viernes, 14 de marzo de 2008

REVISTA DE POESÍA PROMETEO No 79

Qué gran revista es Prometeo. Un cuidado que es amor, un amor que nos dice que sólo la solidaridad permite el nacimiento de sociedades felices. Limpia, sobria, profunda, abierta, cada página es un encuentro con lo mejor de la vida. En este número: 16 poetas árabes contemporáneos, ensayo (Bertolt Brech, César Vallejo, Ernesto González, José Carlos Mariátegui, Soledad Farina, Diego Rivera) y poesía en Colombia (Hernán Vargas Carreño, Flóbert Zapata, Juan Felipe Posada, Mauricio Contreras).
No sobra recordar que Prometeo es un titán de la antigua religión griega tan amante de la civilización humana que robó el fuego de los dioses, en una cañaheja (f. Planta umbelífera de unos 2 m de altura, con tallo recto y hueco, de la que se extrae por incisión en la base una gomorresina de aplicación medicinal. http://www.wordreference.com/definicion/ca%F1aheja), para dárselo. Por esto fue castigado: un águila hija de monstruos diariamente se le comía el hígado, que sin embargo le volvía a crecer. Un día fue liberado con la condición de portar un anillo con un pedazo de la roca en que había sido encadenado en vez de una piedra preciosa.
ESPEJO DEL OJO Y DEL TIEMPO
Canté, les dije a mis días:
con mi sangre he levantado ciudades
que engendran el ritmo.
Les dije:
la he extendido cual rama ardiente
que me llevara en su savia
iluminando a la muerte y al sudario.
Canté, les dije a mis días:
he purificado mi sangre.
Canté, dije:
he separado el sueño
de las pestañas que lo cosen
y he mezclado el ojo con el tiempo.
Adonis (Siria)
FIN
Abro la nevera de mi tristeza
saco una botella de vino
y la bebo toda,
brindo por mis amigos exiliados,
a través de túneles,
sin patria, tabaco ni transportes.
Brindo por ellos
copa tras copa
o cadáver tras otro
y cuando me caigo de la embriaguez
en la acera,
me llevarán —en sus tumbas—
hasta la casa.
Al-Sayegh (Irak)
El poeta dice, mientras recoge tanta huella dispersa: no soy quién para hacer elogios de aquellos que van al bosque del silencio y regresan con las manos chorreantes de primaveras aun oscuras.
Mauricio Contreras (Colombia)
8
El vendedor de boletos
que una tarde
vino a comprarse a sí mismo
un boleto sin regreso.
Hernán Vargascarreño (Colombia)
Va corriendo la vida al día
El día a su deguello
Cronos se come las cabezas.
Juan Felipe Posada (Colombia)
11
Si hubiese conocido la hora de mi muerte
me hubiera emborrachado antes de que llegara.
No van con el final
conversaciones serias y profundas;
no hay lugar para edictos o sentencias.
Le hubiera dicho cosas duras, que la ofendieran.
Hubiera vomitado sobre su viejo calcio.
Con la propia botella le hubiera roto el cráneo.
De su guadaña hubiera hecho hebillas.
Pero la loca muerte me sorprendió a mansalva.
Ayer, martes, mitad del mes más largo,
once de la mañana.
Bastó con que oprimiera
por menos de un segundo
mi cansado miocardio con su índice.
Flóbert Zapata (Colombia)