viernes, 14 de septiembre de 2012
LOS EXTRAÑOS. Por Flóbert Zapata Arias
Llegaron los poetas al pueblo. Sus intervenciones
se dividen en catequesis y poesía. Me pregunto por qué no al revés pero reina
esta costumbre. Sólo un espíritu amante de la sutileza descubrirá artificios
casi escalonados. El primero: que la poesía es también catequesis. Segundo: que
la poesía es más catequesis que la catequesis. Tercero: que la catequesis
reclama un poco de poesía.
Pero no se crea que los poetas la tienen fácil. Los
catequistas de oficio los señalan como catequistas vergonzantes e invitan a que
los desprecien. Para defenderse, los poetas se arrancan los dardos del corazón,
les limpian el veneno y se los devuelven a los catequistas de oficio recordándoles
su condición de poetas del dogma.
Por cosas como estas los hermanos poetas y los
hermanos catequistas de oficio mantienen en guerras internas permanentes, sólo
se unen transitoriamente cuando ven asomar algún poeta-demonio, para abatirlo.
Pero no llegan poetas demonios al pueblo, se les
tiene dicho personalmente y en grupo a los organizadores que si invitan
siquiera a uno les retiran el apoyo y recibirán los castigos apropiados. No
quieren sus muchos libros leídos, sus cabellos largos, sus ideas paganas, sus
humos filisteos, sus traiciones a los tronos, sus atuendos desenfadados, su
abrazo a los indigentes, su palabra libre de sumisiones, sus reverencias a las
estrellas...
Llegaron los poetas al pueblo. Leerán en el palacio
y después en la Casa de la Cultura. Todos los aplaudirán como desde hace más de
veinte años que se fundó el Festival, todos, menos los jóvenes que se sientan a
desperezarse en el parque porque en ese pueblo no hay nada interesante que
hacer.
La Carolita, miércoles 12 de septiembre del 2012.