miércoles, 23 de noviembre de 2011

FALLO CONCURSO UNIVERSITARIO DE POESÍA-CENTRO DE ESCRITORES DE MANIZALES. Por Flóbert Zapata

Miércoles 16

-“Hoy son flores azules, mañana serán miel”. Del libro Maldición victoriana.
-“Que estoy escribiendo, que vivo
una guerra civil en mi interior”. Del libro Umbrales
- “Mujer india, te dedico estos versos;
la poesía de mis manos”. Del libro Soledad a ti mujer india
-“Un agua de panela en un frasco de perfume
como para alumbrar las entrañas”. Del libro Recetario para un náufrago.
- “Vivo en una utopía,
en un lugar de sueños rotos y sin realizar,
en un mundo donde para soñar
primero debes ser castigado”. Del libro Noche oscura.
-“ tus libros de Bauman ya son
polvo en los estantes y
tus fotos envejecen 2 años por hora”. Del libro Luz Nocturna.
-“ Sentir el calor de el tiempo
y con una mirada jure libertad”. Del libro Esperanza II
-“¿Recuerdas el rincón al lado de la mesa, la ventana y las puñaladas en mi boca, las escalas por las que rodó mi dolor de cabeza y una que otra palabrita suelta?”. Del libro Alharaca.

Paso revista a estos excelentes versos para dejar constancia de que en los ocho libros participantes hay valores sobresalientes y un camino cuyos autores deben seguir porque el que piense que ya llegó acaba de morir, incluido yo que por los cincuenta y tres le pido a la violeta y el ruiseñor que nunca debiliten mi conciencia de aprendiz permanente, pero sobre todo porque la vida los necesita para salir airosa de la oscuridad en la que la han metido, sabido que el solo testimonio basta y el resto ya resulta impredecible. Dejar constancia de que no hago retórica hueca al afirmar esto y que no lo sustento en extenso porque un acta no es el lugar apropiado, aunque ya con este diario he violado normas usuales, caído en la anomia como corresponde al obseso. Una parte esencial de los concursos debiera ser la posibilidad de largas conversaciones entre calificadores y calificados, hasta donde lo permita la probable egolatría de unos y/u otros.

Hace unos diez años viví por última vez la grata pesadilla de ejercer como jurado, me equivoqué entonces al dejarme presionar por los otros dos miembros, también en este arte se aprende con la experiencia. Perdón le pido a aquel libro tan especial frente al que guardé silencio por no haber leído Tus zonas erróneas, lo que equivale a decir por mi analfabetismo en Gautama. Tengo mucho qué decir sobre los concursos pero por segunda vez me evado diciendo No ha lugar.

Hoy me encuentro ante una nueva pesadilla, la de querer premiar cuatro autores (Recetario para un náufrago, Luz nocturna, Esperanza II, Alharaca) sabiendo que las bases ordenan uno. Me equivocaré seguramente en la elección, porque no divisamos planos cartesianos, pero quiero que sepan que lo hago con amor, profunda sinceridad y pidiendo perdón de antemano. Más aun, quiero que los que no ocupen el primer lugar me echen la culpa, paso privilegiado para que su fuerza indeclinable y la conciencia de sus posibilidades los empuje a la convicción de que una contingencia negativa inevitablemente entrega otra positiva, por ahora simple consuelo. Con esto digo que no fue fácil la elección y que esta dificultad significa riqueza y acierto, también por parte de la entidad convocante. Mañana será la fosforescencia. ¿Y si no? Pido más plazo, o renuncio. He envejecido, no tomo a la ligera ninguna palabra, me asombro tanto ante el zancudo como ante el elefante, prefiero caminar con el portero del cielo que con su dueño dios, me interesan más las preocupaciones del vasallo que las del rey, sé que un grano de mostaza contiene todos los universos, voy con el mismo amor a Residencia en la tierra que al provincianismo en el sentido positivo de Tolstoi. Doce y cuarto de la noche, tres horas largas de trabajo. No las veo, cerraré Word, apagaré el portátil.
Se me había aparecido Leandro a las siete de la noche con dos libros impresos, las otras seis impresiones ya venían pero no llegaron, por lo que tuve que leerlos en pantalla de computador, contrario a cómo necesito. Con Leandro al lado esperando para llevarse el fallo porque “Pasado mañana es la premiación y … ” y los preparativos y Leandro tenía examen el viernes en la mañana en la Universidad y yo cita en la Secretaría de Educación para defenderme del acoso laboral de Francisco Herodes Laissa ¡Mañana el acta! Juran los parceros muy graves que no lo volverán a meter a uno en esas carreras y al ratico vuelven y lo meten. Pero no olvida que también ¡lo sacan de unas!


Jueves 17

De nueve a once releí los cuatro libros de alfa a omega, quedaron objetivamente tres en esta ubicación provisional sin definición, forzada por la ley de que deben ser un ganador y dos finalistas, que pudieran ordenarse en las otras combinatorias: Luz nocturna (primer lugar) , Recetario para un náufrago (Finalista), Alharaca (finalista), todos de alta poesía, que procuran goce, solventes desde sus distintas propuestas. Sin embargo quiero releerlos en la tarde y confirmar la afanada, compelida y débil jerarquía o alterarla. Manías sicóticas quizá innecesarias para otros y sin las cuales me inculpo. Si entonces no queda claro, pediré aplazamiento del acto de premiación programado en la Casa Rafael Pombo. Hasta la noche.

Al jurado de poesía lo contratan los organizadores por la sabiduría pero él sabe que le pagan por el sufrimiento ante la obligación de vencer la incertidumbre, que le pagan para que se acerque a la justicia: Cada cual de acuerdo a su capacidad y a cada cual de acuerdo a su trabajo.

Un jurado novato o ignorante del Rap bajaría a Recetario por su juego con ese género y su entendible y anticlásico manejo de la rima y la métrica.

11.39 a.m. ¿Y por que no primer lugar Alharaca y Recetario y Luz finalistas? ¿O por qué no Recetario primero?
Durante la tarde, en el trabajo, lo pensaré.
Y al trabajo me llama Leandro a las cuatro, que si ya tengo la decisión. Sí, pero tengo un problema, quiero que se premien en el primer lugar a tres libros, pongo cien mil pesos para que la división aumente un poquito, ojalá tuviera que donaría el millón. No se puede, hay que cumplir las bases. Hablamos a las seis y media, que llegue a la casa, a ver qué camino cogemos.

En la noche los volví a leer. Lo dicho: los tres merecen el primer premio y si por cumplir un reglamento me descuido haré daño. Luz tan insistente, Recetario tan experimental, Alharaca tan chino. Luz tan experimental, Recetario tan chino, Alharaca tan insistente…

Entonces Leandro llama al capo Felipe, quien autoriza desde Aranzazu, donde cura a los depresivos por mercurio. Pellizcarán cien mil pesos de otro lado para que a cada premiado le toque de a doscientos. Descanso y soy feliz. Me preocupa que alguno de ellos se moleste, lo afecte el cambio, nunca se sabe. Leandro me asegura que no. El dinero qué significa ante el hecho de tener una distinción tan sonora y limpia para la biografía, preocupación central de quien sueña su primer libro, aunque comprobará luego que a medida que avanza su grandeza disminuye su tamaño, hasta tal punto que entre más larga menos se ha avanzado.


Viernes 18

A las siete de improviso me visita Leandro con una cerveza lata para celebrar aunque no puedo acompañarlo porque faltan días para que un purgante que me tomé complete el ciclo. Celebra que el acto salió muy bien. Celebro el advenimiento de tres poetas nuevos para Colombia.


Manizales, jueves 17 de noviembre del 2011.

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