lunes, 12 de agosto de 2013
La casa. Por Flóbert Zapata
Los pobres construimos la casa poco a
poco, pieza por pieza, capa por capa, año tras año. Por ello siempre hay en el alma, enseguida, en la cuadra, en el barrio, ruidos estridentes de
cortado de baldosas, de pulido de mármol, de martillazos sobre punzones, de
volquetas que descargan materiales de rio, de lijado de estuco, entre maestros
de obra y obreros polvosos con un
cigarrillo en la boca.
Siempre un olor a humedad, a mezcla de
cemento y arena, a obra de arte que no depende de la opinión de los otros como
el hijo que nace de la cópula del vestido y el ataúd.
Han pasado los años, las deudas
languidecen, el mayor ya trabaja, remodelamos el baño, ampliamos la cocina,
techamos la terraza y la estrenamos con un asado al que invitamos a toda la
familia.
Hemos terminado la casa, no hay más que hacerle, en algún momento de
quietud entendemos que vivir es sencillamente construir un lugar donde morir.
Hubiera sido bueno saberlo antes pero nos consuela descubrir que hay gente que se
va sin saberlo nunca.
La Carolita, domingo 11/ago/2013
© Flóbert Zapata, agosto de 2013