martes, 21 de enero de 2014

¡VIVA VICENTE!. Por Flóbert Zapata

(Movimiento antitaurino en la Feria de Manizales, 2014)

Cuenta Alexánder que la abuela de mi mamá, que va por los setentaitrés años, para que nos ubiquemos, se llamaba Dionisia Llano y el abuelo Vicente Carvajal, dentista, fabricante de azadones, hachas, recatones, picas y otras herramientas, en Pensilvania. Le encargaba la prensa a los arrieros y la gente le pedía que se la leyera en voz alta. Tenía mucha tierra, tanta que no alcanzaba a visitarla, y   aparceros.  Un día los aparceros se asustaron porque les anunció visita, pensaron que los iba a echar. No, les regaló la tierra. Quisiera oír sus palabras en esos momentos, sus palabras sagradas. Quisiera ver la mirada interna de los aparceros cuando supieron que la tierra que trabajaban era suya, que tenían tierra, que la felicidad llegó al fin  ¡Viva Vicente, que no va para donde va la gente! Un día que iba a caballo se encontró a un caminante andrajoso y con lo que llevaba puesto, después de abordarlo le regaló el machete y la ruana, para que se defendiera de las fieras monteses.
Pero Vicente llevó también lo profano en su carácter. Celaba demoníacamente a Dionisia, la encerraba, se comportó violento, la hizo huir dejándolo todo, dejando a su hija, desplazada por lo que llaman amor. Donde estés, te celebro, Dionisia, Dionisia Llano, ninguna mujer tiene por qué aguantarse a un maltratador, sí tengo héroes y heroínas en la familia. A María, como se llamaba la niña, se la encargó Vicente a las monjas, por una mensualidad, generosos regalos y la satisfacción de una que otra solicitud especial. Ya adolescente, se unió María Carvajal Llano a José María Arias, samaneño de visita que la conquistó cazando un pájaro vivo para ella. Como se sabe, en esos tiempos oscuros los bienes heredados por la mujer pasaban a nombre del marido, por lo que las fincas de mi abuela pasaron a manos de mi abuelo.  Concibieron seis hijas, una de ellas mi madre, y dos hijos, uno de los cuales, esto sabido a través de la tía materna Raquel, pensó en algún momento buscar abogados, pleitear las tierras de los aparceros y traicionar la voluntad del padre muerto. 
La carolita, lunes 20/ene/2014


© Flóbert Zapata, enero de 2014