Me gusta de la navidad que Papá Noel se parece mucho o menos a Sócrates, Carlos Marx, Charles Darwin, Sigmund Freud en aquel momento, Walt Whitman.
Me persiguen los árboles de navidad pero no me dan regalos, así desde la infancia, y en cambio me quitan silencio lunar.
El nirvana de unos trae el samsara de otros, la navidad que hace felices a los hombres hace infelices a los cerdos. Al revés de mí, que en navidad soy triste mientras mis cerdos son felices por mi condición vegetariana.
Mídase el nivel de estrés del cerdo en este tiempo, altísimo: lo sabe, lo huele, lo presagia. Sabe que el hombre no siente, huele los cuerpos chamuscados de sus hermanos, presagia el aumento de pasos perdidos en la confusión, la sorda herencia y el deseo ciego. Si llego a tener una mascota que se trate de un cerdo, para verlo morir de viejo sin obesidad causada e inducida, para empezar a borrar de su especie la memoria genética del miedo, para enterrarlo y sembrar alrededor de su recuerdo las matas que le gustaba comer, para hacerle una tumba feliz como aquel famoso cementerio de Rumanía. Mírenlo a los ojos en este tiempo y comprobarán que nunca existió un astro más triste, que nunca existió una flor a la que le violaran con tanta sevicia sus derechos, que nunca existió una gota tan velozmente evaporada, que nunca existió un humano sometido a mayor engaño.
Copyright © Flóbert Zapata 2011