martes, 5 de febrero de 2013
EL VENDEDOR. Por Flobert Zapata Arias
El vendedor al que no le compras se vuelve tu enemigo.
Algunos vendedores lo disimulan, fingen con buena o mala sonrisa que se
trata sólo de alimento, de un acto humano y no metafísico, especulan de facto que con la
moneda no desapareció la realidad.
Otros vendedores se vanaglorian de no disimularlo, no has creído en
su religión, perteneces a otra secta, si pudieran te matarían en el instante, uñas
y garras se tensan debajo de su serenidad matemática.
Nunca te niegues a comprarle al familiar, al vecino, al colega, al
cercano, al conocido, sin dejar de saludarte te matarán lentamente, con
pequeñas dosis de veneno acumulativo, de difamación y miradas de reojo.
Busca lo que necesitas entre desconocidos, en lugares lejanos o a los
que nunca volverás, que no te cierran las fronteras y te dejan la posibilidad
del exilio, en esos hipermercados en los que al menos encuentras la sinceridad perdida
de la ley de la selva, cuyos empleados poseen corazones y estómagos de acero y
no vulgares órganos cautivos del hambre.
Para que no se vuelva tu enemigo le compras algo al vendedor, le das
café, pero él descubre tu gesto pagano de creer sólo en parte y te odiará como
si no le hubieras comprado nada, como si fueras ateo, como si miraras su
iglesia con un interés cultural de turista.
Entonces concluyes que vendedor es aquel que te ordena qué le compras, cómo
vives y que sólo debes limitarte a agradecer, a enfermar y a entregarle tu alma.
La Carolita, martes 5/feb/2013
© Flóbert Zapata, febrero de 2013