lunes, 17 de septiembre de 2012

AHORA TODO EL MUNDO LES PEGA A LOS PROFESORES. Por Flóbert Zapata Arias


Autorizados por la sociedad los profesores les pegaban a los alumnos: pellizcos sangradores, coscorrones, golpes con una vara de guayabo en la manos, reglazos en la cabeza, reglazos en los brazos, palmadas, empujones, zamarreos, jalones de patilla, jalones de orejas, jalones de pelo, etc. Pero los papeles se invirtieron, ahora  todo el mundo les pega a los profesores.
 
*
Rubio Ariel, amigo a quien saludo a la salida de Manimez después del almuerzo vegetariano.
−Hay en este momento 40 maestros amenazados en Caldas.
−¿Cuántos en Manizales?
−Quince.
−¿Amenazados por quién?
−Por estudiantes, por padres, por paramilitares, por bandas de microtráfico.
−¿Por qué?
−Porque crean conciencia, porque hacen programas de prevención de la drogadicción, porque vigilan al alumno expendedor…
−Grave.
−Y mucho maestro chuzado.
−¿Chuzados? , sólo sabía de uno macheteado.
−Chuzados.
−Dígamelos.
−En Villa Pilar chuzaron a una maestra, en Chipre chuzaron a una maestra, en Filadelfia un padre de familia le dio machete a un profesor, el que sabe, en San Jorge aporrearon un maestro, en Arboleda un alumno tiró a una maestra al suelo, la encendió a pata y la fracturó.
−¿Y por qué esto no se conoce?
−Los maestros no cuentan.
−¿Y Educal?
−A unos miembros de la junta directiva no le gusta que se difunda la violación a los derechos humanos de los maestros.
−¿A quiénes?
−A la mayoría.
−Por eso no tienen sitio web.
−Está aprobado en la junta pero nada que lo abren.
−Siempre me ha parecido raro que Educal no tenga un sitio web, ¡lo tengo yo! Al menos para saber de los maestros que se mueren.
−Al menos.
*
Víctor, el carpintero, mientras me instala la puerta que me hizo para que no se me pase la gata para el comedor y la cocina.
−Tengo dos hermanos que son profesores.
−Los conozco, ¿qué hay de ellos?
−Uno trabaja en la de Caldas, es ingeniero químico. El otro trabaja en Los Ángeles.
−El licenciado en Sociales.
−Sí, estuvo dos años en Anserma, nombrado, y tuvo que renunciar.
−¿Por qué?
−Resultó emproblemado, usted sabe que eso allá es muy caliente. −Aquí el tono y la mirada, no las palabras, hablan de una amenaza que no se quiere contar.
−¡Qué lástima!
−Por ahí me dijeron que hubiera podido pedir traslado para otra plaza −complementa nostálgico porque ignora el viacrucis lento en que se convirtió pedir un traslado, que sólo se consigue a través de políticos o de la Virgen del Carmen, aunque a veces se acerca a sus usuarios y les dice al oído: Lo intenté, mijo, pero no pude, está muy duro el tajo.
−Esa era otra opción.
−Claro que a la semana siguiente de haber venido ya estaba trabajando −se consuela con un lícito orgullo que no puede ocultar la cesión  a la inestabilidad y el miedo.
*
Juan Manuel, el futbolístico hijo de la pariente que nos asea la casa una vez por semana.
−¿Sabroso el colegio, calmadito?
−No. –responde levantando la frente y sembrándola de arrugas. 
−¿Por qué?
−Hay mucha gamba.
−¿De dónde las gambas, de ahí mismo de La Sultana?
−Sí. Y les pegan a los profesores.
−Cuente.
−En la cafetería uno de Décimo le pegó un puño en la cara a un profesor
−¿Por qué?
−Porque no lo dejó colarse en la fila.
−Umm.
−Y otro le pegó un puño en la cara a otro profesor en la sala de informática.
−¿De qué año?
−No me acuerdo. A los dos los expulsaron.
−¿Qué más cosas pasan?
−Los amenazan, eso dicen los coordinadores. Los roban, les esculcan los bolsos. Cada rato se agarran a cuchillo.
−¿Dentro o fuera del colegio?
−Dentro.
−¿Y qué dicen los profesores?
−El coordinador dice que no se van a dejar amedrantar de unos cuántos.

La Carolita, domingo 16 de septiembre del 2012.

©Flóbert Zapata Arias, septiembre del 2012