domingo, 28 de abril de 2013

EL COLCHÓN. Por Flóbert Zapata Arias Montes Carvajal

 

A Luisa Fernanda Barrios

 

Uno se quiere ir pero se va quedando.

El cuerpo hizo hueco en el colchón y no lo cambia.

Los otros lugares esperan, los otros cuerpos,

las interrogaciones menos sumisas,  

pero uno se va quedando,

la mente hace un hueco en la propia existencia

muy parecido a una fosa en la tierra,

cofre para guardar el tesoro de los renacimientos.

La rutina da seguridad

pero hace pasar el tiempo más rápido.

La casa que ha comprado

termina por parecerse a un ataúd.

¿Se pregunta para qué si la muerte  

llegó hace  tanto que sólo queda

sacar los restos y llorarlos?

Es rudo partir pero es bello haber partido,

mirar de lejos el pasado y saberse libre

de lo que ya no existe sino en la pesadilla atroz

por la que pelea absurdamente

en vez de dejársela a los otros. 

Todo se mueve, todo cambia de sitio

menos el miedo a la aventura y a pedir,

uno su apéndice soldado con un amor

que un día reventará de silencio mirándose

en la charca de la calle que nace eternamente

en la lluvia y se va con el sol.

Al despertar cada día con molestias en la espalda

uno agradece la decisión de no cambiar el colchón

porque le recuerda que hay falsos sueños para matar,

o sea sueños que nos invadieron la sonrisa,

y que uno se quiere ir pero se va quedando. 

 

 

La Carolita, sábado 27/abr/2013

© Flóbert Zapata, abril de 2013