viernes, 10 de febrero de 2012

CAJERITA. Por Flóbert Zapata

La bella por joven, desconocida, neutra mujer de la caja contigua a la droguería de Mercaldas de Las Palmas me dijo "Buenos días" y comenzó a registrar mis productos, “¿Tarjeta de puntos?”, “No”. Su mirada garantizaba que no se iba a enojar, así que le hice serio la broma que Hernando Salazar Patiño hace dejándole por el camino migas de pan a la sonrisa.

─¿Qué hay de aquel, todavía seguís con él?

No contestó nada.

─Vos querés mucho a ese hombre, ¿no? Te hace sufrir pero no lo dejás.

─…

─Toma mucho trago y es mujeriego pero no lo dejás, lo querés demasiado.

La sentí pensativa, sorprendida, lista para la superstición.

─¿Y usted cómo sabe?

Quería continuar pero no tenía tiempo. Hubiera creído cualquier cosa que inventara por inverosímilitud que afligiera. El cerebro vibra ante el engaño, por eso vamos a cine y caemos en el antisueño americano.

─Todos los hombres somos así.

Se decepcionó de mi racionalidad. A las dos cuadras pensé en otro final: recomendarle El túnel de Sábato. Comprendería en la última página que también las mujeres, quizá más ellas porque la amamantan, todos los latinoamericanos, padecemos la neurosis sadomasoquista, ilusión del amor eterno que nos destrozará tarde que temprano.

Pasadas ocho horas, cuando esto escribo, recuerdo la expresión matrimonio sindiásmico de El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado pero en estos tiempos los sueños de comunicación no pasan de vacíos, cortos y breves.

Manizales, 10 de febrero del 2012

© Flóbert Zapata febrero del 2012