martes, 27 de noviembre de 2007

HISTORIAS TRISTES DE MARRANOS (Pequeñas crónicas)

(Ilustración: Juan Carlos Flórez Arcila)
Entre la risa, la ira y la compasión estas experiencias, algunas con demasiado dolor, otras con franco sadismo. Mateo (Alumnito de tercero de la primaria del Colegio Bosques del Norte) me cuenta una historia que no quería oír y que me sorprende. Se la repito a Alonso, su profesor del año pasado, sin recordar que fue carnicero y me suelta otra. Así quedó mi bifronte, pequeña crónica. Hasta que se las relato a los alumnos. Y cinco de ellos sacaron sus cajitas de música y pusieron a sonar los restantes sucesos macabros que la cultura les hizo ver como normales. Post Data: Leído este material por Fernando Montoya, profesor trasladado a Bosques en febrero del 2008, su evocación fue el apílogo que por no saber que necesitaba nunca hubiera encontrado.

El desmayado
(Mateo Castrillón. De contextura gruesa, por lo cual en la cuadra le dicen, sin que le moleste, Ñoño).
Cuando yo vivía en Comuneros, el 24 de diciembre hace dos años, un vecino tenía marrano listo para matar. Cogió un destornillador y se lo clavó en el corazón y el marrano quedó tieso. Entonces lo subió en el helecho que había en el patio para chamuscarlo y, apenas le echó candela, el marrano por el calor se despertó, se volteó y salió corriendo. Casi que no lo cogen. Cada que veo a ese señor me acuerdo y me muero de la risa.

Cocacolos y revólver
(Roberto Alonso Hincapié, excarnicero y ahora sólo docente).
Eso fue en Chipre, hace como tres años, en un patio que se veía por el interior de la casa de mi mamá; ella vivía por los lados de la iglesia. Yo estaba ahí parado pensando la vida, solo.
Hay gente tan muertadehambre que no son capaces de contratar a alguien que sepa matar un marrano. Y hay cocacolos que se copetonean y creen que eso es muy fácil. Habían tres bebiendo y uno de ellos dijo “Yo lo mato”. Y agarró un cuchillo, imagínese, sabiendo que se acostumbra hacerlo con una lezna o con un destornillador para que el animalito no sufra.
Desataron al animal, lo tumbaron, le abrieron las manos y el tipo le clavó el cuchillo y nada que le encontraba el corazón. Del sufrimiento el marrano chillaba desesperado y se les soltó y comenzó a correr por el patio votando sangre y con el cuchillo hundido.
Lo volvieron a coger, le sacó el cuchillo y se lo volvió a clavar cerquita, hurgándole el pecho como loco. Liso por el sudor y la hemoglobina, el marrano por segunda vez se zafó y corrió con el cuchillo colgando en medio de las chorreras de sangre.
En las carreras el animal resbaló y uno de ellos sacó un revolver y la pegó un tiro en la cabeza.

Muerto de miedo
(Sebastián Machado. Lo llaman Manchado y no porque yo diera la información de que así se mofaban del gran cantor español por llevar los trajes sucios. Después de que le hablé de su importancia sonrió y no volvió a quejarse de su apellido, que consideraba feo).
Un amigo estaba matando un marrano y el marrano hacía fuerza y fuerza y fuerza y de la fuerza que hacía se orinó y se cagó.

Guillotina de mano
(Carlos Andrés Páez. El petiso paramuno de ojos verdes)
Mi papá estaba matando un marrano con el cuchillo y no quería morir y sacó un machete, le dio en la cabeza y se la mochó. Cayó al suelo y el cuerpo parado.

Sadismo desmedido
(Daniel Felipe García. El pensador)
Una vez estaba yo en la carretera vía al Guamo viendo al matarife cómo mataba un cerdo. El muchacho le clavó la chupa (por producir una herida que impide la salida de sangre llaman así al destornillador) en el pecho y el cerdo no murió. De la rabia le cortó una pata de un tajo con un machete. Después le hundió el machete en el estómago hasta que le salió al otro lado. Como seguía vivo, le colocó un soplete (lanzallamas a gas) en la cara y en el cuerpo y ahí si murió.

Alguien compasivo
(Bryan Andrés Salazar. El afectuoso contador)
La navidad pasada mi abuelo iba a matar un marrano. Le metió el chuzo en dos veces pero no quiso morir. Entonces lo cosió y lo dejó vivo porque o si no se le dañaba la suerte.
Un muchacho le sugirió que le metiera soplete y él le dijo: “¿Sí? Venga le meto el soplete por ese culo pirobo a ver si no le duele”.

Con motosierra
(Yimmi Ortiz. El que conoce muchos caminos)
Cuando estaba en Yopal-Casanare iba a llevar pedidos con mi hermano. El trabaja en Postobón. Resulta que una vez fui a llevar un pedido a un pueblo llamado Aguazul y un señor iba a matar un marrano. Con una motosierra le mochó la cabeza y le abrió la barriga.

Envenenado
(Román Federico Hernández. Los ojos que hablan)
Una vez mi abuelita me contó que cuando yo era pequeñito y vivíamos en Ibagué, en una cañada un amigo de ella se encontró un marrano muerto. Lo levantaron, lo cargaron y lo llevaron a un CAI. Los policías le dijeron que se lo llevara para la casa. El mismo día lo arreglaron y se lo comieron. Todos los que comieron carne del marrano se murieron. Estaba envenenado.
(Manizales, noviembre del 2007)
Entrenamiento
(Fernando Montoya López. El incomparable lector)
Por los lados de Villamaría un mecánico mató un marrano en una parranda y satisfecho dijo en broma:
—Hoy mato un marrano, mañana mato un humano.
Trabajo del inconsciente, simple coincidencia, al otro día, borracho, mató a un tipo de una puñalada en el corazón.
(Manizales, marzo del 2008)

miércoles, 21 de noviembre de 2007

SALUDOS DE ADRIÁN PINO VARÓN

Enviado: viernes, 2 de noviembre, 2007 18:48:32

Flobert:

Reciba un cordial saludo. Espero que se encuentre bien, se lo digo de corazón. Le quiero agradecer tres cosas: la inclusión en el blog de escritores caldenses; su gran empeño en divulgar la literatura nuestra, pese a las corrientes de agua que a veces se tornan contrarias; y tres, porque me motivó a crear mi propio blog. Cada vez son mayores mis motivos para decirle que mi gratitud hacia usted es transparente y fuerte, inamovible. Recuerdo que hace muchos años, en Chinchiná, usted me dijo que yo tenía talento cuando le enseñé dos o tres textos (sonetos), y su motivación me llevó a la Casa de Poesía Fernando Mejía. Por usted conozco la literatura. Y eso es algo que no olvido. Gracias maestro.

Adrián Pino Varón

•• •

Enviado: miércoles, 21 de noviembre, 2007 7:25:22

Flóbert:

Nuevamente gracias por su amabilidad. Cuando un hombre se libera de las soberbias que lo van curtiendo en el transcurso de la vida, encuentra una paz interior difícil de definir, una libertad con el mundo circundante que hace que se mueva como pez en el agua. Y de usted nunca he conocido la soberbia que tiene enlagunados a más de un escritor que anda suelto por ahí, como si su palabra fuera la última o tuviera el derecho de ser la guillotina que rebana cabezas. Un abrazo siempre en la amistad.

Adrián Pino Varón

lunes, 12 de noviembre de 2007

¿POR QUÉ NO SE CALLA?

(Sea Rey con esta corona. Precio:US$2.10
En la XVII Cumbre Iberoamericana un “rey” de corbata y traje, como cualquier modesto empleado bogotano colgado en buseta de lunes. Nada que ver con los del naipe y los cuentos de hadas: barba y cabellos abundantes, canos y hasta el cuello, cetro, corona, túnicas largas de colores fuertes, trono, en estos tiempos inexcusable por la facilidad de transportar lo delicado o grande (en los dos sentidos). Incapaz de convencer a nadie del fin de la historia, de que la esperanza está en el pasado y de que las pesadillas políticas contemporáneas son peores que la superstición de los anillos. Desde España socialista los muertos saliendo de las vitrinas del museo donde antes guardaban los recuerdos.

La corona. ¡Un rey! ¡Una reina! ¡Una familia real! No sólo anacrónico el asunto. Riesgoso. Las monarquías fueron necesarias para desnudar la maldad del hombre. Desde la invención de la imprenta dejaron de ser asunto importante. Con el Internet se ven francamente ridículas. Para colmo socavadoras del arte: "Majestad" es el término más antiliterario que pueda existir, aun cuando se devuelve. Y los tales se ayudan y se lo creen. Señalan con el dedo acusador a presidentes mestizos. Pasó el tiempo de los virreyes, ¿por qué no regresa a su vitrina, hijastro de Franco y padrastro de su recuerdo? Mire como enredó a Zapatero y lo puso a pisar caca de gato: confundido e irreconocible. Y a García Márquez, en su reciente homenaje, al invitarlo más que como figura típica.
11/11/07

miércoles, 7 de noviembre de 2007

MÁNDELO AL CONCURSO —O sobre la pobreza editorial en Manizales y Caldas—

Héctor Juan Jaramillo
Si se deja la posibilidad de que algo sea mal utilizado, será mal utilizado. ¿Tiene un libro que quiere ver impreso? “Mándelo al concurso”. Y el concurso es único y penosamente bianual pero “Mándelo al concurso”. Cuando se trate de un grupo, en una reunión pueden ser despachados con la hipócrita invitación ahorradora de tiempo y saliva: “Mándenlos al concurso”. Cualquier secretaria o portero podrá tener a flor de labio la frasecita para deshacerse de los impertinentes que quieren meterse hasta la sala: “Mándelo al concurso”.
La edición 2007 de este concurso que publica una obra por modalidad, convocado por la Gobernación, no incluyó novela ni teatro pero “Mándelo al concurso”. En esta ocasión le dio el espaldarazo a dos autores que habían mostrado suficiente pasión para merecerlo: Carlos Augusto Jaramillo y Conrado Alzate. Este buen ruido inapreciable es el que, en efecto (y en efectivo), proporcionan los concursos. ¿Quién puede negar además que después de esta música en metálico, piropos y letras de molde la probabilidad de una producción de mayor envergadura aumente?
Duván Marín, hombre humilde, de vida económica difícil, llevó a la Secretaría Departamental de Cultura un libro, en el que muestra verdaderos progresos, a ver si le ayudaban a sacarlo a la luz ¿y qué respuesta recibió?: “Mándelo al concurso”. ¿O fue en el Instituto de Cultura y Turismo donde vivió esta frustración? Da lo mismo, la reacción es igual, incluso en el tono.
Por más y más lugares del Estado, en más y más bocas burocráticas se escucha como exorcismo hecho máxima: "Mándelo al concurso".
Al periodismo literario (crónicas, reportajes, entrevistas, artículos, reseñas, etc), no considerado, se le aplica la receta por parejo: “Mándelo al concurso”. Por supuesto al testimonio (memorias, diario, biografía, autobiografía, etc): “Mándelo al concurso”. Y al antigénero, aquello que no cabe en las clasificaciones tradicionales: “Mándelo al concurso”.
Héctor Juan Jaramillo también escuchó la sugerencia: “Mándelo al concurso”. Sólo que participaba poco del mundo exterior por estar leyendo y escribiendo bien. ¿Ahora quién va a publicar su obra? Nadie. Porque si vivo no era afecto a la competencia muerto menos. Reúne lo inédito de Héctor Juan todas las condiciones de calidad para que lo saquen del sótano y bloquear de paso la tradición de publicar a la gente cuando ya no puede decir nada sobre esta y otras agrias tradiciones paradójicas.
Por las calles de Manizales y por los restantes municipios nos encontramos a menudo con jóvenes de todas las edades que portan su inédito de poesía en el bolso. No uno, no dos, decenas, que necesitan del reconocimiento o del estímulo potenciador de destinos y a los que somos incapaces de inocularles una dosis de “Mándelo al concurso”
¿Qué ha sido lo mal utilizado aquí? El concurso, para desentenderse de las necesidades individuales de unos ciudadanos, gremiales de unos profesionales y espirituales de una comarca. Es decir para no ofrecer una política editorial, que es indiscutible, innegable, urgente e inaplazable y que a pesar de todo niegan sin discutirla y aplazan para trivializarla.
Semejante estupidez a la que hemos llegado: que para que una obra sea publicada tenga que ganar un concurso.
Francamente vergonzoso es ostentar una conducta de vacío frente a los cultores de la palabra, tanta que no pueden esperar nada peor ni más coherente.
Mientras tanto la alcaldía de Manizales se queda calladita. Presupuesto astronómico y paisaje editorial yermo. Sin embargo esta negatividad no sólo aumenta sino que es mostrada como un destacado logro. Ni siquiera un concurso, quinquenal. Para que pueda continuar el dúo mayor sin chupar teta ajena: “Mándelo al concurso”.
El municipio capital y el departamento modelo no tuvieron una política editorial en los ocho años pasados y es poco probable que la vayan a tener en los cuatro que vienen. Domina el estereotipo laureanista cuya clara expresión es esta respuesta de un político “Ilustrado” a unos gestores culturales regionales: “No ayudo para cultura porque la gente cuando se vuelve culta no vota”. No vota por livianos y desmesurados como él, por supuesto.
¿Para qué serviría el milagro casi imposible de que los escritores renuncien en esta materia a sus intereses personales, den tregua a sus neurosis individualistas y entren a decir en coro, al menos a eso, que el asunto pertenece a la constitucionalidad y los derechos y no a la esperanza como evasión y engaño o a la limosna? Al menos para que la fastidiosa, irrespetuosa y remanida proposición "Mándelo al concurso" sea jubilada y reemplazada por otro ardid. Los colombianos, que no soportamos no ser engañados, soportamos menos que el engaño no cambie de disfraz.
5/11/2007

sábado, 3 de noviembre de 2007

BITÁCORA DEL ALIENADO

(Óleo de Diego Gómez)

23
Sólo como te conocí te hubiera conocido. No hubieran sido posibles distintas circunstancias ni de tiempo ni de espacio. Sólo como me conociste me hubieras conocido. No germinaría nuestro mutuo presentimiento de otro modo. Así que no busques otras horas, otros lugares ideales para la equivocación. El problema, además, no es si eres feliz o no, ni si has errado. Si somos felices el equivocado es el mundo. Prefiero esta vida de pálida cerveza sin espuma a soñar con haberte conocido entre circunstancias, actores y voces diferentes, es decir a no haberte encontrado. Ser feliz en la caída es mejor que la felicidad de todos entre el vago dolor del desprendimiento.

24
Como en un cuento de hadas, el ebrio va dejando señales por el camino, botellas repudiadas. Y de pronto un reciclador siniestro recoge las botellas y las vende a bajo precio. Y el ebrio debe regresar entre flores nocturnas o desconocidas que lo cortan.

25
Una de las mayores inclemencias del siglo XX es meterle en el corazón a las personas comunes y corrientes el sueño de las divas y los divos de televisión y cine. A hombres y mujeres comunes y corrientes, es decir que no poseen fortuna suficiente para procurarse una buena copia, aunque se resignarían con una mala, de esos dioses, cuyo misterio va en calculada proporción directa con su alejamiento.

26
Adolece nuestra época del espíritu de tribu movida por el principio de que el dolor de uno es de todos y de que la fortuna de todos hace feliz a cada uno. Esa es su mayor posibilidad de destrucción. De hecho obra como lenta conflagración malthusiana diseminada en millones de puntos de la tierra. Quién sabe cuál sea el umbral de soportabilidad, dado que sociedades esquizofrénicas producen individuos esquizofrénicos y viceversa y se sabe que en mundos así perturbados la esperanza decrece. Los moralistas le han dado nombres como egoísmo, insensibilidad, insolidaridad. Es el origen de todas las campañas ecológicas y humanas para hacer vivible al mundo y mejor al género humano. No afirmo que sea posible destruir la pareja y volver al modus vivendi del clan. La humanidad es ahora desmesurada en número. Los espacios geográficos son reducidos, en consecuencia. Puede ser viable, al menos es la única salida que se vislumbra de momento, conjuntar el espíritu de pareja y el espíritu de tribu evolutivamente separados e irreconciliables para el dogma. Sería operar en la práctica los efectos de una macroutopía. Pongamos un caso en micro. En una isla-república fundacional y experimental, previos procedimientos y atenciones científicas de todo orden, antecedente programación genética, treinta mil mujeres paren por primera vez el mismo día y a la misma hora. Los niños al nacer no son marcados ni diferenciados y, muy al contrario, sí mezclados en un inmenso estadi pediátrico. A cada pareja de padres le es entregado un niño, no su consanguíneo, aunque pueda serlo en virtud del azar. Desde luego no habrá líos jurídicos ni de otra especie porque se trata de un experimento social convenido. En adelante cada pareja cuidará al niño que vive en su techo pero también a los otros veintineuve mil novecientos noventa y nueve, porque cualquiera de ellos puede ser su hijo carnal. Ante un niño tirado en la calle, enfermo, hambriento y con frío, nadie pasará indolente, lamentoso seudo caritativo, diciéndose justo como ahora: “Qué pesar”. He ahí, sencillamente, el espíritu de tribu, ni más ni menos que la conciencia de que todos somos responsables de todos. Sin que esto sea una campaña de caridad religiosa sino necesidad puramente ecológica en el sentido amplísimo de la palabra. No se trata de ser bueno sino de la audacia de no ser un verdugo a nombre de conceptos como “mi hijo”, “mi familia”. Consiste en hablar de “el hijo posible”, de “la familia posible”. De la instauración de la conciencia de que “ese” pudo ser mi hermano y “esa” pudo ser mi madre. Esa la despiadada debilidad central del capitalismo. Funciona en un proceso análogo que termina con sentencias macabras: Tú eres mi hijo porque tienes mucho dinero. Tú eres mi familia porque eres opulenta. Es una de las razones por las cuales la sociedad colombiana está herida de gravedad. Porque los que mueren no son en el humanismo y en el afecto nuestras “hijas posibles”, nuestros “nietos posibles”. Hasta que el bazuco convierte dos primos en “desechables” “tomamos conciencia” (lamentablemente transitoria) de la inconveniencia de la droga. Mientras no tengamos un hijo vinculado a o tocado por cualquiera de los grupos en guerra en Colombia (guerrilla, ejército, policía, paramilitares, atracadores, delincuencia común) no sentimos el problema como nuestro. No es imposible, sin embargo, volver a la conciencia de tribu. Está inscrita en la sangre. Basta con despertarla. Darle espacio para que crezca. Abonarla. Viene en los genes. Reprimida por bombardeos inclementes y vigorosa.

27
Deberíamos acabar los hombres con el dudoso privilegio de que la infidelidad femenina duela más y sea más traumática. Pero es difícil que la gente renuncie a que amar sea una forma de morir.

28
Vivir el mundo como broma y fingir que se le toma en serio, como el poeta en Pessoa: “Finge tan completamente/ que hasta finge que es verdad/ el dolor que en verdad siente”. El golpe de la enfermedad, primera fase, te dice que fuiste grave y te fingiste ligero. Los viajes con regreso a la muerte te dicen que es fatuo todo apego y toda ilusión de posteridad. El acercamiento de la vejez, es decir el sentimiento de desgaste, te hablan de los tontos afanes. Y de que El quijote, Beethoven, la Gioconda no son eternos. En cualquier momento un bólido en llamas hace explotar la tierra y todo se va en partículas. Habrá que esperar luego unos cinco mil millones de años para que se genere vida a partir de otro bolo de lodo gaseoso. Y la posibilidad de que la evolución gire en el mismo sentido de lo que somos es también de uno entre cinco mil millones. Quizá lo que el hombre es y los sueños que lo hicieron nunca se repitan. Fingir que creemos que somos eternos. Fingir que se le toma en serio sólo para sobrevivir. Para sobrevivir bien. Para evitar las impiedades de los humanos.

29
Más que una sana posesión, los celos son el deseo de ver muerto al ser amado para que nos libre del padecimiento de verlo ser bello también para los otros, sin los cuales tampoco su singularidad tendría sentido.

30
De niño miraba la luna sobre la montaña y soñaba con ir a la cumbre para tomarla por los cuernos. En el sesenta y nueve, cuando los astronautas llegaron a la luna no lo creí. Hablaban tonterías esos hombres que habiendo estado tan pegados del cielo no se hubieran trepado a él.

31
Yo también me burlé de la Urbanidad de Carreño. Y ahora, como todos, estoy al otro lado. Estiércol, sangre, podredumbre, destrucción. Un primo, víctima del basuco, se le arrojó a un bus y murió. Todos a mi alrededor temblorosos sin escalofrío. Envueltos en el miedo. Respirando aire con polvo de carbón. Bebiendo agua con amoníaco. Menos que perros: nadie confía en nadie.
Un poco más que cucarachas: todos se devoran entre sí. Atracos. Bichos que se meten en la piel. Violaciones. Sólo amputando los miembros se curan los males. No quiero la urbanidad de Carreño. Pero tampoco este paisaje de cordones umbilicales descompuestos que puebla las calles. Ni champú de orines de chucha. Ni chaquetas de piel de hermano. Jardín de flores monstruosas. Lecho de aguijones. Ojo de alimañas.

32
La maravilla de poder escribir como le dé la gana. Donde la palabra agradar sea reemplazada por la palabra flujo. Sin importar los géneros. O los premios. Si le gusta a tal o cual lector. A tal o cual crítico. Sin pretensiones de belleza. Sin interés de publicar. Escribir tan sólo. Porque uno quiere hacerlo. Porque es inevitable hacerlo. La maravilla de escribir para guardar. O para romper. Y que el tiempo encuentre uno de esos escritos. Y lo publique. O no lo publique. Sin conflicto. Y le importe un rabo las consecuencias de negar a la humanidad una obra valiosa o de librarla de una brizna de paja.
La maravilla de poder escribir sin que medie la voluntad. Porque así vomita. Porque así come. Porque quiere hacerlo. Sin tener nada que ver que lo llamen escritor o no. Sin que la fama tenga acciones en el asunto. Sin otra exigencia que ser feliz por lo que escribe. Aunque esa felicidad por momentos se llame miseria. Desentendido de los sueños de inmortalidad. Trozo de carne metido en una caja de metal. Trozo de carne que copula. Trozo de carne que camina sobre el asfalto. Trozo de carne, excepto las palabras.

33
Las sociedades deberían organizarse por tabúes sexuales. La ciudad: suma de núcleos con afinidades de interdicción. Grupos movidos por igual conciencia frente a las prohibiciones. Barrio tal de tabúes fuertes. Zona tal de tabúes débiles. Sector sin tabúes: nudismo, promiscuidad. Se evitaría así una gama grande de incomprensiones. Desde molestias pequeñas: el esposo iracundo porque alguien le tira las llaves a su esposa, fiel por principios. El crimen pasional, siempre producto de la disimilitud entre los sistemas de tabúes de dos personas. Porque así revueltos, la sangre salpica los vestidos. El dolor salpica la cotidianidad.

34
Sólo en sociedades de ideología unificada no hay crímenes pasionales.
Es decir, en sociedades de religiosidad muy fuerte. O en sociedades de libertad absoluta, con completa ausencia de dogmas. En las primeras los preceptos son el centro desde el que se rigen todas las otras esferas de la vida. El obrar en un mismo sentido garantiza cierto orden. Creer en lo sagrado, o en lo profano de manera religiosa, los salvaguarda de la violación del canon.
También las sociedades con ausencia absoluta de tabúes sexuales están libres de crímenes pasionales. Porque, como en su antípoda, se trata de una anti-ideología unificada que lleva un mismo camino: lo laico y la libertad de conciencia.
La coexistencia, en un mismo edificio de apartamentos, de distintas formas de pensar y obrar respecto al sexo, genera comportamientos esquizoides e ímpetus asesinos.
Vivir en colonias organizadas de acuerdo a los tabúes, será la próxima utopía de la modernidad. Basta un poco más de sangre sin altar de sacrificios, sin dioses. Basta un poco más de sangre de la que nazcan dogmas unificados.

35
Uno devora al otro cuando los dioses son dos: tabú y dinero. Y de pronto el devorado resucita desde los eruptos y el estiércol del vencedor y lo somete y lo devora a su vez. Y así cíclicamente. Ruptura del equilibrio a cambio del parapentismo. Pero caminar sobre lava es un mérito indiscutible. Sólo que quien lo hace no ha descubierto aun su poder.

36
Hay esperanza sólo si la ausencia de tabúes no configura un tabú. Lo cual parece imposible.

37
El amor es infeliz si existe la palabra “prostituta”. Porque indica confluencia de tabúes extremos. Lo contario es la democracia.

38
En sociedades donde no exista la yuxtaposición entre los conceptos “puta” y “casta” es posible amar. El resto son señuelos. Espejismos que te llevan a la trastienda y te empujan a un gigantesco barril de alcohol con boleros.

39
(Minuto a mil)
La tecnología nos condena a la mudez. La telefonía celular tiene su parte. Por el alto costo del minuto las personas deben resignarse a hablar poco, lo menos posible, en claves reductivas, en monosílabos. La parquedad, que como vocación es importante, como coacción resulta una cadena. Antes del celular ya la televisión nos había condenado al sigilo. Las imágenes lo decían todo. Y llegó a creerse con ingenuidad que una imagen vale más que mil palabras. Pero antes, mucho antes, habíamos perdido la voz. Justo cuando el capitalismo se hizo totalitario. Cuando el dinero se proclamó dictador. Cuando el tener fue todopoderoso para decirlo todo. Cuando la avaricia suplantó a las voces humanas y divinizó las suyas.
Sólo cuando es obra de arte la reticencia tiene la oportunidad de no ser castración.

40
No pensar en escribir bien. Liberar la conciencia del peso de esa noción de rendimiento. Quizá sea la manera más próxima a escribir bien.

41
El sol no conviene a los cadáveres. No te cases viejo con joven. “Para macho viejo, caña niñita”, es una broma de la mesnada o un proverbio de metano. De metepata.

42
El arte es la más encumbrada conversación del espíritu. Olvidamos conversar. Simulan que conversan por nosotros el cine, la música, la publicidad, la televisión, la radio. Nos vamos quedando mudos. La sociedad de consumo y el industrialismo dicen que el espíritu no vale nada. Que lo que cuenta es la materia, la producción en serie. Los poetas no creemos ese cuento. Nos oponemos al proceso de materialización del espíritu al que quieren someternos. Nos oponemos a la mudez.

43
En la última etapa de su vida William Burroughs no escribió más. ¿La razón? “No tenía más cosas qué decir”, aclaró antes de su muerte. Esta idea nos sirve para responder a la pregunta ¿qué es un mal escritor?, o, mejor dicho, a ¿qué es un no escritor que posa de escritor? Y ¿qué es? Alguien que no tiene nada qué decir y se empeña en decir. Pero iremos más allá. Esta respuesta es un sofisma de distracción. Porque no hay nadie que no tenga algo o mucho qué decir. La sola condición de humanos nos llena de explosión existencial. Qué decir si a ellos agregamos la trasmisión automática de la carga de vida de los códigos genéticos. De manera que la afirmación de Burroughs debemos entenderla menos a la ligera. Por ejemplo, como que su decir había estimulado con suficiencia el centro cortical de la saciedad y no quería repetirse. Un decir literario, se entiende. Que alcanzan muy pocos. Y para el que no basta el solo tema. O la mera intención. Y que no es la desguarnecida conversación cotidiana sobre el aire o sobre el papel.

44
Se trata tan sólo de contarles la primera vez que lo escuché. Es decir la primera vez que se deslizó por mi alma para llevarse mi nombre y colgarlo de un árbol. No recuerdo la canción, ‘Blue in green’ es una pista hacia ella. Tenía veinticinco años y recorría solo el pedazo de noche que la vida nos suele adelantar a todos y que al alba, finalmente, nos entrega un llanto de criatura irremediablemente en brazos de un mundo dudoso. De contarles que fue la segunda vez que le cerré los párpados a la belleza. Que hay reductos para los que no participamos en el certamen de maldad que insiste en ser la vida.

45
La juventud es ruidosa, festiva, adhiere a la extroversión. Nada malo hay en ello. Para la expresión de ese mundanal gozo cuenta con el natural espacio de las fiestas, los bares, los estadios, las avenidas. Pero la juventud también medita, aprende, investiga, transforma, crea. Y para ese trabajo profundamente intelectual, de destrucción positiva, constructivo, tiene los salones de clase, las bibliotecas. Por eso, como a los estadios convienen los urras y la algarabía, cierto nivel de desorden moderado, el grito y la chispa, a los salones de clase los reconfortan el silencio y el orden, la aceptación de una disciplina favorable a la convivencia y el alto rendimiento y una cierta y benigna disposición de ánimo.

Este es el más caro sueño del maestro hoy. Escupido, humillado, amenazado, ridiculizado, manoseado por Estado, padre, alumnos, directivos, compañeros canibales, en los momentos y escenarios menos esperados, este es el caro sueño del maestro hoy.





46
Tengo el corazón fracturado. Lo dejaré así. Si lo curo no podré escribir. ¿Qué cosas pueden producir la alegría permanente o el idiota?




47
El problema de la humanidad es su capacidad de camuflaje. Camaleones de ciudad, los corruptos reciben medallas, homenajes, bustos, nombres de escuelas o avenidas. Se masturban y luego afirman que la “Polución nocturna” (así la llaman los miserables) produce ceguera y tuberculosis, a mano certificados médicos y artículos científicos. Nuestro país es una extensa galería de esos especímenes. Ya lo dijo el presocrático Antístenes: “Las ciudades se pierden cuando no se pueden discernir los viles de los honestos”.

48
De una familia el hijo menor es el llamado a ser poeta. Receptor de las neurosis de sus hermanos y sus padres, no de otra manera puede librarse de su trágica herencia. Si hubiera crecido en un mundo de sabios, como aqui los entendemos (portadores de verdades reveladas) el otro camino hubiera sido el suicidio.

49
El tamaño del corazón es demasiado para el hombre. La mitad, quizá una tercera parte del corazón, le iría bien. O un pequeño corazón de picaflor. De manera que sólo pudiese albergar sueños moderados en vez de los pesados que lo asfixian y lo torturan y no le permiten volar.

50
Cuando llega un sueño nuevo el sueño viejo debe salir e irse a morir lejos. No caben dos sueños en el corazón del hombre. A veces el sueño viejo se niega a irse y el hombre debe matarlo con sus propias manos. Suele suceder también que el sueño, en su defensa instintiva, lleva al hombre a la muerte. Vivo o muerto, andará a partir de allí con la conciencia de dios asesino.

51
La noticia de la llegada de un nieto hace más inminente la muerte y menor la sensación de vacío.

52
Y cuando una mujer joven diga algo bello de tu cuerpo entiéndelo como un elogio a tu manera de envejecer, es decir de tornarte inocuo en términos sexuales, y no como un movimiento de la seducción o el arrojo.

53
Lo que odio en ti cuando estamos juntos se convierte en amor cuando estamos separados.

54
Árbol sin raíces que a los nueve meses expulsa al hijo y le corta el cordón umbilical. Hijo que abandona a la madre porque cree en su destino de árbol arrancado de la tierra. Que será abandonado por un hijo que no duda de que sus raíces están conectadas a las estrellas.

55
En el cine norteamericano siempre hay un cuchillo ensangrentado, un puño izado amenazante o un revólver apuntando. Todo se autorregula menos la estupidez. El cine independiente es la sangre desechada que lo salva.

56
Los medios de comunicación son la nueva Biblia. Con la apariencia de que puedes variarla.

57
Un día a las tres de la tarde la sombra de mi cuerpo fue una tumba, con la cruz quebrada.

58
El dios cristiano es un siquiatra que entiende muy bien a los demás pero no se comprende a sí mismo.

59
Todas estas cosas de mi cuarto. Los libros: los leídos, los por leer, los que ya no leeré. El computador, la silla, el equipo de sonido, los discos compactos, el cuadro de los girasoles de Van Gogh, un afiche del Che, una foto de mis cinco años con una mirada de ángel de la que me avergüenzo un poco. La cama de una neutralidad sosa. El nochero que no guarda objetos obscenos, mutilado. Todas esas cosas que me observan cuando abro y cierro la puerta. Todas esas cosas quizá crean que yo soy su Dios y esperen con paciencia a que les de vida.

60
Che, no brindo por ti. Brindo por tu madre, que murió de cáncer en el más inconmovible silencio. Por tu abuelo, cuyo lema era no robar, no mentir, no tener miedo. Por Córdoba, donde hubiera nacido Cristo si hubiese sido latinoamericano. Por tu padre, polo a tierra, raíz elegida. Por el médico que te trajo al mundo para que le dieras una palmada a las nalgas de la historia. Por el asma que te indultó tantas veces. No brindo por ti. Brindo por los seres y las cosas que te dieron vida.

61
Amar es decirle a la muerte: escojo una culebra en vez de una silla.

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En mi vida ocurrieron milagros. Tantos que llegaron a destruirme.

jueves, 1 de noviembre de 2007

SALUDO DE JAIME EDUARDO JARAMILLO

jueves, 1 de noviembre, 2007
Apreciado Flobert:
Te expreso el agradecimiento de la familia, y mío propio, por la evocación que haces de Héctor Juan, en tu blog. Así mismo, por tu deseo de difundir poemas de su libro inédito. Sea esta la ocasión para expresarte mi reconocimiento, no sólo por tu estimación y la difusión de la obra poética de Héctor Juan, en vida suya; sino, de manera más amplia, por tu incansable actividad de creador y gestor cultural, últimamente con Musa levis. También por tu blog personal, el cual he leído con mucho interés, tanto tu extenso artículo donde alertas, con mil razones, sobre la degradación ambiental; por tu difusión de escenas cotidianas de los profesores en Caldas; así como por tu blog de escritores caldenses. Nadie es profeta en su tierra. Aunque sé que en Caldas hay muchos que aprecian tu obra, desde lejos esta labor tesonera de difusión de la poesía y de valores intelectuales de la región, es aún más valorada.
Con mi estimación y gratitud permanente,
Jaime Eduardo Jaramillo