lunes, 12 de agosto de 2013

João Faria y Erika Faria devuélvanme mis 228,50 euros. Por Flóbert Zapata

Parece que caigo en la primera estafa en internet. Lo contaré breve. En el 2012 me contactaron por email João Faria y Erika Faria de Emooby-Pubooteca para editar y llevar cosas mías a librerías virtuales. No quería involucrarme porque el nombre se me parecía a pubis pero insistieron tanto que probé, pagando por supuesto. Publicaron Después del colegio,  quedé más que satisfecho.
Animado, en febrero del 2013 pagué 228,50 para que me editaran Ataúd tallado a mano. Estas son las horas en que no han publicado el libro. Primero no contestaban los correos, ahora los correos desaparecieron (“This is an automatically generated Delivery Status Notification. Delivery to the following recipients failed.postmaster@pubooteca.com”). Los busqué por facebook y Aline Kalcovik hace un reclamo semejante: ““Por favor entrem em contato comigo respondam meus emails Att Aline””. En su página web aparece que “The domain emoobystore.com may be for sale. Click here for details”  (El dominio emoobystore.com está en venta. Haga clic aquí para más detalles). Van abajo cuatro fotos que confirman lo dicho hasta aquí y que me deja más que aburrido. Que seguramente dejará también aburridos a otros.
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Para que este nota supere la sugerencia legal me invito a reflexionar un poco. ¿Por qué fracasa Emooby-Pubooteca, un proyecto tan bonito e importante, por qué fracasan en general los proyectos editoriales? Seguro que también por otras razones pero fundamentalmente porque la gente no lee. ¿Y por qué la gente no lee? Porque el sistema no lo permite, aunque grita a los cuatro vientos que hay que ir a la letra. Mientras usted está tirado en una cama frente a un libro, otro hace algo productivo, por ejemplo una puerta. El hombre debe producir dinero y el dinero debe producir más dinero, de eso se trata todo. No conozco el primer colegio de pobres dotado de Kindle para cada alumno, continúan siendo costosos para gruesas franjas de población. Algunos e-books resultan igual de costosos que si los ofrecieran en papel, miren los de Visor. En estas realidades tristes vienen a morir los elefantes de la esperanza y los angustiados discursos sobre la necesidad del goce colectivo del arte y de la lectura. Sin embargo nada casual hay en ello, porque entonces los libros nos arrancarían del siglo de las masacres.

La Carolita, domingo 11/ago/2013
 
 
 


 
 
 




© Flóbert Zapata, agosto de 2013