sábado, 16 de junio de 2012
NO QUEDA OTRO CAMINO QUE COMENZAR A VIVIR. Por Flóbert Zapata
Llegó la hora de que los poetas comprendamos que la
poesía sólo puede salvarse con la ayuda de los poetas.
Llegó la hora de resolver la disyuntiva de que la
poesía que se acerca a la academia se aleja del hombre común: que los poetas no
escriban sólo para los poetas.
Llegó la hora de aceptar que la sociedad nos
necesita.
Llegó la hora de denunciar que hay tanta felicidad poética
que se la lleva un pequeño grupo.
Llegó la hora de que la poesía alcance para todos.
Llegó la hora de que la poesía demuestre que se
opone a la descomposición.
Llegó la hora de no esperar más porque ya hemos
esperado mucho.
Llegó la hora de salir del escaparate en el que nos
metieron.
Llegó la hora de hacer parte del universo real y no
de un nicho de nubes fantásticas.
Llegó la hora de echar por la borda el complejo de
inferioridad y la condición de siervos de los renombrados.
Llegó la hora de que el verso adquiera velocidad de
crucero.
Llego la hora de actuar y no sólo de ver.
Llegó la hora de que digamos que tenemos grandes,
medianos y pequeños poetas y que todos merecen audiencia.
Llegó la hora de decirle adiós a quienes no aceptan
nuestra humildad.
Llegó la hora de renunciar a los que nos exigen
pago porque nomás tenemos amor para darles.
Llegó la hora de que nos escuchemos.
Llegó la hora del Viejo Caldas. Anda tan mal que
Quindío ocupa el primer lugar en suicidios en Colombia, 10 suicidios por cada
cien mil habitantes. Que en el tercer lugar lo sigue Caldas, superado por la
hostigada Arauca con siete. Cuando se sabe que más de tres debe encender
alarmas. Que Pereira se solaza aumentando el número pavoroso de feminicidios.
Llegó la hora de que el narciso renuncie al
egoísmo.
Llegó la hora de entender que andamos mal porque
nos falta poesía.
Llegó la hora de saber que no nos queda otro camino
que bajar las armas de la diferencia y unirnos.
*
Como veremos, la autorrealización poética se
constituye en el único camino para los poetas de las regiones alejadas de los
tres centros de poder económico-poético en el país: Bogotá, Medellín y Cali.
No existe una total antología o colección de libros
de poesía colombianas. Si existieran no dejarían por fuera a Gustavo Rubio
Guerrero (Caza de Libros lo incluye) de Quindío, a Antonio Mejía Gutiérrez de
Risaralda, a Carlos Héctor Trejos Reyes de Caldas. A tantos emergentes que no
tienen por qué esperar a envejecer.
Una justa antología, una incluyente colección de
libros, debe hacerse yendo de capital en capital, capital del pasado tras
capital del pasado, capital del olvido tras capital del olvido, cementerio tras
cementerio.
Muchos lo harían gustosos pero no hay con qué. Cada
vez hay menos con qué. Cada vez habrá menos con qué.
No existe tampoco un total festival o evento de
poesía colombiana.
Sólo alcanza lo poco para unos. Por Facebook H. V.
C. comentó desde las entrañas de la Feria del Libro 2012: “En cuanto a
programación de poesía, los mismos de siempre”.
Aunque otras cosas sobran. O. E. G.se refiere a “la
prepotencia de la capital y las conveniencias de las camarillas”.
Ya lo dijimos: Gracias por olvidarnos mal.
Ahora nos toca olvidarnos a nosotros mismos,
olvidarnos bien, otros veinte años.
Por ello nos reunimos en Manizales hace un mes Juan
Aurelio García, Ángel Castaño, Flóbert Zapata y Leandro Loaiza. Y este sábado
19 en Armenia y Filandia, Juan, Ángel, Flóbert, Cindy, Rossi, Simón, la abuela
y el perro.
Queremos hacer unas cuantas corduras sin vender el
alma, apelando al propio bolsillo, al roto. Nada de presentar proyectos, nada
de nudillos desatendidos, nada de burladeros.
Una colección de libros autofinanciados por cada
autor, económicos, dignos, para vender a precio chino, todo a mil. Al alcance
del campesino, la tía curiosa, el loco... Con antologías temáticas y generales
cada tanto.
Un itinerante circuito de lecturas durante todo el
año en los tres departamentos, mensual con miras a quincenal o semanal. Pones
el pasaje, te das una vuelta, cambias, conoces amigos, duermes y comes en mi
casa pobre, limpia y honrada. Pongo el pasaje, me doy una vuelta, cambio,
conozco amigos, duermo y como en tu casa limpia, honrada. Trueque, sistema
propio de la poesía que no quiere pedir para no deber. Honorarios, aviones,
editoriales pomposas, hoteles, nos aislaron, nos incomunicaron, nos
estratificaron, nos hicieron sonámbulos.
Bertha Lucía Estrada me cuenta que en su París hay
un grupo poético que se reúne el último jueves de cada mes en el segundo piso
de una taberna, ya llevan ocho años, a cambio consumen, una cerveza, una
botella de agua, etc. Allí presentará su libro bilingüe La route du miroir – La
ruta del espejo, publicado por Ediciones du Cygne este año.
Una tertulia de latinoamericanos y españoles
residentes en Colonia, Alemania, dirigida por un colombiano, realiza también
lecturas de poesía regulares. Con ellos estará Berta Lucía, pagará su vuelo en
avión, la alojará uno de ellos.
La periferia es nuestro único centro, muchachos, no
soñemos con otro.
Para empezar un grupo de diez o veinte poetas en
cada departamento, ojalá más, creciente, abierto, aglutinado en la red,
comprometido cada miembro a estar mínimo con otra persona, digamos de 8 a 9 un
día, en un lugar fijo, a definir, cuota garantizada de recepción.
Un concurso regional que pueda premiar las obras
que otras instancias no premiarían por lastimar el oído hipersensible de los
establecimientos poéticos y no poéticos. Se puede, ya lo hicimos en Caldas con
el Primer concurso caldense de poesía en tiempos de penuria.
Nunca estuvimos más cerca y nunca más
alejados.
Nunca nos perdimos y nos necesitamos tanto.
No queda otro camino que comenzar a vivir.
Manizales, domingo 20 de mayo del 2010.
©Flóbert Zapata
Arias. Junio del 2012