domingo, 28 de abril de 2013

POESÍA COLOMBIANA DOMINANTE. Por Flóbert Zapata Arias Montes


(Obra del tolimense Marco Alejandro Rico Salas) 

Buena parte de la flor y nata de la poesía colombiana dominante no es exactamente lo contrario de la crónica sino más bien la mitad de la crónica: quiere hacer reír o llorar, conmover, asombrar, indignar, etc., renunciando a la realidad objetiva  y a lo mundano, a los que muestra si mucho como caída, mientras privilegia lo especulativo, lo etéreo y lo celestial. Al amputarlo y apropiárselo, convierte al estilo resultante del sudor en una abstracción y termina así en el desbarrancadero del formalismo. También lo personal está excluido, considera la confesión, crónica de lo íntimo y lo privado, como algo indigno y si lo hace pretende lograr los objetivos citados sólo descubriendo lo bonito, lo superficial y lo cosmético y trasmitiendo el lado oscuro, el lado ridículo y el lado triste al incipiente ganglio cerebral de los gusanos que se convertirán en moscas; tampoco en su biografía de solapa sabemos qué piensa, cómo siente, cómo muere. Negadora del ahora, cuando va a la historia busca lo exótico o el panteón de la fama y aun así lo llena de neutralidad, sombras artificiales y evasiones. Su lenguaje de academia de la lengua rehuye las creaciones verbales de la gente común, a las que consideran desafortunadas cacografías. El paisaje que ofrece entonces es propio de cortes refinadas, de salones selectos, de clubes sociales, de profesionales de la estética, de convencionales reuniones granparroquiales, de encuentros literarios a los que van los que necesitan música no programática y no quieren saber de transformaciones y despertares, una poesía para cofrades lectores y poetas y para estudiantes de literatura de universidad privada. Se trata, sin embargo, de una poesía válida, que entrega obras admirables, aunque sirve de camuflaje a  detentadores de vanidad. El único problema con esta flor y nata es que se cree la verdad revelada. Con el agravante de que no hay nada de inocencia ni de soledad en la exclusión de facto que realiza de otros mundos.

La Carolita, jueves 25/abr/2013
© Flóbert Zapata, abril de 2013