jueves, 30 de mayo de 2013

EL TRISTE ESPECTÁCULO DE TI MISMO. Por Flóbert Zapata Arias

(Ilustración: obra del artista plástico tolimense Marco Alejandro Rico Salas)

La muerte es un lugar en el que te cobran para entrar a ver el triste espectáculo de ti mismo.
La vida es un lugar más cruel aun: ni pagando te permiten entrar a ver el triste espectáculo de ti mismo.
Eres una moneda con la que otro paga para no ver el triste y cruel espectáculo de sí mismo.
San Antonio de Prado, Medellín. 18 a 26 de mayo, 2013.


© Flóbert Zapata, mayo de 2013

lunes, 13 de mayo de 2013

EL ASNO DE ORO (Lucio Apuleyo). Por Flóbert Zapata

El título me desanimaba, un asno de oro, no, no me gustaba la idea, cuestión personal, asociaciones que no tenía cómo borrar. La metamorfosis, su otro nombre, tampoco se desmarcaba, porque siempre lo asocio con la metamorfosis de la mariposa.

Esta semana lo leí de un tirón, tanto envuelve, delicioso, superlativo. Nos muestra las vísceras del mundo romano con sus edemas y sus metástasis, única vez que no se ocupa de sus galones, su mapa en proceso de engorde y sus conspiraciones. 

Lucio, por un error de brujería, resulta convertido en asno cuando esperaba convertirse en ave, en un asno corriente, con orejas, rebuznos, cascos y grandes dientes. En ningún momento se convierte en un asno de oro, ni siquiera su piel tiene espectro rojo. Luego comprobará que el oro es amarillo pero tiene el alma roja, porque se alimenta de sangre como las acémilas de cebada, cuando cuentan con suerte. Para salirse del embrujo debe comerse unas rosas, pero se le vuelven esquivas y sólo las encuentra al final del libro en una procesión con ecos de Semana Santa cuando niño, a manos de un sacerdote instruido por la diosa Isis. La historia del asno, intercalada con el conjunto de las microhistorias de sus dueños y de otras de la narración oral, crónica novelada o novela cronicada,  sí es de oro, vale mucho, enseña más que un profesor de historia, aunque cualquiera enseña más que un profesor de historia, para eso le pagan, para que no la enseñe, para que enseñe sólo su urna cineraria, sin abrirla por supuesto. Qué triste la historia convertida en la insufrible lista de nombres y fechas en desperdiciado esténcil del profesor Ramiro.

La casa donde se encuentra Lucio, que de asno no tiene sino el cuerpo porque conserva su personalidad y percepción humanas,  sufre un asalto de ladrones, quienes también se lo llevan como bestia de carga. Desde ahí comienza una vida atroz para el asno, llena de férula, heridas y llagas, intentos de homicidio y castración, esclavitud y hambre, como nadie lo puede imaginar y que muestran más la maldad del hombre que la evidente mala conciencia del hombre frente al animal, en el fondo resumen de la mala conciencia del hombre frente a sí mismo.  Al lado de lo que padece, todo lo que ve y lo que oye nos lo cuenta en el libro y esa ristra de relatos constituye su valor excepcional y vidente.

En el teatro de Roma los actores cómicos usaban sandalias humildes y los actores trágicos usaban zapatos altos y ostentosos llamados coturnos. De ahí la expresión Cálcese los coturnos, o sea póngase serio. Podemos decir que en El asno de oro Apuleyo, o de quien quiera que se trate porque se habla de una adaptación del griego, cuenta la tragedia con sandalias, sin duda para evadir la censura. ¿Qué tragedia cuenta? En general la tragedia de la cultura romana: la mezcla explosiva de la usura, su vástago la misoginia, y la religión,  compartimiento de la usura o a la inversa,  cuando destruye la fe y se da la ascensión de la falsa fe y la conversión del fin de la religión en un medio para satisfacer los caprichos y las perversiones de un ego colectivo escabroso y canallesco. En lo particular cuenta los pensamientos y acciones íntimos de los dominantes plebeyo de alma con plata y plebeyo de clase en su lucha por sobrevivir, aunque no falta por allí el personaje noble, idealizado o no, junto a las divinidades de entonces: Cupido enamorado de la humana Psique nos muestra que a los celestes los mueve las mismas pasiones humanas, que las divinidades deben entenderse finalmente como hipóstasis de lo mundano templado hasta el fondo de la imaginación y la enfermedad. Pasando de dueño en dueño, como un hombre pasa hoy de trabajo en trabajo, el asno como el hombre encuentra algún jefe bondadoso pero la mayoría no pasan de rufianes sin remedio. Todas esas vidas, sus salvajadas fuera de cause y sus fechorías macabras las ve y escucha el asno, con el que por parejo compartimos los azotes y la curiosidad. Soy tú, parece decirnos el asno, a dieciocho siglos de mi historia todo sigue igual, sólo que ahora tú eres el asno. Y le damos la razón, nada hay de diferencia entre la miseria terrosa y la crónica roja de hoy, pública y privada, y los sucesos y noticias de entonces: venimos mal desde la raíz. Así por encima podemos hablar de envenenamientos, chantajes, codicia, sobornos, falsificaciones, traición, hipocresía, mansalva, calumnia, mentira, violencia, agüeros, supersticiones, torturas, sadismo, incautos, negociantes de la fe… que sólo han cambiado de ropaje. A la par con esta constitución de podredumbre, inseguridad y terror la  religiosidad obsesiva de los romanos.  Lo que hicieron al desembocar en el nuevo credo no pasó de un cambio de denominaciones, preciso en el catolicismo, en los últimos capítulos sin dificultad en Isis vemos a la Virgen María y en Osiris a Dios.   Para rematar, Lucio fuera de la piel del asno se va a La Ceja para iniciarse en los misterios de la sagrada oscuridad, baja a las fronteras de la muerte, pisa el umbral de Proserpina, pero finalmente el propio Osiris le recomienda que continúe su carrera de abogado y escritor y se sobreponga a la envidia y la difamación que se habían ensañado criminalmente con él.       

La Carolita, lunes 6/may/2013

 

© Flóbert Zapata, mayo de 2013

NO SIENTO SIMPATÍA ALGUNA POR ESE HOMBRE. Por Flóbert Zapata

La hija de Ariel Castro, llena de horror y asesinada por la decepción dijo: “Ariel Castro ha muerto para mí. No habrá visitas (a la cárcel), no habrá llamadas de teléfono. Nunca volverá a ser papá, no siento simpatía alguna por ese hombre”. Angie Gregg demuestra que está sana. Me pregunto cómo un monstruo pudo encargarse de una niña sin contagiarle su enfermedad, sobarle su cabeza con sus manos de esclavista. Qué mal estás Estados Unidos. Con todo el dinero que tienes y te niegas a pagar una educación que supere las supersticiones misóginas, justo el origen de la locura. La otra vez publicaron el caso de una joven recién casada que llevaba meses negándose a hacer el amor con su contemporáneo marido por el miedo que le implantaron sobre la sexualidad. Y te niegas a dar una televisión distinta a consumo y ausencia de ideas. Podrías al menos preguntarte qué papel juega la comida en tu gente, si desde los supermercados le están llegando al cerebro substancias que degeneran el sentido natural de bondad del hombre al nacer, o quizá se trate del agua envenenada por el plomo y el mercurio de la minería o de los residuos de la energía nuclear. La sociedad más vigilada es la sociedad más peligrosa y más cruel. Construiste una jaula, te golpeas en los barrotes y sangras, demasiado a menudo, ahora hacia afuera.  

La Carolita, Sábado 11/ene/2013

 


 (Ilustración: obra del artista plástico tolimense Marco Alejandro Rico Salas)

 

© Flóbert Zapata, mayo de 2013

miércoles, 8 de mayo de 2013

HAY POETAS BUENOS. Por Flóbert Zapata Arias Montes Carvajal

Hay poetas buenos que los publican en todas partes y hay poetas buenos que no los publican ni en la casa.
Hay poetas buenos que sólo serán conocidos vivos y hay poetas buenos que sólo serán conocidos muertos.
Hay poetas buenos que son recordados vivos y serán olvidados muertos y hay poetas buenos que son olvidados vivos y serán recordados muertos.
Hay poetas buenos a los que los hacen leer las maestras y hay poetas  buenos que hacen leer a las maestras.
Hay poetas buenos y nada leídos y hay poetas buenos y leídos.
Hay poetas buenos conocidos en su tierra y desconocidos afuera y hay poetas buenos conocidos fuera de su tierra y desconocidos adentro.
Hay poetas buenos chiquitos que son en realidad grandes y hay poetas buenos grandes que son en realidad medianos.
Hay poetas buenos que ganan premios y hay poetas que por buenos nunca ganarán un premio.
Hay poetas buenos a los que les dan trabajo con monedas y hay poetas buenos a los que no les dan ni trabajo ni monedas.
Hay poetas buenos que creen que son más buenos de lo que son y hay poetas buenos a los que les hacen creer que son menos buenos de lo que son.
Hay poetas buenos…
 
La Carolita, miércoles 20/feb/2013
© Flóbert Zapata, mayo de 2013


martes, 7 de mayo de 2013

NUEVO SERMÓN DE LA MONTAÑA. Por Flóbert Zapata



AMBIENTALISMO
Mira las aves del cielo, no le hacen daño a nadie,
nos enseñan a volar, no siembran, no cultivan,
no almacenan y nunca les falta alimento,
aunque ya las echan cortándoles los árboles,
aunque mueren cuando chocan con los aviones,
aunque después caigan muertas por los pesticidas
que le aplican a los cultivos o engendren hijos sin ojos 
a los que se comen enloquecidas.

INMIGRANTES
Considera los lirios del campo y de la ciudad,
cómo crecen, no hacen daño, trabajan,  
hilan, tiñen los hilos de la alegría en la mirada,
te digo que ni siquiera Salomón con toda su gloria
se vistió como uno de ellos,
lástima que los que se llevan el cielo
para ellos solos los obligan a irse a la guerra
o al  extranjero a morir lejos de su tierra
y a no asistir al entierro de su madre o de su padre.
*
Qué sabio y poético El Sermón de la Montaña, breve y suficiente bitácora de vida, si se le descuenta su obcecación con los que creen distinto, los gentiles, y la mancha cruel de la misoginia, toda una obra maestra. Pero los eclesiásticos y los creyentes hacen exactamente lo contrario de estas palabras. Si hubiera conocido siquiera a una sola persona que viviera de acuerdo con este Sermón la hubiera seguido, una persona que no gozara dejando sin nada de esperanza a los demás, que se dejara ver, nunca hubiera renunciado a la religión que,  adulterada, mató mi fe al inyectarle carreras, silencio a las preguntas y miedo. La educación y la imposición hicieron su trabajo pero tan grande llegó el golpe del desaliento que todo se vino abajo aunque el mundo estaba compuesto de tres cuartas partes de tierra y una parte de agua, bastó una corriente de lluvia para arrastrarlo, no se necesitó el río y el mar no existía. Los invito a leerlo, les tomará veinte minutos, la brevedad otra de sus maravillas.


La Carolita, marte 7/may/2013
© Flóbert Zapata, mayo de 2013

lunes, 6 de mayo de 2013

LINAJE. Flóbert Zapata


Fui a la Registraduría a sacarle cédula a mi importancia pero me responden que sólo se la dan a personas. Después de mucho insistir me dijeron sonriendo que trajera su Registro de nacimiento y entonces lo pensaban. Que se burlen, que se burlen de mi importancia, de mi amada importancia, del centro de mi vida, del camino para llegar directo al corazón de dios. Ataúdes sí me ofrecen para mi importancia, y cementerios, y lápidas, y hasta llegan a sugerir que la mate, que la traicione, porque ignoran su condición eterna, los muy imbéciles, los mercaderes, los fieros ateos de la importancia, miembros del partido político de Buda y milicianos del brazo armado de Lao tzé. 

Desde que nací soy importante, desde antes, desde siempre, me esperaba la importancia.

Altos políticos celebraron mi llegada, no me bautizó cualquier cura de aldea sino un obispo, ¡Cómo me van a decir que no existe la importancia! La palpo, la huelo, la acaricio, la defiendo, la alimento, la educo, la preño.

Igual si hubiera nacido pobre me hubiera acompañado la importancia, porque se trata de linaje, de predestinación, nací para ser importante, para descollar, para ascender, para que me miren desde abajo los prosaicos y baratos, el rebaño astroso y filisteo.

Mi mortal cuerpo se podrirá pero mi importancia no, permanecerá eterna entre los hombres recordándoles que existí,  que su belleza me perteneció y que a mi espíritu lo posee la inmortalidad gracias a ella.

La Carolita, miércoles 1/mayo/2013

 

(Fotografía: casa rural, Neira)

© Flóbert Zapata, mayo de 2013

viernes, 3 de mayo de 2013

ELEGÍA A RUBÉN DARÍO DE JOSÉ MARÍA VARGAS VILA. Por Flobert Zapata Arias Montes


Hablo sobre los libros como un lector más pero como un lector sincero, suficiente en este mundo literario amellado por la contra-ideología, convertido en un mercado como cualquier otro y poblado por el engaño y el racismo de los vividores.
He leído tres libros de Vargas Vila: Ante los bárbaros (gracias Édgar Cocherín por recomendármelo), el minotauro y Rubén Darío. Y tengo que decir que me han causado una conmoción tan grande que sin duda lo colocaría como uno de los primeros candidatos al Anti-Nobel, galardón de aquellos que por colosales han sido enterrados (gracias Onel por hablarme de él con el entusiasmo del verdadero amigo) en el cementerio de los innombrables de la patria del nunca.
Incurren en el sofisma quienes descalifican a Vargas Vila, le ponen sordina y lo declaran muerto. Ningún escritor está tan vivo en nuestra lengua después de que han pasado más de cien años de un fulgor poderoso que parece apenas llegado. Lo que le achacan como defectos son en realidad virtudes: donde dice ampulosidad léase fuerza, donde adjetivador malo léase adjetivador único, gloria del arte de adjetivar. Donde no dice nada léase librepensador, rebelde, justiciero, desenmascarador de la astracanada. Bastardo entre los  genios de la lengua española condenado por el mayor pecado de todos, el de llegar directo al alma del necesitado y al necesitado de alma.
Su biografía de Rubén Darío, su contemporáneo, su admirador, su amigo personal, con quien compartió tantos momentos, rebosa de lucidez, de alegría, de delicia, de amor, de nobleza. Nada hay aquí de tráfico porque lo detestaba y porque no lo necesitaba, ninguna más cargada de dignidad que la vida de Vargas Vila. Lo reconoció cuando nadie lo reconocía, lo ayudó cuando todos le dieron la espalda, le ofreció el hombro para que llorara sus miedos de supersticioso y sus fracasos de amor. En los últimos capítulos entrega la insuperable interpretación de su obra, sustentada por la humanidad desnuda de los capítulos anteriores. La mayoría de los biógrafos brillan más que la biografía pero Vargas Vila brilla al buscar sólo que brille su amado Rubén Darío, el que “no tuvo discípulos ni rivales”. Creo que esta elegía inédita de Vargas Vila sobre Rubén Darío, llamada El sol de los vencidos, que me honro en publicar por primera vez,  se debe contar al lado del Llanto por Ignacio Sánchez Mejía de Federico García Lorca y de la Elegía, a Ramón Sijé, de Miguel Hernández.



EL SOL DE LOS VENCIDOS

“Llegó a la barca negra./ Y lo vieron hundirse/ en las brumas del lago del misterio/ los ojos de sus cisnes”.

El alma profunda del poeta, parecía hacerse más visible,
en este principio de consunción que era como la de un cirio,
cansado de arder ante el altar de un dios,
que valiera menos que él.
Y mis ojos y mi corazón siguieron con angustia el vuelo
del cisne suave y doliente a través del océano.
 No les dejó sino el canto, un canto de crepúsculo,
para resonar en el corazón de la Muerte
y cantar en su agonía, todos los pesares de la Tierra,
miserablemente engañada por el cielo.
Como moscas pútridas, sobre el cuerpo indefenso
de un cisne agonizante, todo lo abyecto, lo infecto,
lo sospechoso, que el oleaje de las guerras americanas,
había arrojado sobre la bella playa catalana,
cayó sobre el Poeta, lo cubrió, lo ahogó, lo devoró…
Me llegaron después ecos de la odisea dolorosa…
El poeta asesinado, no acababa de morir…
¡Como los cisnes tiene dura la vida!
el glorioso cisne iba arrastrado hacia su fin fatal…
hacia la muerte…
la muerte…
ese Ocaso sin entrañas, que devora todos los soles…
la muerte, que es también un sol;
el Sol de los Vencidos.
Conoció el Alma del Dolor, cuando los otros,
no llegaron a conocer, sino el Dolor del alma.
La Vida lo hirió y no lo manchó…
La luz permanece pura, nada puede contra ella,
el verdoso temblor del fango infecto…
la Vida, lo entristeció, no lo envileció;
no pudiendo mancillarlo, se conformó con hacerlo llorar…
como a todos los Poetas…;
¿qué es un Poeta sino una copa de lágrimas,
en la cual se refleja el corazón del Sol?...
ningún dios ha muerto sin llorar…
como los hombres…
¿Cómo ese Hombre, todo pasividad y todo miedo,
cargado con todas las esclavitudes, de rodillas ante ellas,
sufriéndolas y cantándolas todas, desde la de Dios,
hasta la de los tiranos tropicales,
pudo combatir por la Libertad Literaria,
sin otras armas que una lira antibélica en la mano?
Él desenterró la espada lírica de Garcilaso,
y la unió al bastón de peregrino de Rimbaud;
hizo cantar a Santa Teresa,
acompañada por el violín perverso de Verlain;
hizo danzar el solideo de Góngora,
en las manos profanas de Mallarmé;
embriagó a San Juan de la Cruz,
con el ajenjo de Baudelaire;
aprisionó las rimas de Benville,
en la red arcaica de Jorge Manrique;
Un crepúsculo denso caía ya, sobre la Vida,
y sobre la Obra del Poeta;
el sol de la celebridad empezaba a declinar
sobre un cielo de Olvido;
los áureos olivares que lo circuían,
quedaron pronto desiertos;
sus jardines, empezaban a entrar en soledad;
su gloria, empezaba a tener para él,
inclemencias de sepulcro;
respetado, amado, admirado, era sin embargo,
ya algo como un dios sobre el ara de un templo vacío;
sus cisnes yacían inmóviles, a sus pies,
cerca a las ondas del lago taciturno hecho violáceo;
agobiado por la corona inmortal de sus triunfos,
volvió a la Vida, a los dioses sus hermanos,
y se fundió en ellos.
JOSÉ MARÍA VARGAS VILA

La Carolita, jueves 1/may/2013
© Flóbert Zapata, mayo de 2013



miércoles, 1 de mayo de 2013

DESTINO CIEGO. Por Flobert Zapata Arias Montes Carvajal

(Obra del artista plástico tolimense Marco Alejandro Rico Salas)


Los puedo mirar sin temblores si no tienen ojos.
No si no tienen alma, que no tienen,
¿o cómo se explica esa desbocada reserva
de frío insoportable y soportado,
de frío impuesto que imponen? 
No me hieren, no me controlan,
no me matan, si no tienen ojos.
Y no tienen ojos, se los he arrancado,
y yo tampoco, me los hicieron arrancar ustedes
para que les expresara gratitud,
lo que prueba que me envenena mal el egoísmo.
Puedo leerles mis poemas si quieren,
cuentan la utopía de vivir con ojos
y de verlo todo, hablan de tiempos
en los que teníamos ojos y nos matábamos,
de pueblos que nunca se mataban,
muestran cómo sin ojos se mata cada uno solo,
cumpliendo con el deber,
entregándose al destino ciego.
La Carolita, martes 30/abr/2013
© Flóbert Zapata, mayo de 2013