jueves, 3 de julio de 2014

Si no llamamos virtud a la crueldad. Por Flóbert Zapata Arias

(Foto: Inhumación de mi madre en el Centro Memorial La Esperanza, Manizales, el pasado 30 de mayo)

“Ballena Matador. De esta ballena poco saben con exactitud los nantucketanos, y nada los naturalistas de profesión. Por lo que he visto de él, a la distancia, diría que tiene el tamaño de una orca. Es extraordinariamente agresivo, una especie de pez de Fiji. A veces se prende del labio de las ballenas de gran tamaño y cuelga de ahí como una sanguijuela, de tal modo que el poderosos bruto es atormentado hasta la muerte. El Matador nunca se ha cazado. Jamás he oído algo sobre la clase de aceite que tiene. Puede objetarse el nombre otorgado a esta ballena, debido a la incertidumbre que hay sobre ellas; pero todos somos matadores, en tierra o en mar; inclusive los Bonapartes y los tiburones”. Herman Melville. Moby Dick. Página 148 de la Biblioteca El Tiempo.  

Con la edad vamos perdiendo la memoria pero hay recuerdos que no sucumben a ningún deterioro, que están ahí siempre, colgados del alma con la intención de hacerla hundir en las tinieblas más hondas. El que sigue corresponde a este tipo, lo traigo a la luz a ver si afloja y me da un respiro.
Un vendedor ambulante de tapetes ha convencido a mi mamá, viuda, joven, llena de ilusiones y pobre, de que compre su primer tapete pero no tiene plata. Manda corriendo mis siete años donde Abelito Gallo, en cuya tienda mercamos, a pedir un préstamo por la cantidad justa. Abelito de una responde que no tiene. Cada cual cuida su dinero del mejor modo, se lo presta al que no lo necesita.
Recordar estas escenas me inunda de tristeza.
El sistema nos ofrece cosas que no podemos comprar o nos niega el dinero para comprar lo que nos ofrece y nos niega una educación en el desapego. Nos condena a la pobreza material y nos condena a la pobreza espiritual. En vez de darnos compasivo sólo una nos da despiadadamente dos pobrezas: la de desear y la de no saber vivir sin desear. Nos deja el sufrimiento como único camino. Nos oculta la defensa y nos hiere si lo llamamos mentiroso. Nos mata si no llamamos virtud a la crueldad.
Manizales,  martes 1/julio/2014

© Flóbert Zapata, julio de 2014