viernes, 18 de septiembre de 2009

HÉCTOR IDÁRRAGA: SOLIDARIDAD Y RITMO

(En Washington D.C. Reconocimiento “Colombianos que dejan huella en el exterior”. Acompañado de su retoño Federico)


Desde Houston, amorosa,
llega la Fundación Hope
con solidaridad pop
y en las manos saxo y rosa.
Porque el llanto nos acosa
en el fratricidio lento,
entrega paz el momento
en el que un niño sencillo
puede olvidar el gatillo
al tocar un instrumento.

Flóbert Zapata


Estados Unidos es la sociedad de consumo por excelencia: con el cinco por ciento de la población mundial consume el veinticinco por ciento de las mercancías que se producen en el planeta.

La mujer le dice al marido: Saldré a desestresarme. Se va a recorrer centros comerciales y unas horas después vuelve a casa con la mirada renacida y la camioneta atestada de compras de todo tipo.

En los sótanos, cuartos y roperos de las casas pasan de moda y de temporada multitudes de objetos y prendas sin estrenar.

Salvan del ahogo de espacio las ventas de garaje, en las que rematan a precios de ganga elementos o conjuntos costosos.

Cantidades enormes de alimentos se vencen en cocinas y despensas sin que lleguen a consumirse. Con lo desechado de las basuras se podría alimentar a los hambrientos de un continente.

No existe la cultura de la reparación: al primer fallo de un electrodoméstico lo desechan y lo reemplazan por otro.

Cambio de estación equivale a cambio de línea y en las vitrinas de los almacenes de ropa relumbra el “sale”.

Alguien ve un programa televisivo de bricolage y en cuestión de semanas posee un taller dotado de todo tipo de herramientas y materiales que nunca tendrá tiempo de utilizar.

Motivaciones tenues hacen que los padres les compren a los hijos refinados instrumentos musicales que abandonarán en las primeras clases.

Héctor Idárraga, residente en Houston, va por baratas (promociones), casas de empeño y ventas de garaje y de segunda comprándolos.

Clientes de su negocio de rescate y compraventa automotriz y conocidos los donan, como reconocimiento a la causa humanitaria de dotar a la las bandas sinfónicas de las comunidades escolares colombianas necesitadas.

Embala las adquisiciones, las envía a Neira, Caldas, su patria chica, y desde allí las distribuye por delegación o personalmente en decenas de corregimientos y municipios de todo el país con criterios de gratuidad, urgencia y merecimiento..

Hasta el momento ha entregado centenares de unidades de percusión (Baterías, congas, timbales, bombos, tambores, platillos, panderetas) y de vientos (Trompetas, saxos, clarinetes, bajos, trombones, tubas).

Para estructurar su labor solidaria ha creado la anfibia (por unir dos lenguajes y dos territorios) Fundación Hope (Esperanza). También con página en Internet.

En el fondo de este genuino y conmovedor proyecto de vida subyace la convicción de que un ser iluminado por Orfeo jamás empuñará un arma. En este país nunca abandonado por la guerra.

Nos recuerda, desmemoriados especímenes, que si los que tienen más de lo que necesitan entregan una brizna se pueden solucionar la mayoría de graves problemas que nos destruyen como sociedad desde la dura oscuridad y el egoísmo estridente.

La filantropía filarmónica de Idárraga, sin embargo, es una continuación: desde lustros atrás aporta regularmente todo tipo de medicinas americanas al ancianato de Neira y completos paquetes escolares a los niños de las escuelas urbanas y rurales.

Al publicitado eslogan oficial “Colombia es pasión”, le faltó un prefijo: “Colombia es compasión”. Clave para comenzar a recuperar el juicio.

© 2009 Flóbert Zapata