lunes, 5 de agosto de 2013
LA FICHA EN LA MANO. Por Flóbert Zapata
(Emiliano, el parcero, el carnal, el compinche, el cuate, el amigote, el nieto)
Todo está contaminado, lo más famoso
está más contaminado, Cáncer Flake de Kellog´s, todos los alimentos están
envenenados, así nos matan, así malthusean la población. Cada cosa que usted ve
en el supermercado tiene químicos, las cosas de apariencia más inocentes causan
por algunos de sus componentes enfermedades rápido y a largo plazo. Créalo, no
hay nada de exageración en esto. El maíz que comemos, transgénico, está
prohibido en Francia y en otros países. Por cada rojo y fresco tomate que usted
ingiere entra al organismo por lo menos un sexto de una cucharada dulcera de
plaguicida. Le quita la cáscara y se lo come tranquilo. Engaño. De la también
envenenada manzana recomiendan no tomar la infusión de sus semillas por su alta
absorción de la toxicidad, con lo que le quiero decir que nada se queda en la
piel, que todo llega hasta el hueso, hasta el tuétano. El pueblo colombiano
está enfermo y está muriendo, todos los días oímos sobre degeneraciones
monstruosas. Acaba de irse en Manizales M.X. Cáncer en el paladar, que le iría
subiendo. Lentamente quedaba ciega, no fumaba. En una ida al cercano baño se
cayó, se fracturó la cadera, cirugía, el final no demoró por su avanzada edad,
un deceso triste más, un martirizado menos. La Colombiana tiene tartracina,
averigüe su poder destructivo. Al menos Postobón la llama por su nombre, otro
la encubre con el poético nombre de amarillo No 5. También lo porta la Kola
Granulada JGB, la del tarrito rojo, con tarro de plástico en vez del
tradicional de lata. A leer la letra pequeña, la letra de la podredumbre. En
Colombia mata todo el mundo, mata la guerrilla, matan los paramilitares, matan
las mafias, matan los particulares, mata la policía, mata el ejército, matan
los gringos, matan las pandillas, matan los hinchas, matan los maridos, matan
los padres, matan los curas, así como lo oyen, hace horas condenaron a dieciocho
años uno que dirigía una banda de sicarios,
matan los ladrones, matan los celosos, matan los intolerantes, matan
todos, ¡país de la muerte que no se pone
contra su padrastro como se puso frente a su madrastra! Y matan más que todos
los anteriores juntos los idílicos
campesinos, a mano, y los terratenientes, con avionetas, al fumigar con pesticidas los cultivos y al
abonarlos con productos de laboratorio para que den frutos más grandes y más
pronto, matan y se matan porque de esos mismos cultivos se alimentan ellos y sus
familias. Muy bueno tomar leche de soya, muy sano, pero viene con glifosato. Hace
poco murió un campesino de Balmoral por cáncer en el páncreas, tan agresivos
resultan los cánceres que apenas los descubren no dejan otra opción que el
ataúd. Se cura uno que otro pero luego recaen y las soluciones despiertan más
dolencias. Casos así hay por montones, las salas de urgencias permanecen
atestadas, parecen hospitales de guerra, y lo son, donde hay enfermos y muertos
hay una guerra, la oncología se volvió una profesión muy solicitada, las
quimioterapias no dan abasto. La sabiduría de Hipócrates hace rato que pasó a
tumba: “Que tu alimento sea tu medicina, que tu medicina sea tu alimento”. La
leche de tarro le producía estreñimiento a Emiliano, uno, dos días sin dar del
cuerpo, aburrido, llorando, desganado, cuando por fin el organismo se defendía,
soltaba anormales bollitos y reventaba
en llanto. Remedio: el zumo de una
granadilla, efectivo. Cada que se lo doy, cada que disfruto su fiesta porque le
gusta mucho a sus cuatro meses, le digo Perdóname, nieto, por darte un alimento
envenenado, yo que te quiero tanto. ¡Cómo fumigan la granadilla! Cuando me di cuenta que la fumigaban casi
lloro, porque admiro su color, su suavidad y la manera como le proporciona
fibra a la gente para los horribles cuadros de estreñimiento. La diabetes y la hipoglucemia, tres millones
la sufren en Colombia, tienen como una de sus causas los antibióticos que les
aplican a los animales y que se ingieren a través de la carne, pero no causan
sólo este mal. No hay salida. Aceite de canola, mantequilla de soya, qué
maravilla. Qué maravilla de mentira. Ponga a fritar unos chicharrones, queda
aceite, que al enfriarse se endurece. ¿Sabe por qué se endurece? No se endurece
por el frío, se endurece porque tiene muchas moléculas de hidrógeno, moléculas
naturales pero al fin moléculas de hidrógeno. Esas moléculas exageradas de
hidrógeno producen cáncer, infartos y derrames. La mayoría de aceites vegetales
en su estado natural son delgados, poco densos, como agua, para darles textura,
para volverlos sólida mantequilla, les agregan moléculas artificiales de
hidrógeno, con lo que quedan igual de peligrosos que la manteca de marrano o el
chicharrón, en Estados Unidos la Asociación de Consumidores logró que los
prohibieran. No nos morimos sino que nos matamos, con armas, con insolidaridad,
con alcohol, con tabaco, con falta de compasión y con los alimentos, lo único
que faltaba. El tabaco despierta el cáncer porque lo fumigan con cadmio, usted no
fuma, bien la felicitamos, qué ejemplo, pero toma chocolate, que también lo
fumigan con cadmio, ¡tan ricas las chocolatinas! No fuma, qué bien, y le hace
malacara al que fuma, pero un carro que pasa por su lado se fuma una cajetilla
por segundo, primera causa de cáncer, ¿cuántos carros pasan a su lado mientras
usted camina por la avenida?, y no le hace malacara ni a los buses. El grano de
arena que he mostrado con esta nota proviene de un desierto muy grande, los
oncólogos mueren de cáncer, los cardiólogos mueren del corazón y los
psiquiatras terminan locos como sus pacientes. ¿El urólogo de Julio P. no murió
pues de cáncer de próstata?, se lo llevó rapidito, en tres meses, y él
deprimido porque lo trataba un muerto. Despidámonos. Como en los Bancos,
miremos el aparato que dice con un número quién sigue mientras apretamos
ansiosos, agradecidos, pacientes, la ficha en la mano como si lo que esperamos
no nos trajera el infierno sino el paraíso.
La Carolita, domingo 4/ago/2013
© Flóbert Zapata, agosto de 2013