lunes, 17 de marzo de 2014

Pasen los niños mimados o pasen los ejércitos. Por Flóbert Zapata

(Detalle de un cuadro de Botero, expuesto en la Notaría Tercera, Manizales)




1
Eres mentiroso y vas a las marchas contra la guerra. Las mentiras son armas para la defensa o para el ataque en los combates que cada persona libra dentro de sí misma. Participas al tiempo de dos acciones opuestas con un solo cuerpo dividido, pides la paz de las trincheras desde las guerras del ego.

2
Un solo hombre, sin armas, rodeado de mil penas que le disparan desde arriba. No hay escapatoria, nadie te oye, espera la llegada salvadora del cáncer.

3
Mirada de lejos la batalla se parece a una plaza de mercado. No te engañas: una guerra es un mercado y un mercado es una guerra.

4
No me gusta la guerra, me reclutaron a la fuerza, actué para salvar mi vida, fingía matar y disparaba por encima de las cabezas. Los buitres devoran los cadáveres y no me miran.

5
A los débiles nos destinan a las tropas de diversión. Con suecos, kepis largos y uniformes holgados nos hacen parecer altos y robustos. Entonces los contrarios destinan a sus soldados más fuertes a enfrentarnos. No hay diversión en ir a una muerte segura sino en que lo sabemos y obramos como si no lo supiéramos. Perecemos en el centro para que triunfen los flancos, perecemos allí para que la vida triunfe en otra parte.

6
La vida es el arte de la guerra como la guerra es el arte del engaño, desarma la vida para que la guerra sea el arte de la comedia.

7
No hay polvo que se levante cuando el enemigo avanza. No verás soldados que calman la fatiga apoyándose en el fusil. Más sábelo, el mundo del trabajo es una guerra como cualquier otra. Peleas solo contra el mundo de todos contra todos. Buen general, desconfiado, no revelas tu estrategia sino al momento mismo de la batalla. Disfrutas solo la victoria exactamente como si se tratara de una derrota. En la derrota sabrás lo que siente una lagaña al verse corrida con asco.

8
Las ramas de los árboles se mueven, los pájaros huyen, pasen los niños mimados o pasen los ejércitos.

9
Tienes hambre, el combate se ha prolongado, no hay víveres, han cortado las rutas de abastecimiento, disparas con esperanza y anhelo, matar a un enemigo es lo mismo que comer carne.

10
Sólo se justifica la guerra cuando haya sido agrietado y escupido el cielo. Sanaremos las grietas, limpiaremos el esputo. Con tierra húmeda de sangre e indigesta de músculos y huesos lavaremos el azul hasta retornarle su pureza.

11
Te quemarás en el mismo fuego que provoques. Perder será quemarte todo, triunfar será quemarte el corazón, hacerte un cambio de rostro. Perder será quemarte rápido, triunfar será quemarte lento.

12
Soy el espía liquidable muerto. Soy el que ataca para defenderse. Soy el soldado que caerá sin cráneo. Soy el limpio y pobre arte de la maniobra. Soy el general que tiembla entre la seguridad de ganar y la sorpresa de perder. Soy la bandera que se agita en el campo de batalla para que los combatientes le pidan perdón a los cadáveres. Soy la ola de sangre que no puede volar. Soy la guerra que no nace de la codicia. Soy un hijo del cielo de la razón.

13
Todos los días te miro, país, a ver si crece silvestre la piedad. ¿De qué azar genuino vienen esas tropas de vagabundos mendigos que recorren los barrios escarbando las basuras?, ¿en qué mala guerra participaron para que sobreviniera semejante castigo? Pudieran conocer la respuesta pero ni siquiera conocen la pregunta.

14
La ira es hija de la velocidad. La ira repara sus piñones en Roma donde César el mecánico,  en Judea donde Levi el electricista y en Macedonia donde Alejandro el tornero.  La ira come carne de feto de oveja porque la carne de la madre es dura.

15
No tengo alma de asesino. No tengo alma de violador. No tengo alma de usurero. No tengo alma de mercenario. Casi ni me puedo lavar los dientes porque me da nauseas.

16
Cuando los poetas salen de su silencio la escalera que conduce a la guerra es la misma que conduce al cielo.
La Carolita, martes  11/mar/2014

© Flóbert Zapata, marzo de 2014