viernes, 29 de noviembre de 2013

Después de nueve horas. Por Flóbert Zapata

Guillermo Panesso, diseñador gráfico, que se fuma cuatro cigarrillos al día, tuvo que salir de afán hacia el trabajo ayer por la mañana y no le quedó tiempo, porque por el sector no se consigue fácil una tienda, de salir a comprar un Derbi-10 para fumarse el de después del desayuno. “En el descanso me lo fumo afuera”, se dijo. Pero lo cogieron cortico para que entregara un libro urgente de la biblioteca de Anserma y no tuvo descanso. A las doce debía ir donde su anciana mamá por los lados de Alta Suiza a hacerle el almuerzo y antes de coger la buseta se lo fumaría pero Elías, el gerente, que lo podía dejar de paso, se ofreció a llevarlo en su particular, aunque ya, porque no tenía tiempo de nada y ¡cómo desaprovechaba esa oportunidad, con la horrible congestión del mediodía! A la una y veinte, camino a coger la buseta de regreso y a comprar el Derbi-10, alguien le pitó, era Elías de nuevo, y ¿quién desprecia al jefe? Entró a Editorial La Pluma, prendió los equipos para salir luego a fumarse el cigarrillo y se largó de repente un aguacero tan fuerte que el torrente se subía a la acera y llegaba hasta el muro de ladrillo a la vista.  Con el agua debilitada y terca, aunque se mojara los zapatos y las botas del pantalón, salió a fumarse el cigarrillo en el puesto de dulces de la esquina y bajo el techo del paradero. Después de nueve horas, que para un fumador equivalen a nueve años.  

La Carolita, jueves 21/nov/2013

 

 (Foto: pintada de muros por la Plaza de Toros, Manizales)

© Flóbert Zapata, noviembre de 2013