miércoles, 24 de abril de 2013

BRAVO, POLICÍA. Por Flóbert Zapata Arias Montes Carvajal


Por el cigarrillo, por el alcohol, por los enlatados, el papá de Camilo X. vomitó sangre en el baño el sábado pasado en la noche, a punto de desmayarse tuvo convulsiones. De una para urgencias en la Clínica de Villa Pilar. Mientras Camilo esperaba, un muchacho desesperado trajo al amanecer a su novia desmayada y apuñalada las piernas, los brazos, los dedos, lo que permite suponer que protegía algo durante el ataque. Gritaba: “No se muera mi amor. Eso fueron sus amigas las que le hicieron esto, yo la vengo, las voy a matar a todas”. La muchacha no murió, despertó y le dijo al médico que el apuñalador fue su novio. Informados, dos policías lo buscaron. Camilo lo vio  dirigirse a una caneca de la basura para arrojar con disimulo el arma que llevaba oculta y luego huir, y lo hizo saber. El policía que lo retuvo, se quitó el revólver,  se lo entregó al compañero, se arremangó para pelear y le dijo al bárbaro hipócrita: “Pégueme a mí, péguele a un hombre, venga”. En este punto del relato telefónico lloré y deseé conocer al policía para abrazarlo. La muchacha, muy bonita según Camilo, tenía unos dieciocho años y estaba embarazada.

La Carolita, miércoles 24/abr/2013
© Flóbert Zapata, abril de 2013