miércoles, 31 de octubre de 2012
MUSSOLINITOS DE PAISANO. Por Flóbert Zapata Arias
Miércoles 24 de
octubre del 2012. Ocho de la noche. Mientras espero que a mi hija le traten un
sádico espasmo opresivo-pulmonar de gestante de diecinueve semanas, una pobre
señora, exempleada de los Seguros Sociales espera a que le apliquen una droga
en Urgencias del Hospital de Caldas. Vientre hinchado, como de gestante de diecinueve
semanas, hemorragia vaginal que casi la desangró, desconsuelo porque el médico
le dijo que eso era normal. Nos ponemos a hablar de la alimentación. De la
tartrazina, de los químicos de los alimentos procesados. De la frase de
Hipócrates: Que tu alimento sea tu medicina. De que no nos morimos sino que nos matamos con lo que
comemos. De los agrotóxicos, de la agricultura orgánica. De la quimioterapia
natural que logra la bebida de la cáscara o la hoja de la guanábana y la pulpa pero
de su inconveniencia en hemorragias por su poder de dilatar los vasos
sanguíneos. Del yoga y la meditación. Sí, practicaba meditación, hasta que una vecina
le preguntó si no le daba miedo que se le metiera un espíritu. Enconces dejó de
meditar y, según me contó, ¡qué bien lo hacía! La superstición tiene sus
lugartenientes. El fascismo menudo de la cotidianidad mata cuando se ausenta el
fascismo gigante de las líneas de trinchera. Todo Mussolini uniformado tiene sus
Mussolinitos de paisano.
La Carolita. Jueves 25 de octubre del 2012.
©Flóbert Zapata Arias, octubre del 2012