viernes, 25 de julio de 2014

Pasen los niños mimados o pasen los ejércitos (tercera parte). Por Flóbert Zapata

(Muro de Manizales) 

1
Detrás de la guerra está la gloria. Detrás de la gloria está el dinero. Detrás del dinero está la estupidez sin gloria, porque hay estupideces con gloria. Y detrás de toda estupidez está la vida masacrada reverdeciendo silenciosa.
2
Ya mataste a todos los desnutridos, ahora te toca la guerra entre los nutridos, entre iguales, para que algunos caigan o para que caigas con ellos, porque el mundo no funciona sin  desnutridos como el agua no funciona sin el sol.
3
En la guerra de la vida participan varios tipos de combatientes: el nutrido que mata al nutrido, el nutrido que mata al desnutrido, el desnutrido al servicio del nutrido y el desnutrido al servicio de sí mismo.
4
El cazador caza a otros porque no puede cazarse a sí mismo y al tiempo que caza es cazado por otros. El cazado primero maldice y luego agradece, lo cazan para que se convierta en cazador. Cazar lleno, cazar por vicio, he ahí la tara de la especie, la tara que lo lleva al dolor del que nunca se sale.
5
No existe la paz sino como palabra. Lo que llamamos tiempos de paz no son sino las guerras en las que se mata con leyes y no con armas. En la guerra detona el instinto de inteligencia de la brutalidad. En la paz detona el instinto de maldad de la inteligencia. El mayor amante americano de la paz, Simón Bolívar, escribió con la espada sobre la arena: “Yo temo más la paz que la guerra”.
6
En el avión también estamos en una y muchas guerras. La guerra del fuselaje contra el viento. La guerra de la máquina contra el mecánico. La guerra de un millón de piezas contra el desperfecto, el desgaste y la fatiga. La guerra de las turbinas contra las aves. La guerra del piloto con el error. La guerra de la calma contra la sorpresa. En el avión también estamos en una y muchas guerras, amebas de la gran panza. Y no hemos visto el rostro del general que nos dirige oculto, sólo la voz: Nos encontramos a 30000 pies de altura  o Señoras y señores vamos llegando al delicioso lugar a donde nadie quiere llegar.
7
Canten, canten pájaros, inventen cantos para la tumba ensangrentada del mundo. Canten, canten, que ha despertado la luz de la muerte.  Canten, canten, que se han terminado la calumnia silenciosa, la tortura psicológica, la insidia vestida de broma o descuido y la intimidación sin palabras. Canten y pónganle música a esta copla: No me prestaron ayuda/ los que podían prestarme/ y los que me la prestaron/ buscaban asesinarme.
8
Nos dejan ver el amor un poquitico y luego matan al amor y matan a los que lo vimos.
9
El miedo es hijo de la miseria y la miseria es hija del miedo. El miedo y la miseria son a la vez hermano y hermana y de su incesto nacen tarados la muerte pintada de azul y la guerra.
10
Escritor al que no lo persigan no lo persigue la grandeza. La intensidad de la persecución define la intensidad de la obra. Sólo porque sabe que escribir es borrar de la vida los errores cometidos por los amanuenses. Soy un escritor perseguido y pequeño.
11
Subir de estrato, vivir en un séptimo piso, esconderse para ver desde más alto la tumba.
12
Diálogo de la vida y la muerte
−¿Por qué nos hablas tanto de la muerte?
−¿Por qué haces de tu ser una mentira?
−¿Por qué si eres amor eres herida?
−¿Por qué eres una bala del poniente?
13
Soy el cadáver, no tengo tiempo, no tengo tiempo, nunca lo tuve, siempre lo quise, me lo negaron, no tomé las armas por él, de qué me quejo, no tengo tiempo, no tengo tiempo, no tengo tiempo...
14
¿Ese poeta parece bueno porque lo publican mucho o lo publican mucho porque parece bueno? Tal vez en otro tiempo esta pregunta no se resolvería en un combate, tal vez en otro tiempo, en otro tiempo fuera del dinero.
15
La guerra es un trabajo como cualquier otro. El trabajo es una guerra como cualquier otra, con sus muertos, sus lisiados,  sus locos que salen a dispararle a todos su  tristeza y su fracaso. Porque son tantas guerras no creas que te salvas guerra del amor, más ensangrentada por dentro que por fuera, no se ven en las pálidas fotos las masacres a las vísceras. Tus muertos pasan, pasan, mientras escribo, y ese muerto mayor con el que vives, el gran manipulador, egoísta, insensible y judío, que astuto y paciente les ayuda en la emboscada.
16
Mi padre tuvo monedas,
todas de arena judía,
se las robaron los mancos
y al final agradeció.
Mi madre fue Julio César,
yo fui un pueblo sometido
y cuando me liberé
me dolieron las cenizas. 
17
El dinero se alimenta de guerras, me duelen las cenizas por adelantado, me duelen las cenizas sin morirme, me duelen las cenizas y se ríen.
18
Se ha hablado siempre del cáncer de la violencia, nos toca ahora hablar de la violencia del cáncer. No empieza bien el día con la palabra guerra, no empieza bien la muerte con la palabra cáncer.
19
El mundo siempre estará dividido, la coexistencia pacífica no existe, las guerras nunca morirán. Sólo nos queda el destino de islas, dividir el mundo por vicios, tenerle miedo a la noche.
20
He aquí la clase media, carne del sándwich en la guerra de clases.
Pasa el alegre obrero con motilado popular, el ocho, la cresta, acostumbrémonos, ya son la mayoría, son inofensivos si se les da trabajo, igual que nosotros seríamos violentos sin trabajo.
Pasan tres gambas con de a Pitbull, acostumbrémonos a que nos muerdan, porque la minoría rica los ha mordido mucho.
21
Sobre la necesidad de paz en la guerra del fútbol habla más el ajuar de este reciclador  que los  discursos de los burócratas literarios, el bolso que lleva es del Once Caldas y la pava es del Nacional.
22
Siempre hay un poder y siempre hay dos que se disputan ese poder. ¿Por qué no se dividen el poder para que no disputen? Y cuando cada medio poder tenga dos que se lo disputen vuélvase a dividirlo para que no disputen. Así hasta que cada ciudadano tenga su pedacito de poder, entonces se acabarán las guerras, los huérfanos, las viudas y el odio.
23
No vayas a la guerra sin antes cumplir tus deberes religiosos. Ruégale al dios que mates muchos y que sobrevivas para volver a cumplir de nuevo tus deberes, entre ellos eliminar a los rehenes, compasivo al no someterlos a la humillación de matarlos en su propia tierra. Cumplirás al dios si crees que la guerra es parte de la religión y no que la religión es parte de la guerra.
24
Parte de guerra del general: Tomamos por asalto el campamento enemigo. Hemos triunfado, hay pocas bajas. Entre las bajas no está mi hijo ni mi padre ni mi hermano. Entre las bajas no estoy yo.
25
El combatiente muerto es en sí mismo un ejército con el ciento por ciento de bajas: su cerebro, su hígado, sus pulmones, sus músculos, sus huesos, sus venas, su pene con ese lunar que sólo ella conocía y que gracias al furor nunca será de nadie más, como lo prometió. La guerra, siembra de ilusiones viudas que no se vuelven a casar, fuente de las promesas absurdas.  
26
El combatiente que vuela en pedazos por el bombardeo o la granada tiene una tumba en el aire. Sin sepulturero, sin ritos, sin acompañantes, han sido enterrados sus recuerdos, sus sueños, sus besos, su infancia. Volverá por azar a llevarle su canto descompuesto algún pájaro sordo por la explosión.
27
Parte de guerra: Tres columnas de infantería y de caballería perecieron en su totalidad. Todos eran amigos míos pero no me duele porque en el fondo la amistad no existe, si la amistad existiera no existiría la guerra.
28
Celebras haber vencido, celebras haber matado, pero algo muy adentro de ti se ensombrece, tu parte de loco que crecerá hasta hacerte un loco entero.
29
Compañero soldado: Decían que me ayudaban a vivir y resulté muerto. Decían que me amaban y ni siquiera me ayudaron a morir. Llévate esas flores y cuélgalas en los fusiles de los que creen que les ayudan a vivir porque no caen.
30
Quien es feliz matando es infeliz y quien es infeliz es un monstruo.
31
Santo es el soldado que deserta de las guerras de pillaje, se une al pueblo invadido y se dedica a cultivar la tierra, a construir puentes, escuelas, carreteras, viviendas dignas, hasta que una tarde siente que merece el perdón porque canta una oración de una lengua que ni él ni nadie conoce.
32
Soy el mando general de la guerra. Soy el amado por los belicosos y el temido por los pacíficos. Soy el claro en mi superficie y el oscuro en mi profundidad. Soy el sano en la vigilia y el enfermo en el sueño. Soy el director supremo de la guerra. Soy el santo patrono de las armerías y el peón de los agiotistas.
La Carolita, domingo 29/junio/2014


© Flóbert Zapata, julio de 2014


domingo, 13 de julio de 2014

Con ese malestar que no se quita. Por Flóbert Zapata

(Foto: La Carolita, Manizales)

Llegas sano e inocente, te hacen santo o demonio,
y el santo lleva adentro el germen del demonio
y el demonio lleva adentro el germen del santo.
Serás al tiempo ángel y demonio,
serás un tiempo ángel y un tiempo demonio.
Mejor que no me eduquen, que no me conviertan,
que no hagan de mí un reprimido deseoso
o un libertino con remordimientos,
un divino con ese malestar que no se quita,
un humano con esa libertad que no le alcanza,
que me dejen así, para siempre vacío,
como una roca, como un animal salvaje,
como una estrella, como un grano de arroz
y un día que tengan hambre
quiten la cáscara del nombre y me mastican.
-
Llegas sano e inocente, te hacen santo o demonio, y el santo lleva adentro el germen del demonio y el demonio lleva adentro el germen del santo. Serás al tiempo ángel y demonio, serás un tiempo ángel y un tiempo demonio. Mejor que no me eduquen, que no me conviertan, que no hagan de mí un reprimido deseoso o un libertino con remordimientos, un divino con ese malestar que no se quita, un humano con esa libertad que no le alcanza, que me dejen así, para siempre vacío, como una roca, como un animal salvaje, como una estrella, como un grano de arroz y un día que tengan hambre quiten la cáscara del nombre y me mastican.
Manizales,  domingo 13/julio/2014


© Flóbert Zapata, julio de 2014

viernes, 4 de julio de 2014

Mil veces piedad. Por Flóbert Zapata

En el mundo de la poesía, como en todos los mundos, dominan la escena el poeta-rastacuero, el poeta-intrigante y el poeta-gamonal. Gracias a la  equivocación o al raro azar a veces se ve en el tablado una voz auténtica. Pero la ahogan los seguidores de estos poetas, también divididos en rastacueros, intrigantes y gamonales. Todas las voces son auténticas al comienzo hasta que las educan como a los animales de circo pero más educado que cualquier circo es el circo de la poesía. Sin embargo hay una diferencia. A los animales de circo los educan por la fuerza o por el engaño. Los poetas, en cambio, hacen fila para que los eduquen. Piedad cielo de los inocentes, ¡piedad, mil veces piedad!, cuando nos encontramos un poeta que es al tiempo rastacuero, intrigante y gamonal.   
Manizales,  jueves 3/julio/2014
Foto: Muro de Manizales 

© Flóbert Zapata, julio de 2014

jueves, 3 de julio de 2014

Si no llamamos virtud a la crueldad. Por Flóbert Zapata Arias

(Foto: Inhumación de mi madre en el Centro Memorial La Esperanza, Manizales, el pasado 30 de mayo)

“Ballena Matador. De esta ballena poco saben con exactitud los nantucketanos, y nada los naturalistas de profesión. Por lo que he visto de él, a la distancia, diría que tiene el tamaño de una orca. Es extraordinariamente agresivo, una especie de pez de Fiji. A veces se prende del labio de las ballenas de gran tamaño y cuelga de ahí como una sanguijuela, de tal modo que el poderosos bruto es atormentado hasta la muerte. El Matador nunca se ha cazado. Jamás he oído algo sobre la clase de aceite que tiene. Puede objetarse el nombre otorgado a esta ballena, debido a la incertidumbre que hay sobre ellas; pero todos somos matadores, en tierra o en mar; inclusive los Bonapartes y los tiburones”. Herman Melville. Moby Dick. Página 148 de la Biblioteca El Tiempo.  

Con la edad vamos perdiendo la memoria pero hay recuerdos que no sucumben a ningún deterioro, que están ahí siempre, colgados del alma con la intención de hacerla hundir en las tinieblas más hondas. El que sigue corresponde a este tipo, lo traigo a la luz a ver si afloja y me da un respiro.
Un vendedor ambulante de tapetes ha convencido a mi mamá, viuda, joven, llena de ilusiones y pobre, de que compre su primer tapete pero no tiene plata. Manda corriendo mis siete años donde Abelito Gallo, en cuya tienda mercamos, a pedir un préstamo por la cantidad justa. Abelito de una responde que no tiene. Cada cual cuida su dinero del mejor modo, se lo presta al que no lo necesita.
Recordar estas escenas me inunda de tristeza.
El sistema nos ofrece cosas que no podemos comprar o nos niega el dinero para comprar lo que nos ofrece y nos niega una educación en el desapego. Nos condena a la pobreza material y nos condena a la pobreza espiritual. En vez de darnos compasivo sólo una nos da despiadadamente dos pobrezas: la de desear y la de no saber vivir sin desear. Nos deja el sufrimiento como único camino. Nos oculta la defensa y nos hiere si lo llamamos mentiroso. Nos mata si no llamamos virtud a la crueldad.
Manizales,  martes 1/julio/2014

© Flóbert Zapata, julio de 2014

martes, 1 de julio de 2014

Gracias por la educación. Por Flóbert Zapata

Eternamente me caigo y me levanto ahí mismo para volver a caer. No me canso de este juego en el que no sé para dónde voy porque me encerraban la noche de la curiosidad para que no viera el cielo estrellado de las ideas lejanas. No me canso de este juego en el que no sé de dónde vengo porque me ocultaron las crónicas de sangre mezclada con orines y neuronas mezcladas con lodo. Este juego en el que no sé si el cielo queda arriba o abajo. Qué rico que se vive desorientado, qué rico que nos tengan que llevar. Gracias por la educación, gracias por las brújulas enloquecidas con imán, gracias porque el tablero no me sirve de camilla para que me lleven del cementerio al hospital.
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Eternamente me caigo y me levanto ahí mismo
para volver a caer. No me canso de este juego
en el que no sé para dónde voy porque me encerraban
la noche de la curiosidad para que no viera
el cielo estrellado de las ideas lejanas.
No me canso de este juego en el que no sé
de dónde vengo porque me ocultaron
las crónicas de sangre mezclada con orines
y neuronas mezcladas con lodo.
Este juego en el que no sé si el cielo queda arriba o abajo.
Que rico que se vive desorientado,
qué rico que nos tengan que llevar.
Gracias por la educación,
gracias por las brújulas enloquecidas con imán,
gracias porque el tablero no me sirve de camilla
para que me lleven del cementerio al hospital.

Manizales,  domingo 29/junio/2014


© Flóbert Zapata, julio de 2014