miércoles, 28 de julio de 2010

LA MÁS GRANDE CONCENTRACIÓN DE POETAS


La más grande concentración de poetas nacionales de que se tenga noticia, arriba del centenar, ocurrirá el viernes 13 de agosto a las 6 de la tarde en el salón José Asunción Silva de la Feria Internacional del Libro de Bogotá. El motivo: la presentación de la suma CINCUENTA POETAS COLOMBIANOS Y UNA ANTOLOGÍA, por parte de la editorial Caza de Libros. Moderación a cargo del editor más importante del momento, Pablo Pardo, quien continúa así la senda comenzada con la reciente entrega a la cultura nacional de Cincuenta Novelas Colombianas y una Pintada. Inmenso el significado, venerable el sentido de esta reunión, en tiempos de poesía -para las acepciones lato y general- intimidada por la guerra madre, la del dinero, y sus hijas legítimas, inútilmente por lo visto.

POETAS DE LA ANTOLOGÍA
Albeiro Arias
Iván Beltrán Castillo
Winston Morales
Ramón Cote Baraibar
Juan Felipe Robledo
Antonio Correa Losada
René Arrieta
Betsy Barros Nuñez
Juan Carlos Bayona
Myriam Castilo
Patricia Castillo
Ana Patricia Collazos
Fadir Delgado
Andrés Francel
Gustavo Adolfo Garcés
Liliana Gastelbondo
Leonardo Gil
Giovanny Gómez
Catalina Gil González
Aldemar González
María Clara González
Irina Henríquez
Jaime Londoño
Jairo Alberto López
Edgar Emilio Lozano
Omar Martínez
Felipe Martínez Pinzón
Robert Max
Julio César Medina
Argemiro Menco Mendoza
Elías Mejía
Emiro A Merlano
Álvaro Miranda
Omar Ortiz Forero
Hellman Pardo
Carlos Patiño Millán
Jairo Polanco Bolaños
Elkin Restrepo
Armando Rodríguez Ballesteros
Cecilia Rojas
Armando Romero
Nelson Romero
Mery Yolanda Sánchez
Edgard Sandino
Hernando Socarras
Lindantonella Solano
Patricia Suárez
Nicolás Suescún
Jorge Torres Medina
Miguel Torres P.
Marcelino Triana
Beatriz Vanegas
Nicanor Vélez
Ana Mercedes Vivas
José Zuleta Ortiz

POETAS DE LOS LIBROS
Cántico de la piedra. Giovanni Quessep
Ecos de un vigía. Jaime García Maffla
Antología arbitraria. Jotamario Arbeláez
Restauración de la palabra y otros poemas. Eduardo Gómez
Tiempo de la memoria. Maruja Vieira
Antología. Víctor Gaviria
El legado del fuego. Gonzalo Márquez Cristo
En flotación. Fernando Rendón
Estación profética. Amparo Osorio
Antología provisional. Eduardo Escobar
Las horas olvidadas. Federico Díaz-Granados
Consumaciones. Julio César Arciniegas
Fragmentos del silencio. Jorge Cadavid
Brocal del pozo. Orietta Lozano
Antología. Olga Malaver
Ataúd tallado a mano. Flóbert Zapata
Antología poética. Carlos Fajardo Fajardo
Peldaños para escalar la noche. Esperanza Carvajal
Ab Imo Pectore. Carlos Castillo Quintero
Cuando papá perdió la guerra. Juan Gustavo Cobo Borda
Postal de la memoria. Luz Helena Cordero
Letanías del escribiente. Rafael Del Castillo
La fiesta perpetua. José Luis Díaz-Granados
Sensaciones. Gloria Stella Díaz Salom
Antología personal. Gabriel Jaime Franco
Diario vivir. Luz Mary Giraldo
Nubes verdes para una ciudad gris. Julio Cesar Goyes
Tríptico de la luz. Hernando Guerra Tovar
El poema es nuestro viaje. Samuel Jaramillo
Transitar. Myriam Jiménez Quenguan
Cuarto creciente. Pedro Licona
Desde el fondo del espejo. Félix Ramiro Lozada
Libro de las abluciones. Carlos Alberto Castrillón
Los párpados cerrados. Gonzalo Mallarino Flórez
Ocultos incidentes. Yezid Morales Ramírez
Espejo de Andrómaca. Lydia Inés Muñoz
Algunas prosas y otros poemas. Santiago Mutis
Palabras migratorias. Jorge Eliécer Ordóñez
Por el portón salen los ausentes. Celedonio Orjuela
Para simular el trance de una ida. Enrique Rodríguez Pérez
Antología. Gustavo Rubio
Correo de la noche. Juan Carlos Acevedo
Cantos para anunciar la luz. Conrado Alzate Valencia
Tiempo rojo. Luz Ángela Caldas
Belleza partida. Eugenia Sánchez Nieto
Presencia del amor. Fernando Soto Aparicio
Antología personal. Gustavo Tatis Guerra
Rutas sin recompensa. José Antonio Vergel
La piel del agua y otros poemas. Mariela Zuluaga
Travesía del instante. John Fitzgerald Torres








© 2010 Flóbert Zapata

sábado, 3 de julio de 2010

LA COPLA: UN LUGAR EN EL CORAZÓN DE LA GENTE

Escribo y escribo coplas, un día lejano la selección, en estado de entresueño o dolor de cabeza: la que despierte o anestesie va en una primera fase. Del 2009 quinientas, que anoche en el mazamorreo dejaron 150 pepitas, muchas, reducidas en el futuro a la mitad, según calculo. Había pasado un año para algunas, para las menos seis meses, suficiente olvido, distancia, desasimiento, en pos de mirada neutra, ajena, despiadada. Trescientas cincuenta que implicaron minutos, horas, días de forcejeo, búsqueda, ansia, van al cesto porque los remiendos cuestan más que hacerlas nuevas o al ofrecer poco.
Invertido en el breve, sencillo chispazo más de lo que se cree. En mí caso desde la poliperspectiva: memoria, retrato, ironía, circunstancia, fiesta, hasta la eminentemente creativa, académica, de pensamiento, lirica.

La copla, sencillo es,
funciona como la luna.
No puede haber media copla
ni haber dos coplas en una.
F. Z.

Un sombrero tengo blanco
y un sombrero tengo negro.
Con negro parezco novio,
con blanco parezco suegro.
F. Z.

No grabé un nombre en un árbol
o iniciales en la piel.
Nunca la fui fiel a nadie,
nunca nadie me fue fiel.
F. Z.

Como los poetas hoy no escriben con rima me inhibí de explorar la fascinación que sentí por el género de adulto, de niño no existía sino por desgracia el artefacto del chiste rimado, excepto las ocasionales chapolas de trovadores naturales describiendo crímenes atroces, cuando esto podía hacerse, no porque fueran inocentes los tiempos. Esta anónima del XIX, en la edición de Sobre los ángeles de Visor, exaltada por Rafael Alberti, tiembla de sencillez:

El anillo que me diste
fue de vidrio y se quebró,
el amor que me tuviste
fue poquito y se acabó.

Díganme si la miniatura extrema que sigue no contiene el universo de la libertad y el viaje, también sin autor conocido, con la que hice la letra de una canción.

Que no la llame,
que ya no viene,
que tiene otro
que la entretiene.

Entonces dejé de depender de los demás, de soñar con la inmortalidad y esas cosas metafísicas y di comienzo a la experiencia, tan difícil que por un tiempo renuncié. Me divierte mucho, ofrece grandes posibilidades, día a día las hago con menor dificultad, aunque no con maquinita, porque cada una ofrece aventura y angustia distintas. Mucha gente sin suficiente dedicación forja mediocridades y espanta a los lectores pero ante una copla decente, en el sentido artístico, se guarda silencio.
Nos sacude al recordarnos que a veces escribimos más pensando en un lugar en las enciclopedias que en un lugar en el corazón de la gente. Porque evadimos la realidad de esperanzas sin empleo y cerebros sin proteína, porque la ensimismada realidad ideal o nostálgica suplanta en el verso a la realidad del momento histórico preciso que nos toca vivir. No digo que haya que escribir de una forma pero si que debemos interrogar de manera constante lo producido en relación con la sinceridad, que para hipocresías ya estamos en el reino.
Sin embargo todos los poetas aman la copla. De la mitad para arriba del libro suelen incluir una.

Entre bomberos no
se pisan la manguera
y entre poetas no
se pisan la tristeza.
F. Z.

Manizales, viernes 03-07-10

© 2010 Flóbert Zapata