aceptar destitución". Luego llamó al sindicato y concertó una cita para que lo asesoraran en su defensa.

7
Liceo Isabel la Católica. Manizales. 1989. Clase de inglés. La profesora Marta Lucía Uchima explica a sus alumnas el enlace entre las lenguas y ciertas actividades humanas.
—El idioma de los negocios es el inglés, el idioma de la literatura es el español, el idioma de la música es el italiano.
Luego añade:
—Quiero que alguien me diga ¿cuál es el idioma del amor?
Sin ni siquiera levantar la mano para pedir la palabra, una alumna responde con desbocada exaltación:
—¡Los besos, profesora!
Hay un viejo mito que considera al francés como el idioma del amor. También falso, también interesante.

8
A don Emilio Gártner Ospina, maestro riosuceño de la extirpe de Li Po, de Kheyyam, de Malcolm Lowry, de Poe, lo cita la Secretaría de Educación Departamental para que decida si "se queda con el trago o con el magisterio".
—Me quedo —responde— con el magisterio porque da trago, en cambio el trago no da magisterio.
9
Salamina. 1975. Escuela Mercedes Ábrego. Tema: La gallina. Clase: Ciencias Naturales. Una alumna le preguntó a la practicante de la Normal María Escolástica que dictaba la clase:
—Señorita, ¿por qué la gallina levanta la cabeza y mira al cielo después de tomar agua?
La practicante, en una suerte de arrebato teológico respondió:
—¡Para darle gracias a Dios niña, para darle gracias a Dios por el favor recibido!
La maestra consejera cayó en cuenta del despropósito de la practicante, suspendió la clase (la suspensión de una clase era castigo gravísimo para el alumno-maestro y podía ocasionarle la pérdida de la práctica y aun del curso) y entró a hacer las aclaraciones del caso.

10
En clase de aritmética de segundo primaria un profesor apeló a la imaginación para armar un problema de suma. Al azar señaló a un niño y le indicó que saliera al frente.
—Su papá —le dijo— compra tres atados de panela el lunes, el martes compra dos atados y el viernes compra un atado. ¿Cuántos atados compró por todos?
El niño, en lugar de responder, irrumpió en un llanto profuso e incontrolable. Después de varios intentos fracasados el profesor logró calmarlo y hablar con él.
—Cuéntame, ¿por qué llorabas? —le dijo con cariño.
El niño, seducido por la confianza, soltó la siguiente confesión:
—Es que mi papá hace dos meses que no lleva mercado a la casa porque está sin trabajo.

11
Una profesora que, se sospecha, andaba explicando "El modernismo", envió a una alumna rumbo a la biblioteca.
—Dígale a la bibliotecaria que si hace el favor de prestarme un libro de Rubén Darío.
La bibliotecaria devolvió a la niña con la siguiente respuesta:
—Dígale a la profesora que con mucho gusto le presto el libro pero que me mande los apellidos para poder buscarlo.

12
El siguiente es un aparatoso procedimiento de inducción tradicional observado en una escuela de Manizales.
Maestra: (Mostrando una naranja madura y jugosa sostenida en lo alto por su mano izquierda) A ver niños, ¿qué es esto?
Alumno 1: (Después de levantar la mano y de que se le ordenara hablar) ¡Una naranja, profesora!
Maestra: ¡No está ni tibio! (Silencio).
Alumno 2: ¡Una fruta!
Maestra: ¡Está mejor! (Expectativa).
Alumno 3: ¡Un vegetal!
Maestra: ¡Mejor todavía!
Alumno 4: ¡Un objeto!
Maestra: ¡Vamos acercándonos! (Sonríe).
(Más silencio. Curiosidad. Ningún alumno levanta la mano. La naranja sigue sobre la mano izquierda de la maestra).
Maestra: (Al ver que pasan los minutos y nadie se atreve. Con un gesto entre la sabiduría y la perplejidad) ¡Esto que tengo en mi mano izquierda es un SUSTANTIVO COMÚN!

13
Don Azarías G., rector por entonces del Instituto Neira Nocturno, entró una vez a la sede de EDUCAL, cuando quedaba próxima al parque Caldas, en busca de su hijo Hugo, quien fue directivo de esa entidad en 1987. Los cuadros de líderes mundiales de izquierda fueron el foco de su atención matizada de extrañeza y curiosidad.
—¿Quién es ese barbudo parecido a Rabindranath Tagore? —preguntó don Azarías con su voz amellada por los años.
—Ese es Carlos Marx, don Azarías —le contestó el desaparecido Héctor Julio Ortiz, por aquel tiempo presidente del sindicato, que lo seguía con la mirada.
—¿Y este bozoebrocha vestido de militar?
—José Stalin.
—¿Y ese gordito frentón?
—Mao Tse Tung.
—¿Y ese chiverudo frentipelao?
—Lenin.
Don Azarías frunció el ceño, recorrió el mentón con la palma de la mano y retirándose en busca de un tinto hacia la greca, que estaba en una especie de salita contigua en la parte trasera, comentó mientras se alejaba:
—Oíste, ¿y esos qué tienen que ver con la educación?

14
En el Liceo Arquidiocesano de Nuestra Señora, en un examen escrito de filosofía, el profesor pregunta:
—¿Quién es el autor de la frase "Sólo sé que nada sé"?
Un estudiante responde:
—Sólo sé que no lo sé.

15
Un incompetente profesor de inglés, que sabía más bien pocón pocón de la materia, justificaba sus deficiencias ocasionalmente descubiertas diciendo que ese tema lo verían en el futuro. Cada vez que un alumno le lanzaba una pregunta que no sabía responder, contestaba:
—¡No se me adelante joven, no se me adelante!

16
Solidarios y ansiosos alumnos del Instituto Tecnológico, acuden en grupo al profesor de Primeros Auxilios para que socorra a un compañero que se quebró una mano mientras jugaban un partido de microfútbol. El profesor, bachiller, novato en la materia y que apenas sabía lo que había aprendido en el incipiente programa de estudio, responde:
—Qué pena muchachos pero no puedo ayudarlos, apenas voy en quemaduras.

17
En una encuesta para educadores de secundaria realizada por el profesor Rodrigo R., en la Facultad de Educación de la Universidad de Caldas en 1986, se observó cierta curiosa contradicción de fondo entre las dos preguntas siguientes y sus respectivos resultados finales:
—¿Se siente usted realizado como profesor?
Sí..... 98% No..... 2%
—¿Le gustaría que un hijo suyo fuera profesor?
Sí..... 1% No..... 99%

18
Un médico enamorado de la educación, que terminó de profesor de Educación Sexual, hacía evaluación sobre el tema de los órganos genitales masculinos.
—Niña, ¿cuántos centímetros mide el pene? —preguntó a la alumna que estaba al frente.
—Treinta y cinco centímetros —respondió la niña asustada.
—Siéntese y no se haga ilusiones niña —cerró el profesor.
19
Los superlativos no dejan de ser un asunto difícil de dominar, sobre todo para quienes, alejados de la academia, dejan todo a la inventiva personal. En una clase de español de grado octavo la profesora realiza una pregunta dirigida sobre el tema.
—Sandra Liliana, hágame el favor y me dice ¿cuál es el superlativo de "flaco"?
—¡Langaruto! —contesta la alumna.
El superlativo de "flaco" es "muy flaco", "flaquísimo".

20
Mi profesor de quinto de primaria en la Escuela General Santander, de Filadelfia, en la desesperanza de los guayabos padecía feroces ataques de sueño. Mínimo tres veces por semana llegaba amanecido y moribundo. Pero tenía sus recursos. Apenas el ataque de sueño era inminente, escribía una frase en el tablero para que los alumnos llenáramos con ella un número indefinido de planas con el fin de mejorar (explicaba) la caligrafía: "Tienen que mejorar la letra muchachos o sino no les dan empleo en ninguna parte cuando estén grandes". Después se iba al escritorio, sacaba unos billetes de su bolsillo, seleccionaba uno verdeamarillo de cinco pesos, (suficiente para seis gaseosas y cuatro roscas de pandequeso grandes como llantas de bicicleta), lo agitaba en el aire y lo colocaba bien visible en el escritorio al tiempo que decía:
—Esta platica es para el último que acabe.
Y se hundía en una siesta de la que lo rescatábamos cuando sonaba la campana para el recreo.

21
Una buena parte de los estudiantes de los colegios nocturnos trabaja durante el día, de manera que las clases suelen ser una convención de bostezos. A veces la atmósfera es tan pesada que el maestro debe resignar sus esperanzas de espantar el sueño. En el nocturno del barrio La Asunción, el profesor les recomienda a unos alumnos de grado décimo que bostezan en demasía:
—Los que quieran dormir recuesten la cabeza sobre el pupitre y se duermen, pero me hacen el favor de roncar pasito para que no despierten a los otros.

PALABRAS INTRODUCTORIAS

Estas anécdotas fueron recogidas a lo largo de veinte años en tomadas de tinto, bebetas, conversaciones en salas de profesores y pasillos. Su mérito mayor: la paciencia. Quizá también su encarnación simple de un testimonio que llama a escribir, a superar la tradición oral en la que estamos anclados, a hacernos tema del pensamiento y del arte, a ser más autorretratistas que retratados, más sujetos que objetos.
Ahora que las publico, escribo en computador; cuando comencé lo hacía en máquina Brother portátil, manual, en la que cada equivocación era una pesadilla.
Fui impulsado a este proyecto más por el deseo de comunicación y de memoria que por la intención estética, sin que esto sea una disculpa para un texto al que, si no me gustara, no me hubiera tomado la molestia de sustraer de la paz de las carpetas.
Luego uno descubre, creo, que estética es la comunicación capaz de crear memoria.
Su número no hubiera crecido tanto de no ser porque, publicadas algunas en el periódico Centenario de Villamaría o en el Correo Pedagógico de EDUCAL —su espacio natural— , muchos maestros se me acercaron a donarme las suyas.
En la mayoría de ocasiones no tuve la precaución de registrar quién me las había transmitido y ahora no podría hacer una lista de reconocimientos sin caer en imperdonables olvidos. No pocos de ellos me decían: “Se la cuento con la condición de que no diga que yo se la conté”.
Algunos relatores cambiaron u ocultaron los nombres propios de los actores para protegerlos, otros sencillamente los habían olvidado o no los conocían por haber sido depositarios de la tradición oral; igual balance para restantes aspectos, bien esenciales o secundarios.
No faltaron los que mostraron interés sólo en la risa, la sonrisa o la ironía y consideraron las circunstancias y los detalles algo prescindible.
Todo esto explica que muchas anécdotas vayan sin mayor información concreta y que a otras haya habido que situarlas en espacios y nombres imaginarios.
Para proteger a sus portadores o para evitar consecuencias problemáticas, a algunos nombres se les deja con las iniciales o se les cambia o varía.
Por razones semejantes se han operado canjes de lugares.
Las que involucran a Abel Agudelo, Alfonso Palacio, “don Chucho” y Milton Botero, fueron reescritas a partir de las que rodaron de voz en voz o de papel en papel en 1994, con motivo de la celebración de los 80 años de fundación del Instituto Universitario. Dejarlas por fuera de una publicación tan inusual y especializada como ésta, no hubiera resultado justo. Transcribirlas no me excluía de un juicio por lesa comodidad. Así que les di los matices y les puse los aditivos que para ellas quería y desarrollé sus discursos de acuerdo con mis ritmos interiores.
Una vez Jaime Bedoya Martínez dijo de estas anécdotas que eran minicuentos. Me parecían mejor microcrónicas.
En cualquier caso vergonzantes por subliteratura y por su menudez.
Entonces yo no había podido sumergirme en la convicción de que una de las más genuinas literaturas nace en lo propio, lo cercano y lo intrascendente.
Mezcla de ambos, creo ahora, después de haberme hundido en la selva de los géneros.
Había perdido la fe en la ficción súbita desde que publiqué “La bestia danzante” y todo lo que recibí fue silencio, excepto por una mención de Roberto Vélez Correa, una completa reseña de Orlando Mejía Rivera y un elogio no escrito de Carlos Héctor Trejos.
Rubén Darío Galeano les da a los caldenses una alegría que deberían darle otros: llamarlos y editarlos. El valor más en lo primero que en lo segundo: por sobre el tiraje (corto) y la distribución (demasiado para la buena voluntad), se agradece el símbolo, unido al coro para cantar que hay esperanza.
Bien, Manigraf me ofreció una mañana sacar a la luz una obra inédita.
¿Para qué? Fue la primera pregunta que me hice, en el intento de transición de la decepción al budismo que es mi vida ahora, conciente de que allí tampoco está el optimismo, a la manera como lo vemos en Occidente, y sin pretender hacerme monje. Sabiendo que cada felicidad literaria es un satori.
Felicidad literaria: que lo que uno escribe no deje la sensación de falta de rigor o de pasión.
Como no hay medios dignos de distribución, los libros terminan en una caja más debajo de alguna cama. Además de esto los colombianos no leemos y si leemos no compramos; pedir prestado es tradición.
En materia de preferencias, nos inclinamos por los nombres engrandecidos por la publicidad en vez de los discretos de los autores regionales, que podrían serlo menos sin el abandono general que padecen, tan espontáneo que sin duda es programado.
¿Para qué, finalmente? Para acceder al encanto de ver la bruma inherente de la vida, y el mínimo fulgor que la atraviesa, convertidos en uno de los objetos más maravillosos que haya creado el hombre: el libro.
Hoy en el bando opuesto al de otros siglos, supérstite resistencia frente a un mundo materializado y enloquecido por el poder y el dinero, que nos dice que si no tenemos posesiones costosas o no salimos en los mass media no existimos.
¿Cuál?, fue la siguiente pregunta.
Se respondió sola.
Octavio Escobar me llamó una noche para decirme que me había sido enviado un libro en el que incluían un minicuento mío, en magnífica edición: “El maestro en cuentos”.
Luego Harold Krémer opinó en un correo electrónico que unos minicuentos que me había pedido eran “impecables” y seleccionó uno para incluirlo en una antología a editar por una universidad nacional y la UNAM de México.
A estas dos circunstancias les agradezco la reapertura de ánimo que me permitió volver a la confianza en lo efímero y desempolvar “La tiza que ríe”, trabajarlo y entregarlo a ustedes.
Fue una tarea dura porque había que revisar, entiéndase crear de nuevo, cosas escritas desde hace varios lustros.
A algunos escritores de Caldas nos acusan de que escribimos mucho porque publicamos regularmente, mientras a nadie se le ocurriría censurar a los ingenieros porque construyen barrios enteros. Esto sólo por mencionar las críticas eufemísticas, que son las menos. La envidia, el recelo, la insolidaridad, rondan demencialmente este universo lo mismo que cualquier otro.
Detrás de un libro hay todo tipo de penalidades, que nadie observa y el autor mismo tiende a olvidar. Recuérdese el momento en que se escribe una carta para una institución o un banco. Cuánta energía. De ese esfuerzo, de esa concentración, está hecho cada renglón de una obra. Más de sudor que de inspiración. Más del lento espíritu del coleccionista de cosas sin valor que de la vertiginosa y despiadada propulsión —y compulsión— de la competencia. Sabiendo de antemano que no habrá recompensa. Y acaso sí ofensas y burlas, aun en contenidos pretendidamente poco graves como el que nos ocupa.
O tal vez por ello: quemar los complejos y las taras impuestas o heredadas, continuar la memoria, reivindicar lo mínimo, defender el derecho a la levitación.
A las anécdotas propiamente dichas las he acompañado de ideas y retazos biográficos que tocan de una manera u otra la educación, todos pertenecientes a personajes célebres. Uno a uno fueron extractados de mis lecturas con vocación de minero.
No fue posible compartir “La tiza que ríe” por entregas: “Centenario” desapareció, “El correo pedagógico” presentaba con frecuencia problemas de espacio. No le quedó otro camino que darse todo de una vez.
Estoy listo para arrancar con una segunda colección si esta vez se diera la respuesta de extroversión de tiempo atrás.
En sus manos, amable lector, esta propuesta de conversación, en una época en la que no tenemos tiempo para escuchar ni para ser escuchados y en la que la tecnología nos ha arrancado la voz.
F. Z. A.

DE PADRES Y PADRASTROS

“La tiza que ríe” es un libro eminentemente educativo. Por ello mandé sendas ofertas escritas adjuntando ejemplar del libro a las Secretarías de Educación Municipal y Departamental.
Con cartas llenas de abogadurías y/o tecnicismos (pues no hubieran necesitado tales despliegues de jurisprudencia para negar algo tan pequeño a un ser sin poder) dijeron no poder comprar ni un ejemplar, ellos que todo lo pueden, incluso, sobre todo, no comprar ningún ejemplar del libro de un maestro.
La Departamental devolvió el libro, la Municipal no.
Un poquito de semiología casera: la que lo devolvió es honrada y la otra no; o bien, la que lo devolvió se interesó, la otra se comportó tan insensible que ni le quitó el celofán.
En cambio en las bibliotecas de los colegios y escuelas vemos decenas de un mismo ejemplar de publicaciones adquiridas por las Secretarías y remitidas allí luego. Pocas de ellas sobre educación, casi ninguna escrita por un maestro.
Algunos padres sólo sirven para castigar. Ni se diga de los padrastros.

domingo, 7 de octubre de 2007

BITÁCORA DEL ALIENADO

1
En el treinta, RCN, pasan “Misisipi (españolizado) en llamas”. Ya había visto esa película quince días atrás en “Film & Arts”, uno de los canales que vale la pena porque se rebela a ser sólo consumo y deprimentes masturbaciones mentales. Va en la mitad y decido repetirla, recordar ese estupendo giro de serpiente de los cristianos anglosajones inflados de xenofobia, amparados en el Génesis 9, versículo 27, como si la Biblia hubiera nacido de un huevo de araña. Lo que más me gusta de Estados Unidos es la lucha de los negros por los derechos civiles y la historia del jazz como voz desesperada y sobreviviente. Y su arte independiente de las cadenas de montaje. Que en su industria cinematográfica es escaso, comparado con las toneladas de celuloide para olvidar, receptoras del extraño perdón del dinero sin embargo. En este momento los agentes del F.B.I nadan en barro frente al Ku Kux Klan y el develamiento del crimen de los tres chicos defensores de los derechos humanos parece cerrado por falta de pruebas e irresoluble. El agente Anderson acaba de exprimirle los huevos a Frank Bailey, en un envión delicioso y catártico. Cuando hay propagandas lo paso a “Arts”, el canal canadiense sólo de clásica. Allí un concierto a blanco y negro, antiguo quiero decir, dirigido por Von Barajan (o Carajan, el carajo pro-nazi) con la Filarmónica de Berlín: el finalle alegro presto de la Quinta de Bethoven. Poderse evadir de la publicidad perversa con ópera o una rapsodia es una suerte. Definitivamente la publicidad de los canales privados sin alma (o sus pares estatales de alquiler) en el capitalismo desalmado es una neurotoxina de nuestro tiempo. Casi insoportable por sus excesos, sus estupideces, su impudicia; revulsivo que hace botar una baba fucsia y tonta. Sin embargo hay canales en los que uno acepta la publicidad. Porque es arte. Porque la merecen. Porque son respetuosos. Me refiero, por ejemplo, a “National Geographic” o a “Discovery Chanel”. No se evade la hora de la publicidad por agradecimiento con la calidad de programación, por su mesura, por su compasión. Y porque no embuten al televidente, como en un molino Victoria, con mugre barnizada, desmanes bacteriales ni desverguenza. Gracias Canadá por “Arts”. Gracias Allan Parker por “Misisipi”. Mi tributo es conseguirla, prestársela a mucha gente, para contribuir a que se haga coro como los negro espiritual.

2
Casi una ironía que no se aleja de la verguenza es que Telecafé no registre un programa dedicado sólo a la literatura y el arte. No de Telecafé sino de todos. Por culpa de ese vacío no contamos hoy con un video de Carlos Héctor Trejos leyendo su obra. Nuestro valioso, consagrado y hombre limpio Carlos Héctor. Qué consolador sería poder verlo en una grabación dedicada a él, sólo a él durante media hora, digamos. Pero no. Ese vacío no ahorra el silencio y ejercita en la tormentosa facultad de ignorarnos en lo que finalmente quedará. Helada y perversa autoridad deniega la memoria fílmica de nuestra cultura. ¿Quién será el quimérico que lo haga? Para que quede el registro de los otros que seguirán yéndose. Para que difundamos la literatura, para que dilatemos el alma, y que la esperanza deje de ser una tenaz polilla mecánica.

3
Debe hacer mes y medio que vi “Gallego”, la excelente película sobre la inmigración de esta franja española a la Cuba del XIX. Ahí auténtico sabor a sangre de España. No como en otra que vi dos años atrás, demasiado norteamericana para no ser en alto grado ajena. El camino es otro. Entiendo que los españoles son conscientes del conflicto que representa la europeización para su propia identidad (y la indirecta y a veces directa, norteamericanización), sostenida con vigor en caminos como el de la literatura.
La vi en “Cine latino”. Me gusta porque es un retrato de los muchos que conforman la fundación de Latinoamérica. Este canal debiera casi que programarse por ley. Ahí vemos lo que hemos sido, lo que no, lo que podemos ser, lo que debemos. Nuestro gran problema, en el caso colombiano, más que la dependencia económica en relación con los Estados Unidos, es el forzozo transvasamiento cultural devenido paralelo. Que nos puede hacer perder el rostro, ya bien desdibujado. Que nos puede enterrar el alma, ya bien torcida. Con omisión de su arte, de su ciencia, qué más nos puede aportar Estados Unidos que una tradición de xenofobia, de sicópatas, de asesinos en serie, de doscientos mil muertos en accidentes automovilísticos por año.
La cultura española es mucho más antigua que la norteamericana, la latinoamericana de igual edad. Es bueno pensar en la necesidad de continuar siendo nosotros. Tiene que ser evitable que en el contacto con el vecino aprendamos sus virtudes y también sus vicios en brutal condena.

4
En los cuarenta años que llevo vividos nunca había padecido un invierno de estos. Ya llevamos seis meses continuos y despiadados de lluvias. Y va para largo. Se dice que extenderá sus garras de nubes otros tres meses cuando menos. O será que sí los he vivido pero no los recuerdo. O nunca fui consciente de ellos. Recuerdo la infancia. La lluvia era un espectáculo. En una borrasca famosa en Santoral en el sesenta y cinco, que arrastró mesas de carnicería de la plaza y derribó dos madroños y un mango del parque y volteó furiosa un Willis 54, estuve fascinado; el miedo no era componente de la receta. En cambio el vendaval de hace tres días, que iba a arrancar las ventanas y finalmente no las arrancó, me puso nervioso y fuera de mí. Pero sobre todo este invierno torrencial parece hecho para que yo sufra con sus agujas de frío y la humedad que traspasa la suela de los zapatos y esta sensación trasferida a lo espiritual de que el sol viene con ímpetu burgués a decir: existo pero mi calor no es para usted y no puede comprarlo. Tener cuarenta años, o ser esa cosa que llaman adulto, es también haber alcanzado una ardorosa, diligente y masoquista capacidad para percibir los inviernos.

5
El poeta no es el que se defeca en la mitad del camino. Es el que ve la defecación en la mitad del camino que no ven los otros.

6
Más importante que el valor de la crítica hecha por el poeta es constatar que no es insensible frente a la necesidad de hacerla. Su ausencia generaría sospechas sobre su poesía más que sobre la propia capacidad crítica.

7
Sucede en todo lector que algunos libros que le parecieron buenos al principio de su vida le parecen malos al final y que algunos que detesta en los años calvos hubieran sido juzgados fabulosos en su juventud. “Este le gustaría a mi hijo”, se dice. Sentirá el deseo de coser a su pecho los libros que al comienzo despreció. Después de tales inversiones seguramente ya se habrá agotado el tiempo para pensar otra cosa respecto a ellos y, en general, sobre cualquier otro asunto.

8
La poesía cumple una función social.
Y una función epistemológica.
Y una función ontológica.
Son las mismas de la poesía todas las funciones de la materia y del espíritu.
¿El circo divierte? También la poesía.
Agrieta la poesía como la visión del cadáver cerúleo de un motociclista, con un charco rojo junto a la cabeza, a las nueve de la mañana en la carretera a Pereira, rumbo a Cartago.
Todo lo brinda la poesía. Todo está en sus entrañas.
Digamos para ella lo que Valery (en “Tel quel”) de la pintura en particular: que su objeto es indeterminado, es decir, infinito en sus posibilidades.

9
Todo es cuestión de tonos. Son infinitos. Sólo que los sentidos o el lenguaje son insuficientes para percibirlos y para nombrarlos. La muerte es la suma de todos los tonos. La vida es uno de ellos. Al arte impide que todos los tonos vayan al esófago de la muerte. Le arranca tonos ocultos.

10
Los llantos del amor que me produjeron risa. Las risas del amor que me produjeron locura. Las muertes del amor que me produjeron vida.

11
Quería ser viejo para que fueran creídas mis palabras. Ahora que lo soy no tengo interés en decir nada. Inútil sabiduría de verdades, atenderla equivale a no vivir.

12
Estoy exactamente a doscientos cincuenta pasos de la felicidad. Eso si no se ha cambiado de casa. No he podido llamarla porque tiene el teléfono cortado por falta de pago. No sabía que a la felicidad la afectaran problemas económicos. ¡Es tan etérea! Anda siempre entre las nubes. Su cuerpo es tan poco de este mundo que dice que nunca hará el amor conmigo. A menos que me case con ella. Le digo que la invierto y pierde así toda su belleza, que el amor es justamente redimir a una puta o prostituir a una santa. Que sólo ese proceso funciona. Me pregunto y me pregunto si la felicidad tira pedos. En ese caso la abandono de una vez y me enamoro del dolor.

13
Muchas veces me pregunté qué es ser hombre. Para responderme estudié la piedra. Para hallar la piedra más profunda fui un ahogado.

14
Estoy en una edad difícil. Se me confunden a veces los nombres de los poetas con los de los futbolistas. No recuerdo por ejemplo en este momento si Euclides da Cuna fue un vanguardista antropófago o un goleador del Botafogo. Iré a la enciclopedia. A veces olvido el teléfono de mi casa. No logro recordar el color de mis calzoncillos puestos. No me reproches que te ame desde lo alto. O que la vida haya hecho de mí lo que hacen las furias con las piedras del río.

15
Nunca tuve animales porque me enseñaron a odiar la exogamia de la mayoría de ellos. No soy un primitivo y siento que vivo como tal. Busco y busco la edad media para caminar desnudo.

16
Habían más burdeles que farmacias. Habían más burdeles que panaderías. Habían más burdeles que escuelas. En las farmacias ofertaban whisky con barbitúricos. En las panaderías pasteles de ron. En las escuelas chicha de corteza de piña con cerveza. En realidad hablamos de una ciudad que era un burdel con dependencias menores.

17
Me hieres con agujas de nube. Tejes mi amor con almas de gusanos, con cisnes que festejan arrojándose al agua desde uno a otro de mis ojos. Por donde andas siempre dejas olvidada la sombra de una hoja desconocida. Cuando me besas los cocodrilos piden silencio y los grillos se arrancan las antenas y hacen una pira y danzan alrededor.

18
Los enamorados se miran largamente. Intercambian agua los primeros minutos en chorros transparentes y ondulantes. Luego el agua cumple su ciclo y se convierte en alcohol. Después los enamorados se desnudan y al rozarse explotan en llamas.

19
Delirium traemens. Cientos de ratas te muerden y tú estás congelado. Después de llenar sus panzas miran al cielo. Delirios menores. Un pájaro azul pasa volando: la flor de Novalis con alas. Facilis est descensus averno. Sobrio como una lápida, alguien danza en los jardines de la leucemia.

20
Madre, me lavo los dientes con cerveza, eso dice mi mujer. Afeitarme es una tortura, me corto, me traiciona el pulso y eso que bebo sólo mi ración indispensable. Hay una ciencia que estudia la elaboración de los vinos, se llama enología. Esa debió ser mi carrera. Pero ya no estudié ni estudiaré. Soy la pobre estrella del sermón de un cura senil sobre la bebida. No alcanzo a ser una parábola. No sé si todavía soy un hombre. Madre, reza para que no me atropelle un auto.

21
(Medieval)
Hecho de los tiempos en los que bailar desnudo era cosa sólo de putas. En que ni siquiera las putas bailaban desnudas. De erecciones por besos en la mejilla.

22
Amo el papel. Amo el corazón del papel. No escribo. Voy al papel con una daga y busco su corazón. Es el centro el fluctuante lugar donde habita, mínimo Teseo oculto en el laberinto de la hoja. El ha matado a mi padre y voy en busca de venganza, con la tinta-mandíbula lo hiero. Sangra y se esparce el achiote en la hoja. Me he saciado. Está moribundo. No por compasión le doy primeros auxilios. Lo salvo. No puede morir de una vez. Debe ir mil veces su alma al borde mismo del vacío. Hago letras con las manchas de su sangre. Dibujo vida. Dibujo muerte.

sábado, 22 de septiembre de 2007

SOBRE LA POESÍA DE CIRCUNSTANCIAS

“Poesía de circunstancias”, a ti toda gratitud. Cómo me serviste para expresar el dolor de la muerte de mi hermano, el único gesto posible. Ahora que lo pienso, ¿hay alguna poesía que no sea de circunstancias o que no sea de la muerte? Veamos un silogismo: La muerte lo es todo. La muerte es una circunstancia. Todo es circunstancia (también la poesía, por supuesto). O este otro: En toda poesía está la muerte (por negación o afirmación). La muerte es una circunstancia. Toda poesía es circunstancia.
Más que “Poesía de circunstancias”, cada poema es circunstancia pura. ¿En qué estriba toda diferencia entre la llamada “Poesía de circunstancias” y la que pretende no serlo? Simple y llanamente en el tiempo. Las elegías (Ramón Sijé, Ignacio Sánchez Mejías) son hijas del futuro: cuando la sangre o la cadaverina van siendo chupadas por la tierra hasta dejar la poesía sola. Toda poesía que se precia de no ser de circunstancias es hija del pasado. Del ahogamiento de los hechos, bien sea en el inconsciente personal o en el colectivo.
Ahora escribo y publico con toda tranquilidad “Poesía de circunstancias”, sin el prejuicio general de que es mala en sí misma y sin el temor de que quien la practica desmerece laureles, que ya recibimos y eran falsos y producían alergia. Es tiempo de quitarle ese peso a la poesía que nunca se le endilgó a ningún otro género sino de manera secundaría.
Un novelista toma un suceso y lo recrea y su producto es llamado con boato “novela histórica” y un poeta hace algo semejante y escucha de manera despreciativa la referencia no hegeliana de “Poema de circunstancias”.
¿Qué es una crónica sino circunstancia pura y ya no sólo literatura de circunstancias? Alrededor del verso, por su accesibilidad, se han cimentado toda clase de infundadas mitologías. La de la “Poesía de circunstancias” va viendo su declive.
El problema con el verso no es otro de si es poesía o no y las circunstancias que toca o en que se recrea son elementos adjetivos y nunca determinantes (Su tumba son de Flandes las campiñas/ y su epitafio la sangrienta luna).
¿Qué es el hombre sino una circunstancia de la tierra? ¿Qué es la tierra sino una esférica circunstancia del universo? ¿Qué es el universo sino una mera circunstancia de la nada?
La única poesía no circunstancial es la que no ha sido escrita por la mano del hombre, la que no ha sorteado el trance de la tinta virtual o física, la que no ha retoñado en un cerebro, la que no ha cruzado la barda de los sentidos, en suma, la que no existe tanto que nos induce a pensar que un día llegará a existir.
Desde la libertad cimarrona esta descripción de un ego hinchado, de esos que convierten en genuinos infiernos los lugares de trabajo o estudio y las tristes existencias de la gente sencilla y vulnerable, que no tiene más remedio que verse llenar de úlceras o con la presión disparada, pedir traslado o renunciar para no convertirse en asesina. Todos hemos padecido un don Perfecto. Que expliquen los sociólogos y/o los sicólogos conductistas por qué en estos tiempos doña Perfecta es un espécimen menos común de lo que se cree.

DOÑA PERFECTA
Destruyendo a los demás
y cerrándoles las puertas,
con sus guadañas al hombro
allá va Doña Perfecta.

De perfecta inteligencia
el creador la dotó.
En todo lo que discute
siempre tiene la razón.

Es autoridad suprema
en cuanto tema se toque.
Propongan lo que propongan
ella ya se lo conoce.

Perfectas son sus acciones
y sus palabras perfectas.
Perfecto arroja a los otros
cagajón y ratas muertas.

Cagajón en las miradas,
ratas muertas en el chisme.
Por donde ella va pasando
todo queda sucio y triste.

Todo va quedando negro
con su prepotencia histérica.
Siembra eficaz la discordia
este ángel de la miseria.

Midas de la alcantarilla,
pudre todo lo que nombra.
Todo lo que nombra pudre
con los sapos de su boca.

Cuando aparenta silencio
se torna más peligrosa.
Por debajo del silencio
va su veneno de cobra.

En las bodegas de su alma
veneno tiene de sobra.
Veneno letal dos veces
por aplicarlo en las sombras.

“Alma”, dije por descuido
pero ella no tiene alma.
Así no puede llamarse
a una fuente de alimañas.

Cerca de Doña perfecta
compañeros imperfectos
que están a su lado vivos
y debieran estar muertos.

O cuando menos muy lejos
de sus jardines gloriosos,
donde no chupen su savia
como la chupa el rastrojo.

Lo menos que siente es asco
de sus tristes compañeros.
Por su condición divina
no suda ni tira pedos.

No tiene ano y no come
y no le da mal aliento.
Perfume de limpias flores
tiene por todo alimento.

Como todos por la tierra
camina y no por los aires.
Es ángel pero no vuela,
nunca ha tenido una caries.

Coronada de laureles
ahí viene Doña Perfecta.
Laureles que cultivó
con sus semillas perversas.

Por la cosa más pequeña
forma el mayor alboroto.
No mira su propio rabo
de andar mirando a los otros.

La opinión de los demás
le importa muy poquitico.
Al que se oponga a su leyes
lo elimina con un grito.

O lo enreda ante los jefes
con su saliva traidora,
pidiendo que lo despidan,
que lo que no sirve estorba.

Los verbos que más conjuga
son los que hablan de aplastar.
Un humilde es, para ella,
sucia mosca y nada más.

No debiera ser civil
sino más bien policía.
Después de quemar prestigios
va y busca el agua bendita.

Es una asesina en serie
de sueños y de esperanzas.
Por fuera viste de oveja
pero por dentro es araña.

Doña perfecta que dice
que su origen es el cielo.
Del cielo puede venir
pero va para el infierno.

Entrego a su perfección
estas coplas imperfectas.
Algo tienen de rencor
y todo tienen de ciertas.

sábado, 1 de septiembre de 2007

PEQUEÑA ELEGÍA A MI HERMANO FÁBER (Filadelfia, 1956 - La Merced, 2006)

(Fáber niño, al lado de un Cristo de madera tallado por nuestro padre)


[Con los compañeros del Colegio Oficial Integrado. De izquierda a derecha. Arriba: Jaime Bohórquez, Carlos Zuluaga (†), Francisco Zuluaga, Fáber Zapata (†). Abajo: Julián Giraldo, Hérman Zuluaga, Silvio Osorio]


(Cuando murió quería publicar esta foto, con la camisa que le regalaron en su último cumpleaños, y la primera parte de este poema, lo entonces escrito al respecto, en un medio masivo. Ni siquiera intenté buscar el espacio, a quién le iba a interesar un dolor tan personal. El “Correo pedagógico” de Educal, de algunos centenares de ejemplares, lo publicó con cariño por su categórica pertinencia. Entonces el milagro del blog. Ahí está, diponible, eterno. Ha comenzado el renacimiento.)

I

Me quedaba una esperanza
pero ya se marchitó.
La cuidaba con sus manos
mi hermanito el que murió.

La arropaba en los inviernos
con su tibio corazón.
La regaba con sonrisas
y entre lágrimas estoy.

Mi hermanito el que me amaba
mucho más de lo que yo.
El venticinco de julio
me llamó y no me esperó.

Casi siempre me esperaba
en la puerta del dolor.
En sus manos siempre había
un recuerdo y una flor.

Filadelfia le dio asilo.
La Merced lo hizo señor.
Como dos gemelos tristes
el silencio y la oración.

Calavera se llamaba
la ilusión que le mintió.
Desde el cielo de su nombre
baja lenta una canción.

Era carne liberada.
Es raíz que regresó.
Era fértil lontananza.
Es pregunta y es un no.

(La Merced, martes 25 de julio del 2006)


II (guasca)

Se murió mi hermano Fáber
sin saber que se moría.
Un infarto fulminante
lo mató mientras dormía.

—Hora ya de levantarse—,
suave voz le recordaba.
Su mujer lo sacudía
pero no reaccionaba.

Cinco y media era la hora
en que siempre despertaba.
Pero no despertó más
esa triste madrugada.

Como iba a imaginar
que la muerte agazapada
lo esperaba en las cobijas
para darle la estocada.

Optimista se durmió
y la vida lo esperaba.
Mas la vida lo enredó
y se halló frente a la nada.

De cincuenta años murió
él que nunca se enfermaba.
Ahora es ceniza gris
lo que fue carne rosada.

Se murió mi hermano Fáber
sin saber que se moría.
Dejó dos nietos, dos hijas,
una esposa y una herida.


III

Recordaré tu ímpetu selvático,
viajero de regresos congelados;
tu rostro envolatado por la tierra,
púgil de inagotable resistencia;
tus párpados montando escarabajos,
abrigo de la grasa y del mecánico;
tu pelo de carbones renegados,
alumno de la manga y el potranco;
tu pecho de vendimia que se cierra,
guerrero del abrazo en verde estera;
tus manos que acarician los almácigos,
prestidigitador de los relámpagos;
tus ojos de tenaz adormidera,
guaquero de la tímida cerveza;
tu voz que saqueaba los milagros,
crecida al pie de monumentos altos;
tus venas que doblaron sin mansalva
lo que no iba a caer y tuvo alma;
tú última, feliz, atroz candela

llegada sin zarpazos ni cadenas.

IV

Treinta kilómetros
fue todo lo que anduvo sueño a sueño
el corazón de dulce piedra.
Sudor, agua, silencios, tropezones,
recuerdos, horizontes
de tableros e idiomas,
Juan Pablo o Juan Esteban en sus hombros
y un amor a la madre nunca visto:
la buscaba dejándola.
Venticinco minutos
duró su vida limpia de insecto sin epítetos.
Salió de Filadelfia casi niño,
de noche y con antorcha,
y llegó a La Merced a los cincuenta,
una mañana luminosa
con ataúd de fondo.
¿Puede la vida amarse de otra forma
después de perseguirse tan adentro?
¿Existe algún camino más efímero
que un guión que trae el musgo que lo cubre?


V

Estabas.
En el vientre que huyó desde Samaria
por amenaza azul con cielo bajo.
En caminos inéditos que, después del regreso,
cerrabas con los dedos como una adormidera.
En montes, nubes, cuevas y cañadas
invadidos por fauna y flora de otro mundo.
En la atroz puntería
de la mortal cauchera, inmenso campeón,
bajo el sigilo verde,
y pájaros perdidos de belleza,
acariciados para que murieran.
En el vértigo dulce de los carros de guadua
con frenos de cotiza.
En el copo zapote, las sombras de los guamos
y el iglú de una mata de café
al que le removíamos historias de la lluvia.
En guayabas, naranjas y aguacates,
amados de anarquistas y silvestres.
En desnudeces nunca vistas
a través de ventanas y por siempre en los sueños.
En el pescado frito en lonjas
más chicas que cabezas de alfiler.
En los huevos de araña
que descendían crudos a tu estómago.
Y allí siempre estarás.


VI
DESCUARTIZADO
El tronco y la cabeza en Filadelfia,
donde vino a nacer
con la ira empuñada.
En la Merced, a donde fue a morir,
las cuatro extremidades.
Y cien gramos, aun tibios,
en frío Manizales, en mi casa,
donde charlar de todo
entre gratas cenizas presentidas
era quemar las hambres de la infancia.
VII
EL HIJO DEL TENDERO
Lloró mucho tu madre
y tu rostro tan rígido.
Lloramos tus hermanos
y tu rostro tan rígido.
Lloró libre Alejandra
y tu rostro tan rígido.
Lloraron tus amigos
y tu rostro tan rígido.
Y moviste los labios
cuando te lloró un niño.

SALUDO DE EDUARDO GARCÍA AGUILAR

París, agosto 29
Flobert:
Gracias por tu blog. No sabes la emoción que me da poder leerte ahora con frecuencia y estar cerca a tu obra que siempre he seguido con admiración y afecto. Y en espera de vernos un día y hablar más. Me conmovió la foto de Belalcázar, pues uno de los primeros viajes que hice con mi madre a los tres o cuatro años fue a ese lugar y en la memoria ese monumento quedó como un sueño. Durante años pensé que ese sitio no existía sino en mi imaginación hasta que Marcela Cerón me dijo que si existía y fui a verlo para comprobar que ese viaje fue real.
Eduardo García Aguilar

domingo, 26 de agosto de 2007

¿Y AHORA QUIEN PODRÁ DEFENDERNOS?

A una rata de laboratorio le aplican choques eléctricos y corre por el laberinto a buscar la salida. Pero no hay salida. Le aplican un segundo choque con iguales respuesta y frustración. Así varias veces. Al sexto choque la rata se queda quieta. En los siguientes igual réplica. Debilitada, ya no le importa nada. La muerte sería cosa grata. Así el colombiano. Por eso ¿quién podrá defendernos?

I. LA PROFECÍA

—No nos morimos, nos matamos —advierte la milenaria tradición nipona. No en el sentido de la codicia directa colombiana, en uno peor y más triste de lo solapado.

El adagio (también en el sentido musical, dado que se trata de una contaminación lenta la mayoría de las veces) exacto es “No nos morimos, nos matamos con lo que comemos”.

Una niña perdió su infancia. A los diez tenía senos de mujer hecha y derecha. ¿El motivo? En un tiempo el papá le llevaba mucho pollo frito o asado. ¿Cuántas especies más son desarrolladas con hormonas y/o esteroides? Aunque esta niña está viva y sin mal grave a la vista, ¿qué secuelas le esperan en el futuro a ella o a su descendencia? ¿La han enterado de que los pollos, objeto de experimentación en los laboratorios, son forzados a un peso tan alto que sus piernas se rompen o que les lastimaron el instinto del cortejo y buscan a la gallina sólo para matarla?

Dinero, rendimiento, dinero, hiperproducción, dinero, forzamiento de las especies naturales, dinero, cerdos sin grasa, dinero, novillos más grandes, dinero, maniobras, dinero, pérdida total de escrúpulos...

Lo que debiera alargarnos la vida nos la acorta.

Las rebanadas de tomate tienen el indisfrazable sabor del Manzate. ¿Sólo en la cáscara y basta un hervor o el lavado con cloro o vinagre? No, también, o sobre todo, en las semillas. Una receta de bebida de manzana, más curativa si se utiliza la de la propia tierra donde se vive, recomienda no utilizar las semillas porque es en ellas donde se da una más alta absorción de los mortales venenos asperjados.

Ese mismo tomate puede contener los residuos nucleares de una planta francesa o rusa. El ártico, donde un rayo de sol puede fulminar un oso, recibe desperdicios industriales traídos por las corrientes de aire desde lugares remotos (“Planeta carnívoro”. Discovery Chanel. Julio del 2007). El plancton los absorbe. La foca ingiere el plancton. El oso devora la grasa envenenada de la foca, enferma y cae. No exclusivamente los que defecan sobre el planeta se comen su estiércol. Si esto le sucede al membrudo oso, qué decir del cada vez más frágil, sedentario y vulnerable organismo del sapiens.

Las manzanas, al igual que las salchichas que en empaques de papel y no refrigeradas duran meses, son sometidas a radiaciones que eliminan todo resto de vida, o sea los microorganismos que permiten los naturales procesos de maduración y posterior descomposición. Almacenamiento, transporte, bodegas, refrigeración… Casi han perdido su capacidad de podrirse y más bien tienden a secarse. El consumidor se siente feliz de que dure y perdure en el frutero, sin saber que entre el momento de la recolección y la compra han transcurrido meses y que, en consecuencia, no comerá otra cosa que un seco cadáver.

Los preservativos de los alimentos (productos de frigorífico, salsas, quesos, etc.) en dosis pequeñas son tolerables para el organismo humano, se nos dice. ¿Y la acumulación qué? Una simple arepa lleva una salsa de benzoato de sodio, propionato de calcio y sorbato de potasio

Los nitratos (sales) y los nitritos de los enlatados son a la larga causa fija de hipertensión arterial, llamada el enemigo oculto, además de otros males.

¿A quién le gusta el agua detenida? Pues bien, eso es una gaseosa o un jugo en caja o en botella. Por su parte tomarse tres gaseosas equivale a ingerir un vaso de azúcar. Vivan las glicemias. En la medida en que sea posible, los azúcares del cuerpo deben ser proveídos de manera natural, esto es a través de las frutas.

¿Qué nivel de pureza posee la caña de azúcar con la que hacemos nuestra proverbial aguapanela o aguadepanela?

Y claro, los de abajo imitan a los de arriba, que es lo que sucede en general en este país con el crimen, la corrupción y las demás plagas. ¡Si ellos pueden por qué nosotros no! En Neira doña Julia Betancur le compraba las arepas para el desayuno a una viejita muy pobre, distribuidas por su muchacho hijo, porque eran caseras e indemnes. Una mañana varios miembros de la familia sintieron mareo, vomitaron, etc. Supieron la razón cuando en la tarde el muchacho pasó recogiendo las arepas vendidas, devolviendo la plata y pidiendo excusas que porque a la anciana se le había ido la mano en formol.

Ingredientes semejantes, sólo detectados en promedio por uno entre diez mil olfatos, son utilizados en panaderías, restaurantes, etc. Cualquier ampleadito le puede dar sus nombres coloquiales. Por ello periódicamente las autoridades revisan el pan en los hipermercados. La textura permanentemente blanda del pan pude tener un pecio muy alto en términos de bienestar.

Nos morimos porque queremos. Porque fingimos no saberlo.

Se comenta, y esto debe ser desmentido, que Manizales es la ciudad del país con mayor incidencia de cáncer gástrico. ¿La causa? El agua que bebemos. Es purificada, ignoro que parte de ella, mediante un proceso de aguas termales. Los residuos minerales serían los causantes de esta grave morbilidad proliferante.

En Colombia hay 6000 nuevos casos de cáncer gástrico cada año. Donde más se da es en la zona andina (Fuente: Noticias RCN, emisión del medio día del 6 de junio).

Estamos sólo comenzando.

Me describe mi paisano Diego Duván Osorio, agrónomo de la vida, un cafetal al otro día de fumigado con los químicos de la Bayer: “Usted encuentra todo tipo de animales muertos: mariposas, ratas, ardillas, insectos, pájaros…” y una despiadada lista entomológica, además de las especies vegetales menores. Mas si ese mismo café es intentado exportar a Alemania, se verá rechazado por tener trazos del químico que ellos mismos nos venden. Hay que llevarles cafés limpios. Como el que liofilizan en Chinchiná.

Inflexibles, puntuales, controles de laboratorio y medidas operan en los puertos de los países enriquecidos, antes de que sean descargadas las importaciones agrícolas provenientes de los empobrecidos, a los que han reducido, en lo tocado, a huertas de cultivo.

Los sudacas y en general los habitantes de los países llamados del Tercer Mundo producimos alimentos sanos y alimentos contaminados. Los sanos van al exterior, los contaminados se destinan para el consumo interno.

Los salubres bananos de Urabá no se cansan de curar el estreñimiento que les produce el estrés a los correlones rubios. Por supuesto no van sobresaturados de potasio.

Otros productos gourmet semejantes son desconocidos para los colombianos comunes. Yo por lo menos nunca probado el tal palmito del que tanto hablan.

La mejor carne va de turismo por paladares al otro lado del mar.

En un folleto sobre el cáncer de próstata, editado por Santa Sofía, advierten que una de las causas del cáncer de próstata es el cadmio, con el que fumigan el tabaco. Usted se tranquiliza porque no fuma. Pero toma chocolate o despacha chocolatinas, helados, pasteles, cuyas plantas productoras son fumigadas con el mismo cadmio.

Buena parte de los restos de químicos van a dar al colon, que ha sido convertido en la cloaca de la experimentación y la tecnología. Casi nadie hoy se libra de hemorroides, estreñimiento y el cáncer de colon abunda.

La era del conocimiento es también la de los tumores y los tejidos corrompidos: la sangre contaminada recorre e irriga hasta la última célula de los organismos. Las substancias intrusas no quedan contentas hasta llegar al alma misma de los sistemas.

El cáncer de vejiga se ha popularizado por razones semejantes y otras extensiones del mal proliferan: en Aranzazu, por carcinoma, a un paciente le debieron amputar tres centímetros del pene.

Y cáncer en la cabeza y en la lengua y en el esófago y en el escroto y en…, que asombran, sorprenden y desconsuelan a médicos de todas las especialidades. Y que, por supuesto, alegran a los comerciantes de medicinas, de ataúdes, de servicios, de camas de hospital, de lápidas...

La primera causa de mortalidad infantil en Colombia es el cáncer, al lado de los problemas cardíacos.

En Colombia hay en todo momento 500.000 enfermos de cáncer. La rara palabra oncología ha entrado a hacer parte del vocabulario cotidiano. Todo órgano o tejido extirpado es sospechoso y enviado a patología, cuando debiera ser al contrario.

Sabemos de qué vamos a morir, no está lejano el día en que podamos saber con precisión la fecha, es decir el tiempo que tardará nuestro organismo degenerarse por causa de factores externos. No se tratará de una profecía sino de un simple cálculo.

Bueno, se dirá, pero hay gente que no se muere a pesar de todo. Claro que sí, es la especie resistiéndose a desaparecer. Son los mecanismos de supervivencia hereditaria. Sin embargo un alto porcentaje de la población se quebranta y lleva existencias desgraciadas y dependientes de medicamentos.

¿Pasaremos algún día de la medicina preventiva a la curativa?

¿Quién será el valiente que demuestre lo sabido: que la mayoría de enfermedades son evitables?

Cuando muere una persona casi no es necesario preguntar de qué. En la mente uno escucha los ecos anticipados: “De cáncer”.

Cánceres que no se curan ni rezándole a la Virgen de Fátima o a la de Lourdes o a los más de doscientos papas que ha habido, casi todos certificados milagrosos por la canonización. Papas que también murieron y que lo hicieron de las mismas enfermedades que el vecino.

No come tomates pero come salsa, que está hecha con ellos.

Su base nutriente son frutas y verduras. Pero ¿intervinieron factores nocivos en sus procesos de siembra, crecimiento y cosecha?

En el delicado restaurante vegetariano un afiche habla con voz hindú: “Que tu alimento sea tu medicina”. Doña Luz Dary, su dueña, no se resigna: “De lo malo lo menos malo”. Admirable comienzo.

De estas formas, sin darnos cuenta, llevamos a nuestro cuerpo substancias depravadas. Los abonos químicos (la redundancia es indispensable) están hechos de químicos. Ellos entran en la yuca, la papá, la caña de azúcar, el maíz, el arroz, el banano y un larguísimos etcétera y a través de ellos al organismo.

Los químicos con que se hace crecer el pasto se los come la vaca y después nos comemos la carne o bebemos la leche. La conclusión es obvia. Igual para los huevos.

Un honesto maestro de cocina advierte que ni por el chiras comprar brócoli o espinacas de cierto supermercado porque vienen condimentadas con los 25.000 elementos químicos que degradan al río Bogotá y en cuyas riberas se cultivan. Obviamente no sólo las espinacas, y no sólo Bogotá es nodriza.

Una estudiante de odontología comenzó a perder pelo y peso y por poco muere. Registraba todos los síntomas de envenenamiento. Entre más especialistas visitaba menos razones le daban. Se salvó porque un examen de sangre arrojó la presencia de una alta dosis de mercurio. ¿Cómo había ingresado al cuerpo? ¿En las amalgamas de los dientes? No, a través del pescado, los mariscos y otros productos de mar, que consumía con frecuencia devota. El mar es el colon del planeta. Los ríos ni se diga. Hay que ver lo que han hecho con el pobre Magdalena. Y en lo que están conviertiendo al Cauca.

Se trata de algo más que un dilema: lo que me alimenta me mata, sólo lo que mata me alimenta.

A veces uno se pregunta si no somos más que campos de experimentación de la ciencia o ni siquiera eso y un Malthus superficial aplica sus recetas de control de la natalidad.

Pepinos del tamaño de brazos, mangos y aguacates como cabezas adultas, insípidos bananos que revientan las cáscaras como en la conversión a verdoso El Hombre Increíble sus camisas, sobresaturados de lo habido y por haber.

Aceites polisaturados, mantequillas nitrogenadas, que a veces lo advierten en letra de contrato (¿por qué no siempre?), peligrosa no precisamente por diminuta.

Polisaturación, lo más parecido a una amenaza. Consumidores americanos exigen la salida del mercado de ciertas marcas de margarinas y aceites.

Miremos los componentes no naturales de Caldo de Gallina Knorr: sulfito, aceite parcialmente hidrogenado de palma (el nitrógeno es certeramente cancerígeno), glutamato monosódico, inosinato disódico, saborizante idéntico al natural, anticompactante de fosfato tricálcico y dióxido de silicio.

Ojalá fuera este producto no más. Todo lo que comemos está saturado de esto o de aquello. Llega uno a la conclusión de que está vivo de milagro.

Alex es tendero y modesto exfinquero. Esto dice: “El banano lo aceleran y lo cosechan más grande que el tamaño natural y en la mitad del tiempo normal para sacarle más plata a la tierra”. No lo aceleran con padrenuestros o a punta de consejos. No, con mantillos artificiales.

Sin embargo, hasta ahora no ha pasado en nada. Sólo hemos visto la punta del iceberg, para utilizar el lugar común tropológico al uso.

Sumemos a todo este círculo la contaminación electromagnética (transformadores, generadores, antenas parabólicas, de telefonía celular). Saben los ingenieros eléctricos que estar cerca de un transformador de luz expone al riesgo de padecer leucemia y que madres embarazadas que vivan a menos de cien metros de antenas de telefonía celular pueden engendrar criaturas malformadas o con daños cerebrales.

II. LA INMOLACIÓN

La joya de la corona del infierno en que se ha convertido el universo de los alimentos son los transgénicos.

Les menciono la palabra “Chulavita” a los niños y les parece graciosa. También “transgénicos” parece inocua.

No voy a hacer una larga exposición sobre el tema. Remito al lector a miles y miles de consultables artículos y capítulos electrónicos y de papel que nos revelan cómo la soberanía alimentaria de un país no sólo se refiere a la cantidad de los alimentos sino a su calidad.

Hechos como este hablan por sí solos y estremecen. Monsanto le ofreció a Inglaterra la semilla de maíz genéticamente manipulada G-340 (y puede fallarme la memoria con el código). El gobierno les dijo: “Un momento muchachos la revisamos”. Y mandó a probarla en la Universidad de Cambridge. El resultado: la sangre de los ratones que consumieron ese maíz se alteró de gravedad y el hígado de las crías fue más pequeño que el estándar.

En un artículo publicado en la prensa nacional Edgardo Orozco informa que: “El departamento de ingeniería genética de la Universidad de Caen, Francia, ha elaborado un nuevo estudio en el que se demuestra que las ratas de laboratorio alimentadas con maíz modificado genéticamente, producido por Monsanto, tiene un alto grado de toxicidad a nivel renal y hepático. Otro estudios son enfáticos en afirmar su capacidad oncogénica; recomiendan además que, por los efectos nocivos demostrados el maíz de Monsanto, no debería llegar nunca a la cadena alimentaria”. ¿Es el que usamos aquí?

Se sabe que en general los animales de laboratorio alimentados con transgénicos entran en procesos degenerativos y mueren más pronto que los que no.

Transgénica es la mayor parte de la soya o soja, tan de moda ahora y no sólo en las dietas vegetarianas. Aterra conocer la cantidad de productos de los cuales uno de sus componentes es la soja. Las margarinas, para citar uno solo ejemplo, tiene entre sus componentes su lecitina.

“¿Usted comería veneno?” “Claro que no”. Y sin embargo lo hace. Y no sólo eso: paga.

Una de las ventajas ruidosas de las semillas transgénicas era que no necesitaban fungicidas, herbicidas o plaguicidas. Se sabe que no es así. En Argentina, donde se cultivan miles y miles de hectáreas de soja, corren parejo por el aire glifosato y parientes destruyendo a su paso cuanta especie animal se atraviese y dejando a los humanos maltrechos en su salud (documental de la televisión alemana, DW-TV, por parabólica EPM, junio del 2007).

Como vemos, es necesaria una reflexión desde los vegetales comestibles hasta los comestibles destructores.

A pesar de que puede producir todos los alimentos, tristemente Colombia importa: suplicios del mercado. ¿Cuáles son las características de lo importado? De cualquier manera poco cambia la situación respecto al tópico que nos ocupa. Continúa el citado Orozco: “Monsanto ha logrado penetrar en el mercado criollo comercializando dos de sus semillas; una llamada Yieldad, formada por una combinación genética que mezcla los genes del maíz tradicional con los de una bacteria, el bacillu thuringiensis. De esta forma la planta adquiere la propiedad de producir una proteína que resulta mortal para el gusano barrenador, principal enemigo de los cultivos de maíz en el mundo. La otra semilla se encuentra arreglada genéticamente para ser resistente al glifosato, herbicida que se fabrica y se distribuye en Colombia con el nombre comercial de Roundup”. ¿Y esa bacteria qué pelos en el organismo humano? Preguntas. Preguntitas.

¿A quién no le gusta la ciencia ficción si se la dan bien? A nadie. Infórmese sobre estos temas y véala recorrer sus venas y su destino o, mediante un pequeño desdoblamiento, obsérvese en su papel de pálido y desamparado protagonista.

La mezcla de genes vegetales es común: zanahoria a la que le incorporaron arroz, no popularizada. Quién sabe porqué. Supongamos resignados que porque difieren los tiempos de cocción. La de vegetales y animales comienza a dejar de ser procedimiento raro. El rojo tomate de su ensalada puede tener algo de pez, de rana, de serpiente o de zancudo.

Transgénico, aquello a lo que le fue cambiada su naturaleza. La leche vacuna transgénica invadió el planeta convertida en polvo.

Hombres buenos y limpios y mujeres sanas y de cristalinas costumbres, sin entender nada, una tarde reciben el dictamen: cáncer. Como reses sin ojos son sacrificados sobre una piedra, con un cuchillo de carnicería, sin saber por qué ni por quién, igual que en El Proceso. Sin embargo el quién y el por qué han estado siempre frente a sus ellos.

III. LA ESPERAZNA

La contaminación está al orden del día, invade no sólo cada rincón de nuestros cuerpos sino de nuestras vidas. Con su presencia multicolor y de la mano de la sicodelia publicitaria tramposa, hace del hombre el insecto feliz en su telaraña. Cada sociedad escoge la forma de matarse. Parece que la nuestra es inevitable y parte importante de ello es no saberlo.

Sin embargo algo puede hacerse. Ciertos sábados, frente a la Facultad de Derecho de la Universidad de Caldas, son ofrecidos productos agrícolas transparentes.

Panela granulada La Palestina, orgánica, se exhiben en cualquier supermercado. En su lujoso empaque los exóticos y puntuales sellos de garantía que le permiten viajar lejos si lo desea.

Bananos inocentes de pequeño sello verde con ilustración y letra amarilla se consiguen en La Catorce.

Da tristeza pensar: ¿Por qué sólo bananos y panela? No ha sido posible el milagro de una tienda de agrosanos en Manizales.

Lo cierto es que sentimos que muere demasiada gente. Que un escandaloso número de personas se enferma de gravedad. Que va siendo cada vez más un milagro la posesión de una salud normal.

Los conductos sanguíneos cerebrales y cardíacos y los otros parecen debilitados.

En Estados Unidos una famosa actriz, produce industrialmente y con fines ecológicos y sociales, unas acreditadas galletas cuyo gancho es “Hechas a base de productos orgánicos y no transgénicos”. Las ventas son multimillonarias.

Estados Unidos, ese país en el que la prevención está por debajo de la curación, en el que la enfermedad y la muerte son un negocio como cualquier otro. Nuestro ejemplo.

IV. PRIMEROS PASOS

¿Y ahora quién podrá defendernos?

No Superman, porque sólo ampara a los gringos. Aunque malamente debido a su mal de Alzheimer. Si algo registra la buena televisión norteamericana es la verosimilitud. A juzgar por los dramatizados, para no ir a las espantosas cifras estadísticas y a lo que ocultan, este pueblo recorre un destino parecido al colombiano. En cada serie alguien resulta con un sarcoma, un linfoma, un Borman cuatro o cualquiera otra de las formas de la millonaria oferta de degeneración celular que nos ofrece la desesperada, insaciable y paranoica sociedad de consumo.

No el Chapulín Colorado, porque, además de que está muy cucho, tiene muchos problemas que resolver en México, entre ellos que los manitos tengan acceso a una tortilla asequible al bolsillo de todos. Hace días hubo una rebelión nacional por la subida exagerada de su precio.

La incitación a preguntarnos qué estamos ingiriendo, cada que traguemos un bocado, será el primer acto de defensa.

Después de alguna andadura se descubrirá que lo dicho es una gota en el mar de las sorpresas. Que también en el mundo de los alimentos reinan la impunidad y la mentira.

Discúlpeme lector por haberle dañado la próxima comida. Pero debemos erradicar la inseguridad de que algo tan querido, necesario y placentero como lo que humea en el plato nos esté dañando la vida sin mencionar la muerte.

Manizales, junio del 2007

POST DATA

Vendo artículo. Tardé cuatro semanas en escribirlo (desde luego que trabajaba al tiempo otras cosas). En concebirlo e intuirlo meses. En corrección posterior otros treinta días. Había querido afrontar el tema pero no encontraba el acceso. Una mañana hice, digamos, el vaciado en bruto. La siguiente semana reescritura. Claro, habían pasado meses pensando y leyendo sin buscar. Dejar dos semanas para poder ver como ajeno. Releer. Cambiar giros, expresiones, fundir la claridad y la precisión sin empalar la naturalidad. Aquí está. Como nadie compra lo regalo. Como en materia de literatura no reciben ni lo regalado lo dejo por ahí hasta que alguien lo recoja y quizá lea un poco mientras lo lleva a la basura. En eso consiste lo salvaje: abandonar la vida por lo que es sólo su reflejo. Los colombianos leemos menos de un libro al año. Sin leer no podremos salir del hueco en que caímos. Y si salimos será para caer en otro peor. Nos descuidamos y nos devuelven a la Edad Media, no sin antes convencernos de que el Siglo de las Luces no pasó de ser una entelequia. Aleluya hermanos.