sábado, 27 de julio de 2013

NO OCURRIRÁ. Por Flóbert Zapata Arias


Sin ausencia de dolo en las matrices de opinión, de Julio Flórez se difunden sobre todo Mis flores negras y Todo nos llega tarde hasta la muerte y los de su tipo. Esto lo que conocen las personas corrientes de él, los que leen lo que ven a la mano. Resultan interesantes para comprenderlo en sus fugas de la grandeza total pero no más.

El muy cantado Mis flores negras es un poema  endeble en el contenido, se revela masoquista en “gemidos” y “desvíos” y sádico en “reproches y perfidias”, aunque estos dos males se intercalan siempre, se funden, se arrodillan.  Nadie va a guardar, de otro lado, unas flores de esas características, con lo que la última estrofa acaba de agravar la situación en la ingenuidad, después de la dosis de moralina y resentimiento. No hay razón para hablarle al pérfido y menos para estar con él. Todo esto lo hace un poema cien por cien sentimental y, como sabemos, los sentimientos sin su componente de razón se pueden equiparar con el sujeto que ahorca a su buena madre. El hombre está hecho de sentimientos y de pensamientos pero los sentimientos nacen de los pensamientos, no me cansaré de repetirlo. La mayoría de colombianos tiene malos sentimientos porque le han metido hondo pensamientos inficionados. De no creerlo miren no más alrededor la sociedad tan echada a perder que tenemos. O mírese adentro cada uno con sinceridad, de no habérsele atrofiado esta facultad, a ver si no se espanta de sí mismo después de quitar la máscara del narcisismo. Tiene el mérito documental el poema de describir al peor de los estados del hombre, el del derrotado por sí mismo, por no procurarse con los libros que sacan la cabeza por la reja, los libertinos, la educación que le negaron, tragedia de la mayoría. J. L. Borges dice que los tangos lloriqueantes son poco varoniles pero yo digo que son poco humanos. La música debería llevar a la salud y no a la enfermedad mental. Al oír esta canción está hecha la siembra para que el truhan después de la fuga de su mujer apure un veneno o cometa una masacre como la de hace un mes en Antioquia, pero sucede en todas partes. Un hombre buscó a su expareja y la mató junto a su pequeña de brazos a puñal y casi arrastra también a una vecina que salió a tratar de interferir. ¿Por qué lo hacen? Porque no cuentan con los recursos para defenderse de su contenido viral. Las letras necesitan crítica pero los intereses entregan mudez.

Todo nos llega tarde es un buen poema pero no hace parte de los grandes poemas de Julio Flórez, aquellos en los que logra una dicción esencial, sencilla y fluida  como un arroyo de selva virgen, aquí los versos tan cortados, lo que llaman encabalgamiento, perturban demasiado en la segunda estrofa. Pero el gran problema reside en haber metido de manera poco afortunada la muerte en un poema social. Cierto que consigue parcialmente convertir lo social en peldaño anterior a la angustia existencial, el dolor que en apariencia no tiene causa. El tema es el desencanto del hombre corriente ante la frustración de todo tipo, la estulticia de no reconocer el esplendor del otro sino cuando está inerte, que Flórez padeció y padece, y una judicatura que sigue sustentando que la justicia es para los de ruana, que su bondad se circunscribe dentro de las utopías prescritas. Y sigue funcionando así, si quiere justicia conviértase en rico o famoso, o haga justicia por su propia mano, otra de las razones que explican este país asesino, a través de armas, accidentes de tránsito o humillaciones, y suicida, que oculta los suicidios, como los del Metro, dicen. Ahí no cabía suelta la idea tan rica para desarrollar de que todo nos llega tarde hasta la muerte. Tan rica y tan difícil y por tanto tentadora y bella, si evita las nupcias entre el lloriqueo y las flores negras, hoy de moda, de exportación y lustrosas, de alguien que odia la vida porque recibe su odio, pero no se despide de ella siendo tan fácil proceder, tan barato y común.

Ahora, las obras relumbran de musicalidad, don protegido, aunque utilizado en cautiverio para opacar su poesía de ideas, y tienen momentos bienaventurados, ni más faltaba, pero no logran poner la balanza a favor, ofrecer el poema que llamamos redondo.

Para el contraste quería un poema que saca el blog ntc en foto de un recorte de prensa antiguo, tipográfico, en el que hay un cuervo, me gasté el día y no di con él aunque pulsé una a una las entradas antiguas, lo quedo debiendo. Ni siquiera en la red encontraremos los poemas que nos han negado sucesivas antologías de su obra en papel, que en su caso particular nos permite definir esas antologías como aquello que oculta lo que Francisco Umbral llama “textos en subversión” en el prólogo a El asno de oro de Ovidio Apuleyo, edición del Círculo de Lectores, y que han condenado al gran poeta a un círculo vicioso hagiográfico, mostrando en él lo que continúa sumiso y confuso y no lo que rompe perturbador y lúcido. Necesitamos la publicación de las obras completas de Julio Flórez pero esto no ocurrirá nunca.

La Carolita, viernes 26/julio/2013

 

 

© Flóbert Zapata, julio de 2013