martes, 12 de marzo de 2013

EL SOLDADO. Por Flóbert Zapata Arias


Pinochet hizo salir a todos y se quedó sólo con el cadáver de Salvador Allende un instante. Entonces lo miró a la cara y le dijo burlesco:

−¡Hasta la victoria siempre!

Soy testigo porque lo oí, sin ser el protagonista de El perfume me había quedado escondido detrás de una bandera. Me animo a contarlo cuarenta años luego por algo que leí, que dice: “¿Se debe imitar siempre al padre y a la madre? En este mundo existen muchos padres y madres, pero pocos de ellos son realmente virtuosos. Este sistema no es bueno. Mo-tse”. Y porque ayer en facebook A. F. G., alguien que odia la redención de los que sufren y la palabra autonomía  como yo las odiaba antes, escribió en su muro como si se lo gritase al cadáver de Hugo Chávez:   

−¡Hasta la victoria siempre!

 

Miércoles 6/mar/2013

© Flóbert Zapata, marzo de 2013