jueves, 27 de febrero de 2014

Es todo lo que hay que saber. Por Flóbert Zapata

Nunca me interesó la política internacional porque no la entendía. No la entendía porque la hacían para que no la entendiera. La televisión, como todo, se revelaba un acto de fe, no un acto de pensamiento.
En los noticieros veía las matanzas, los bombardeos, los atentados, sin entender nada, nombres extraños de hombres y países comenzaban a volverse familiares entre el humo de las devastaciones y los cadáveres y luego a olvidarse para que los reemplazaran otros.
Pero un día el conocimiento llegó porque tuve la temeridad de ir a los polos opuestos, comparto una brizna con ustedes.
Después de que el muro de Berlín cayó, Europa (Estados Unidos, su musculoso miembro de ultramar, también Canadá)  se unió  como nunca para apoderarse cómodamente de las riquezas del mundo. Es cuanto hay que saber de política, empieza a armar los rompecabezas de la opacidad, divierte, sorprende más que cualquier película.
En todas las guerras, en todos los conflictos, hay soldados europeos, hay armas europeas, hay dinero europeo, hay intereses europeos, hay tecnología europea, hay servicios de inteligencia europea.  En todos los golpes de Estado en el mundo, en todas las conspiraciones, en todas las crisis, está la mano europea, la blanca mano europea, la codiciosa mano europea, la xenófoba manos europea, la insaciable mano europea, la mano europea de ojos azules.
Objetivamente no existen los países pobres, todos los países del planeta son ricos, porque absolutamente todos tienen riquezas incalculables de todo tipo en el suelo, el subsuelo o el mar, tras ellas van los europeos. Existen sí los países empobrecidos, los honrados con su visita.
Los conquistadores antiguos, los Alejando Magno, quitaban territorios, ya no hay necesidad de eso, ponen gobiernos amables que les entreguen los billetes y se queden con las monedas.
Lógicamente cada tanto surgen los impertinentes, los que exigen un poco más para darle el pan al pueblo. Terminan ahorcados o depuestos y la gente aplaude.
De eso se trata todo en lo fundamental, no hay que entender más. Por aquí y por allí la religión por supuesto, entre otros factores y cada caso con sus particularidades.
Europa vuelve al mundo un paisaje de odio y de dolor para exprimir las riquezas que le permitan sus lujos y sus aventuras sicóticas.
Posee internet, los canales de televisión, las radios y los periódicos para que sus fechorías aparezcan como milagros, fabrica en cadena de montaje las calumnias y los camelos más espantosos que humano alguno pueda imaginar.
Ha monopolizado gran parte del dinero del planeta, con el que realiza procesos de desestabilización en el blanco elegido. Argentina acaba de afrontar una guerra especulativa con el dólar paralelo y una inflación artificial.
Cuenta Europa con amigotes, Colombia en Suramérica, Costa Rica en Centroamérica, Israel en el Medio Oriente, así en los restantes continentes o regiones. Simón Peres condecoró a Angela Merkel.
En este momento desarrolla al tiempo un golpe de Estado en Ucrania, un segundo en Siria y un tercero en Venezuela.
Consuelo Marín, esposa de mi hermano, está paseando en Maracaibo donde una hermana y dice que allá todo está normal. Pero si mira CNN, FOX, BBC, Dolce Welle, RCN y un etcétera infinito, se quedará con la idea de que el país está en llamas. Desde luego que hay guerrillas derechistas urbanas y mercenarios y causan estragos.
El año pasado programó golpes que terminaron en intentonas en Ecuador y en Bolivia. Ya lo dije, no hay nada ni cerca ni lejos en lo que no tenga sus manos Europa. 
Acaban de destruir la sede del consulado de Venezuela en Aruba. ¿A quién pertenece Aruba? A Holanda. ¿A quién pertenece Holanda? A Europa. Todo cuadra. El hecho, sin embargo, se percibe espontáneo. Necesario siempre distinguir entre gobiernos y pueblos.
Así está el mundo y parece que así va a estar por mucho tiempo.
La Carolita, viernes  21/feb/2014

(Foto: Escaleras del Liceo Isabel la Caótica, Manizales)

© Flóbert Zapata, febrero de 2014