sábado, 12 de abril de 2014

Las lomas donde se cansa el viento. Por Flóbert Zapata

“Lo cierto es que de repente las barriadas de las ciudades se llenaron de jóvenes valientes, despojados, arriesgados y sin ley, dispuestos a cualquier cosa por llevar por primera vez una nevera a sus madres en esas casas indigentes de las lomas donde se cansa el viento”.

Cuando leí ¿Dónde está la franja amarilla? recuerdo que pensé: Todos los colombianos deberían leerlo. Pero muy pocos colombianos pueden leer porque la gran mayoría no ha tenido una educación, ya que sus maestros tampoco la tuvieron, excepciones hechas de los  que William llama blasfemos, Umbral llama libertinos y Emerson llama rebeldes, para amar hay que meterse en lo prohibido o en la conciencia de que no debe haber productos culturales prohibidos así como no debe haber productos culturales impuestos, hay que meterse en la memoria y sentir los sabores del perseguido.
Nunca leí historia,  me fugo de esa tara, reconozco que soy un hijo de la guerra, busco a los autores que escapan a este designio señalado por el magnífico Alfredo Iriarte: “Tan antiguo como el oficio de escribir la historia es el de falsearla y tergiversarla, siempre en defensa y en beneficio de unos intereses muy precisos y de quienes los representan".  
Porque no parece posible en Colombia soñar con la mayor suma de felicidad para el pueblo, como soñó Bolívar después de leer a Rousseau de la mano de Simón Rodríguez, permítasenos soñar con la menor suma de sufrimiento y de mentira. En Pa que se acabe la vaina, un libro con abundantes momentos felices, William nos lleva hasta las causas de las tempestades sociales para decirnos que podemos guarecernos de ellas mientras las vamos despidiendo en definitiva, mientras tenemos una educación que no les permita volver. También creo que todos los colombianos deberían leerlo.

La Carolita, miércoles 9/abril/2014

© Flóbert Zapata, abril de 2014