martes, 13 de agosto de 2013

Final de infarto. Por Flóbert Zapata

(Fotografía: Pegatina en muro de Manizales )

Anoche apenas supe que el maestro de obra Carlos X., el vecino de cuando viví en La Asunción murió hace un mes, de infarto, estaba en el trabajo y fue cayendo; no le daba ni gripa; nos iba a hacer una ampliación. A Fernando Osorio lo sorprendió el infarto cuando iba caminando por el centro, ni fumaba ni bebía. Jairo C. me contó que a una tía suya la sorprendió bajo la ducha. Mi hermano Henry estaba solo en un cuarto de su casa en El Bosque cuando le sucedió al final de la tarde. A mi otro hermano Fáber (al principio me daba miedo acostarme pero ahora me place la idea de la solidaridad), lo sorprendió durante el sueño en La Merced como al poeta Fernando Mejía Mejía o a Germán Cárdenas hace nada en su apartamento en Neira. La vida es una ilusión pero el infarto es una realidad. Me pregunto cómo me cogerá su creatividad a mí porque sé que no tenerle miedo hace que se demore un poquito más, sólo el humor puede salvarnos. ¡Cómo mata el infarto! Y no hay remedio, la cultura en que vivimos, toda, sin excepción,  es la fórmula perfecta para producirlo, porque es la cultura del odio, aunque predica el amor no se puede pedir un odio más perfecto y más generalizado. Tengo unos lentes que se oscurecen con el sol pero en las fotos quedan sin oscuridad o casi imperceptiblemente oscuros. Así sonreímos, no se nos ve la oscuridad de adentro. Aunque el infarto se demora mucho si nos salimos de la cultura del odio. Le preguntaron a un lama tibetano si podía alargarse la vida. Por supuesto que sí, dijo. Explicó que por cada vida de un animal que uno salve le agrega horas, días, semanas, a la vida. Si a la gallina que tienes amarrada para comerte le perdonas la vida la energía del universo mejorará tus cuentas. Ni se diga cuando se trata de personas en este mundo carnicero y bebedor de sangre caliente.  Pero recordemos que no sólo se mata con armas, con autos, con motos, que se mata con calumnias, con humillaciones, con prejuicios, con intolerancia, con complejos de superioridad, con mentiras, con las afiladas puntas de los egos convexos, con el control, con las torturas mentales al subalterno en el nuevo infierno del trabajo, etc., costumbres convertidas en ídolos. Nada cambia, sin embargo, todo empeora,  la muerte seguirá pidiéndonos abrazos y la vida seguirá dándole silencios. Hasta que nos salga de lado la sombra que a los otros les sale de frente.


INFARTO

Nos entregan la muerte a pedacitos.

No queda otro camino

que recibir la muerte a pedacitos.

Pedacitos de hoy en codicia y afanes.

Pedacitos de ayer

en genes de fatiga y de terror.

Mañana en pedacitos siempre azules

con un fondo de piano en primavera.

Pedacitos dinámicos: meditas en el fin.

Pedacitos estáticos:

foto del padre muerto que sonríe.

Pedacitos con cáncer: ¿por qué a mí?

Pedacitos noticias: la muerte de un amigo.

Pedacitos ardientes de lujuria o dinero.

Pedacitos de amor. Pedacitos de gloria.

Nos entregan la muerte a pedacitos

y a veces nos la entregan toda junta.

(De Ataúd tallado a mano)


 




 




 

 
La Carolita, martes 13/ag/2013
© Flóbert Zapata, agosto de 2013