martes, 1 de julio de 2014
Gracias por la educación. Por Flóbert Zapata
Eternamente me caigo y me levanto ahí
mismo para volver a caer. No me canso de este juego en el que no sé para dónde
voy porque me encerraban la noche de la curiosidad para que no viera el cielo
estrellado de las ideas lejanas. No me canso de este juego en el que no sé de
dónde vengo porque me ocultaron las crónicas de sangre mezclada con orines y
neuronas mezcladas con lodo. Este juego en el que no sé si el cielo queda
arriba o abajo. Qué rico que se vive desorientado, qué rico que nos tengan que
llevar. Gracias por la educación, gracias por las brújulas enloquecidas con
imán, gracias porque el tablero no me sirve de camilla para que me lleven del
cementerio al hospital.
-
Eternamente me caigo y me levanto ahí
mismo
para volver a caer. No me canso de este
juego
en el que no sé para dónde voy porque
me encerraban
la noche de la curiosidad para que no
viera
el cielo estrellado de las ideas
lejanas.
No me canso de este juego en el que no
sé
de dónde vengo porque me ocultaron
las crónicas de sangre mezclada con
orines
y neuronas mezcladas con lodo.
Este juego en el que no sé si el cielo
queda arriba o abajo.
Que rico que se vive desorientado,
qué rico que nos tengan que llevar.
Gracias por la educación,
gracias por las brújulas enloquecidas
con imán,
gracias porque el tablero no me sirve
de camilla
para que me lleven del cementerio al
hospital.
Manizales, domingo 29/junio/2014
© Flóbert Zapata, julio de 2014