sábado, 7 de julio de 2012

DESPUÉS DEL COLEGIO. Cuarta parte (de seis).Por Flóbert Zapata


LXVI
Hizo el amor con M. A.
en quinto de bachillerato
en los sesenta
Ocurrió en un paseo de estudiantes al campo
De buenas que no tuvieron un hijo
no llevaron anticonceptivos
no estaba en sus planes que pasara
Nunca supo qué hierba alborotó su alergia
las ronchas se instalaron en la piel
varias semanas
Ese acto simple
casi criminal en un ambiente puritano
que lo despojó del sueño durante meses
es una de las pocas cosas
que justifican hoy por hoy su existencia
Tiene ahora una hija
de diecisiete años
y esta tarde ha visto en sus ojos
el mismo brillo que quizá no vieron
los padres de M. A.
al regreso de aquella salida hace tanto

LXVII
Diosito
que no se me vaya a dañar
esta muchacha en el colegio
La juventud es una etapa peligrosa
y a esa edad muchas cogen alas
y se vuelven otras
Líbramela de las malas influencias Señor
Ya que me la diste bella cuídamela
que no le pase nada
Si consigue novio (ojalá se demore)
qué le vamos a hacer
pero favorécela con un muchacho sano
y de buenos propósitos
Hay tantas tentaciones Señor
Mira la televisión no más
las meras propagandas corrompen a cualquiera
las telenovelas horrorizan
Del internet ni se diga:
nunca existió camino más corto al infierno
Perdóname la soberbia Señor
pero ¿por qué permitiste semejantes inventos?
Señor tú que eres infinitamente bueno
concédeme este favor que te pido
Cuídame la muchacha
y protégela de todo mal y peligro
Que llegue enterita
cada vez que vuelve a casa
Que no se le atraviese el demonio
cuando salga a hacer consultas
y tareas por la calle
Protégela del pecado Señor
Te lo pido por millonésima vez
Que los malos pensamientos no la toquen
Señor



LXVIII
Los amores ridículos
de los alumnos
garantizan
que algún día puedan reírse
con sabiduría de sí mismos
Aquellos que no aman torpemente
entre uniformes y clases
estarán incompletos
un poco ridículos
cuando les llegue la hora
de mirar hacia atrás

LXIX
Encontrarse
con antiguos compañeros de estudio
Unas cervezas
antes de que se haga tarde
porque se ha hecho tarde
Entregar con lealtad muchas cosas
desde la destrucción
hasta el arraigo
Perdonar los cambios
el terrible ahora

LXX
La lección salta del libro
a la memoria del profesor
Del tablero o la exposición
a la cabeza del alumno
Del alumno a la hoja del examen
y de allí a la libreta de notas
Luego a la planilla
al boletín de calificaciones
al archivo
y finalmente al olvido

LXXI
Me perforé una aleta de la nariz
me colgué un arete
y me fui así para el colegio
El Director de Grupo
la Coordinadora Académica
el Coordinador de Disciplina
el Rector
me llamaron
Expusieron que romperse la nariz
era cosa de locos
de anormales
de indios
(un delito
dieron a entender)
y me sancionaron por tres días
con el reglamento en la mano
Debía permanecer todo ese tiempo
en la biblioteca
aislada
desatrasándome de los trabajos de clase
o leyendo
Si a una compañera la sorprendían
conversando conmigo
la sancionaban también
La biblioteca una prisión y yo leprosa
¡Lástima de la pobre biblioteca!
Recuerdo un libro que leí: Diccionario
de máximas, pensamientos y sentencias
Había una frase de Chesterton: Los iconoclastas
hicieron más estatuas que las que destruyeron
Y una paradoja de un tal Fabulo:
Que los jóvenes
no vayan a la guerra
porque ellos deben conquistar el  mundo
Yo le preguntaba a Fabulo: ¿Cómo puedo
conquistar el mundo
si ni siquiera puedo conquistar mi nariz?


LXXII
JONATHAN Y ODISEO
¿El Hombre Araña  Batman Supermán?


Llegó el momento de los héroes
anónimos reales mestizos próximos
de la epopeya cotidiana
Lucha contra otro mal organizado:
el ansia de control 
del que generalmente
nacen vicio furor enfermedad 
hueso que se devuelve hasta el cigoto


Egregio Jonathan E. B.
hoy médico brillante
de motilado casi militar
ayer excéntrico alumno de Once F
Ulises por aguas e islas
de un colegio entregado a Poseidón
para llegar a Itaca: la simple dignidad


Directivos
maestros:
emplazamiento después de grave sínodo
semidioses Doctores de la Ley
Edicto olímpico por unanimidad:
—Si no se corta el pelo
no se gradúa


Saliva el comehombres Polifemo
Rompe naves Caribdis luego Escila
Sirenas emborrachan con sus cantos
Trepa Calipso al borde de tu sexo sereno
De Circe salvará el ajo dorado:
los solidarios padres Telémacos inversos
La bolsa con los vientos espera el cruel dislate
Comedores de Loto
seducen a tus llagas irreales
Vacas del sol se ofrecen para cena


Respuesta del humano sensitivo:
—Renuncio a mi melena cuando quiera
No se me impongan tradiciones vacías
Prosigo el viaje


En tu auxilio Tiresias:
Defensoría del Pueblo Personero
Procurador escueto
Cartas van vienen entrevistas esperas
sumisión teatral paciencia clara
Trámites sádicos
burocracia que bebe la amarga soledad


—¡Primero llueven esmeraldas!
Contragolpe de acero 
arraigo desde el centro de la tierra
Inamovibles verticales
detrás el cómodo hipócrita poder


Justicia lenta resignada
enjuta triste verde finalmente:
—Respetar al tirado por la luz
a la orilla del mar de Menelao.
Recepción del diploma
frente a invisibles inquisidores
uñas dientes pestañas afiladas
desdén hasta Penélope
y sus manos que tejen un mundo tolerante


Ilesos promotores de las ruinas
miserias con barniz
ocultos al arco y la fábula:
maniática avaricia autodeterminada 
despiadados sombríos pretendientes
husmeadores de minorías
ceniza del distinto


Bravo muchacho 
perdido en la Odisea de las guerras sin sangre
por tu fresca sonrisa para después de vivo
justo bello momento
en que el cadáver habla todavía



LXXIII
No había timbre. Siempre me pareció extraño que la campana fuera la voz de Dios, como martillaban enfáticos los profesores desde la escuela. Jalón seco, estremecimiento de gruesa piola, luego guarecida alta en puntilla de columna, solitario golpe impulsivo del badajo, tuuunnnnnnn, sentidos usurpados al letargo.
Ordenaba la tortura de la diaria, obstinada formación en el patio (inexistente teatro, auditorio, aula máxima) antes de la entrada a los salones, aparte de otras para izadas de bandera. Ego hinchado. Militarismo. Distancias uno, dos. Rezo, musulmanamente repetido luego al principio de cada clase. En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, amén. Avisos. Recuérdenle a sus papás la Reunión el miércoles. Llamadas de atención. ¡Allá Chica, silencio! ¡Zapata, repítame lo que dije! Sin que faltara el sacado adelante,  advertencia  luego de la cual nos convertíamos en estatuas de sal. Cantaleta.  Recuerden toda la plata que vale un año.  Sus papás matándose para darle estudio y usted aquí calentando puesto. En noviembre se verán las lágrimas. Desfogue jerárquico de las iras contenidas, fingido amor al otro. Completa Fromm el trío sádico con la enfermera y el guardián.
Poderoso ultrasonido corta el delgado hilo de la felicidad: ahorcamiento del descanso o recreo.
Bondadosas, perdonadoras ondas acústicas anunciantes de la salida para la casa, en los rostros alegría sentimental de prisionero liberado, sonámbula gratitud a jueces implacables.
Inmarcesible alumno Hernando A., que una vez a capricho la hizo sonar antes de la hora oficial para fundar la anarquía sin pronunciar palabra. Desde entonces fama de perturbado para quien por una vez leyó la prohibida naturaleza ardiente en las venas.






©Flóbert Zapata Arias, julio del 2012