sábado, 1 de septiembre de 2012

¡UY, MARICA, SÍ ERA VERDAD LO DEL NIÑO! Por Flóbert Zapata Arias


Un bus que traía a la colonia de Samaná en Manizales de regreso del 45º Festival de los Palenques se precipita en un profundo abismo, dando cumplimiento a una profecía. Pero las profecías se devuelven.


CAMILO
Camilo Giraldo Jaramillo reside en Manizales y nació en Bogotá pero en Samaná lo quieren como si fuera de allá porque de allá son la destacada y extendida familia de su madre y su madre fallecida, Gloria Inés Jaramillo. Cada año coordina el transporte de la colonia de Manizales al enraizado Festival de los Palenques, que este año se celebró en el puente de la tercera semana de agosto. Por este trabajo, también amoroso servicio, se gana unos pesos adicionales a su salario de auxiliar de mecánico dental, pasea, se enrumba y se reencuentra con familiares y amigos. Nada podría reemplazar su buena animación y su carácter ocurrente y bonachón.


LA SALIDA
Viernes 17, diez de la noche. El bus está lleno pero falta una pasajera, de quien Camilo sólo sabe que se llama Lina. Lina la de Centro Verde, el lugar donde trabaja, la otra seña. No tuvo tiempo de recogerle personalmente el dinero del cupo y ver así su rostro y su pinta, debió pedirle el cruce a un amigo. Camilo pregunta: “Lina, Lina, ¿por aquí hay alguien que se llama Lina?” Pero nadie contesta. Esperando llegan las diez y media y las once hasta que deciden dejarla. A las once y media, sin embargo, Camilo hace que el bus tome la ruta de salida larga e indirecta de la Panamericana en vez de la corta y directa del batallón porque guarda la esperanza de que ella aun se comunique con él por celular para acordar un agónico lugar de recogida o de espera, pero todo resulta en vano.


UNA MULA
Trancón repentino a las tres de la mañana. El Diablo, conductor conocido de una buseta, le avisó a Camilo que había una mula atravesada y no podían pasar. “¡Eso fue esa hijueputa Lina la que hizo atravesar la mula ahí!”, vocifera alguien, “Jejejejejeje”, “Jejejejeje”,… Quince pasajeros ansiosos de llegar se fueron para Honda a empalmar en otro vehículo. Caminó Camilo con otros compañeros 500 metros, descubrieron con la linterna gigante a un mulero defecando, vieron la todopoderosa mula inerme y se regresaron para el bus. No se sabe en qué momento Camilo se desapareció, todos lo preguntaban. A las seis y treinta lo vieron acercarse parado en la alta escalera de entrada a la cabina de la primera mula que pudo pasar victoriosa. Había estado ayudando en el desvare. “¡Mirá donde viene el loco colgado!”. Risas, celebración. Proseguimiento. El bus que se recuesta en un barranco en un descuido del conductor mientras da reversa. Llegaron a Samaná el sábado a las 12.30 p.m., lo que prueba que toda felicidad exige sufrimiento.


EL REGRESO
El lunes festivo 20 a las dos de la tarde estaban en el parque listos para salir juntos y solidarios los buses de las colonias de Manizales, Bogotá, Cali y Medellín rumbo a sus puntos de origen. Pero el de Camilo no pudo disfrutar de la confianza de irse acompañado, hasta que el camino común se ramificara, porque la empresa a la que pertenecía el bus salió con el cuento de que tenía que pagarle los daños de la recostada. Después de tiras y aflojes el conductor recibió a las tres de la tarde la autorización de encender motores. “Partir es morir un poco”, dice un proverbio francés, citado en el último renglón de El largo adiós de Raymond Chandler. Pero con el achispamiento del vino todo partir se torna júbilo, la parca se asoma tímida y desaparece decidida. La neblina de la nostalgia se borrará luego lentamente con los poderosos rayos solares del más rico de los recuerdos, el del viaje.


LA TRAGEDIA
A veinte minutos de camino, por Rancho Largo, se perdió la señal de los celulares. Camilo y su grupo quedaron incomunicados, no volvieron a saber de Samaná ni del mundo. Pero Samaná y el mundo sí sabrían de ellos, tras una confusión teatral, lapidaria y lúgubre. En algún momento después de las tres un hombre llamó a la policía a avisar que el bus de Manizales se había echado a rodar por uno de tantos abismos: “Vi muertos y heridos y el bus echando candela”, precisó sin dar su identidad y sin que se la requirieran. La comunidad entró en pánico general, en temblor y llanto, terribles tinieblas reemplazaron a las dulces claridades, la superstición se enseñoreó de la razón, entre el desconsuelo se buscaban las causas del sobrenatural castigo. Sonó la sirena municipal. Suspendieron la cabalgata. Las cantinas y los bares apagaron la música. Empezaron a salir hacia Costa Rica, lugar del accidente, ordenadas y tirantes comisiones de socorro: autos de la policía, carros de bomberos, ambulancias médicas, la Defensa Civil, la cuadrilla de carretera de Explanan, motos y automóviles de voluntarios. La gente ofrecía agua, gasolina, frazadas, drogas, dinero, medicinas, lo que se necesitara, en una explosión instintiva de solidaridad. A dos intoxicados por alcohol los bajaron de las camillas del hospital en las que se recuperaban de la borrachera y los despacharon para sus casas porque las necesitaban para atender a los heridos y quemados. Se alistaba la morgue. A una señora le dio un preinfarto porque en el bus iban la hija y la nieta. Jorge Eliécer Gil Pérez, coordinador de los cinco buses de Bogotá, que ya iban en Victoria, los hizo detener y decidió desocupar uno para que se devolviera a traer cuerpos porque el Hospital de Samaná no daría abasto, dado que el bus más grande de todos y con mayor número de pasajeros era precisamente el siniestrado. El ejército, acantonado en la misma Costa Rica para dar seguridad desde antes de las fiestas, no respondió absolutamente a ninguno de los intentos de contacto. Todo confabulaba. Un joven le expuso a otro: “¡Uy, marica, sí era verdad lo del niño!”.


LA PROFECÍA
La desgracia, sin embargo, había sido anunciada tres días antes del inicio de los festejos en un paraje de la vereda La Circasia. Un niño gordo esperaba la chiva para ir al pueblo. Pero no era capaz de treparse. El ayudante trató de subirlo pero fracasó. Otros rudos y fornidos hombres fracasaron igual en el intento. Entonces el niño dijo: “No, no, no voy a subirme, simplemente les digo que en Samaná se va a derramar mucha sangre en estas fiestas”. Esto lo supo hasta el último habitante del pueblo en cuestión de horas y comenzó a considerarse una maldición. En adelante todo fue zozobra, camándulas, veladoras y rezos para tratar de cambiar el destino o para mermar su rigor. Rosalba Pamplona Cuartas, profesora del colegio San Agustín trataba de consolar a los alumnos con el abrigo del juicio: “Tranquilos muchachos que aquí la única sangre que se va a derramar es la de las gallinas, los marranos y las vacas para atender a la gente que viene”. Pero incluso el agua se sumaba al pesimismo, escaseaba y obligó al racionamiento, convertía al abrigo en un sudario. Por las calles se hacía perifoneo recomendando ahorrar agua, no lavar carros, evitar el derroche, realizar un consumo moderado.


LA PROFECÍA SE DESHACE
A las 4.30 volvió la señal al bus de Camilo, cuando iban por Cortinas, del rio para allá. Todos los celulares timbraron y sus portadores sostuvieron conversaciones individuales semejantes. A Camilo le preguntaban a la vez con horror y esperanza, con suspicacia y regocijo, por su estado de salud. “Bien, al peluche”. Y no creían el sarcasmo de ultratumba o la alucinación del contuso y volvían y le preguntaban y él volvía y les respondía sereno que bien. “¿Y los otros?”. “Bien también”. “¿Seguro?”.“Seguro, ¿Qué pasa pues?”. Al unísono las voces les informaron lo de la llamada anónima anunciando el accidente del bus en que iban, que en el pueblo los suponían embadurnados de sangre y de barro y recorridos por los tonos cerúleos de los cadáveres y que medio pueblo iba en su rescate. Todo se aclaró de inmediato y volvió la calma. Los dolientes se arrodillaron, le dieron gracias a Dios, a la Virgen, a sus santos e hicieron promesas. ¿El autor de la broma había actuado bajo el impulso de la inocencia o de la maldad? Camilo tenía 200 llamadas perdidas, del alcalde, de su secretaria, de su papá desde Manizales, de tantas partes, de tantas desesperanzas y angustias, que en ese momento se deshacían, los resucitaban, los regresaban a la normalidad, intervenida luego por la rabia y la indignación. La noticia había recorrido el país: “Hasta mi hermana que vive en Sasaima (Cundinamarca) se enteró”, relata el bombero Wilgen Deiber Osorio Muñoz, esposo de Rosalba Pamplona Cuartas. Llamaron de La Patria. Las comisiones de socorro no encontraron indicios del supuesto desastre. La Defensa Civil se ubicó en la escuela de La Miel Alta y sus miembros acuciosos le preguntaban a los conductores de los carros que venían si habían sabido de un accidente de un bus y recibían respuesta negativa. Esperaron, confirmaron y reconfirmaron la entelequia y se regresaron.


LA COMEDIA
Los quemados, los heridos, los intoxicados por monóxido de carbono, los contusos, los desmayados, los muertos, los desaparecidos y los sobrevivientes habían convertido el suceso en una celebración literaria que llevaría volúmenes narrar.
*
Una llamada.
−¿Camilo, verdad que se mató?
−Sí, ya voy viendo la luz, ¿entro o espero?
−¡Ah, este bobo hijueputa!
−Jejejejejeje…
−Jejejejejejejeje…
*
En Victoria.
Policía: ¿Señor, este fue el bus que se rodó?
Camilo: Sí, señor Agente, este fue el bus. Pero unas personas que iban pasando lo sacaron con unos lazos y más adelante en un taller de pintura y latonería lo arreglaron en un momentico.
*
Un borracho que estuvo dormido todo el tiempo de la tempestad y despertó en el sosiego con la perra viva: “¿Camilo, y nosotros a qué horas nos accidentamos? Es que me llamaron de la casa diciendo que nos habíamos accidentado”.


UNA APARICIÓN
Pero la parodia traspasaría todos los límites con un nuevo suceso. En la parada en Mariquita a tanquear Camilo vio apearse del bus a una muchacha que le pareció extraña porque conocía todos los rostros menos el de ella. La saludó y le preguntó su nombre. “Lina”, le respondió. “¿La de Centro Verde?”. “Sí”. En Manizales había llegado temprano y tomada al bus y se había quedado dormida desde antes de que Camilo averiguara por ella, razón por la cual nunca respondió a su abatido llamado. Se pasó el ondazo de su relato por radio bemba. Fue el resto del trayecto sanador motivo de cosquilleo fraterno, ironía entusiasta, chanzas y bromas sin fin que le hacían tapar la cara a Lina con las manos ufanas: “Lina, ya está cuadrado el bus para el año entrante pero a usted no le quedó cupo”. “Te queremos Lina, te queremos”, le cantaban evocando a Protagonistas de novela de RCN… En la meta uno de tantos arrancaría la última carcajada gritándole al chofer: “Pilas ahí con Lina pa que se baje”.


LA PARANOIA
−Me acordé de Destino final, una película, y me puse nervioso.
−¿Recuérdeme de qué trata Destino final?
−Un man va en un avión y se sueña que el avión va a tener un accidente y se van a morir todos y hay un escándalo y unos se bajan en una parada y otros siguen. El avión explota. Los que quedan vivos van muriendo poco a poco, la muerte los va buscando. Pensé en eso: Ahora no es que la muerte nos busque.
−Siga viendo cine de terror. Siga viendo Los Archivos X.
−Al man que hizo la llamada lo están buscando.
−¿Y se sabe quién fue?
−No se sabe.
−Debieran meterlo preso.
−Esas bromas no se hacen.
−Eso no es una broma sino un atentado.

El bus de Camilo llegó a Manizales a las 11.30 de la noche. Esta vez el conductor no había dejado recostar el carro en ningún barranco. Atrás quedaban la realidad y la irrealidad, el viejo paraíso, los fastos, los abrazos, la dicha, los recuerdos, la infancia lejana recobrada, el paisaje, el reencuentro, la evocación, el jolgorio, el abrazo, los silencios ante los muertos antiguos y recientes, cuál más próximo, los vivos que bailando y cantando devolvieron la profecía.



La Carolita, lunes 27 de agosto del 2012.


(Agradecimientos: Camilo Giraldo Jaramillo, Wilgen Deiber Osorio Muñoz))



©Flóbert Zapata Arias, agosto del 2012 
 (Camilo Giraldo Jaramillo)
 (Samaná)
(El bus) 
(Festival de los palenques)
(Wilgen Deiber Osorio Muñoz y Rosalba Pamplona Cuartas)


(Camilo Giraldo Jaramillo)
(El desvare)