martes, 12 de junio de 2012
LA ANTIOQUIA DE WHITMAN. Por Flóbert Zapata
1
A X, empleada de Y, la trasladaron para Z (población
de Antioquia), esta que termina hoy su primera semana allá. Se fue con miedo
porque los antioqueños tienen fama por aquí de no aceptar a los fuereños y de
hacerlos aburrir. No sé por qué en este caso si Manizales nunca ha dejado de
ser Antioquia. Acaba de llegar a Manizales una fuereña doble, ni manizaleña ni
antioqueña, que estuvo allá y confirma que le hicieron “mal ambiente”. Hace
años A. P., comunicadora social y periodista de la Universidad de Manizales, me
contó que tuvo que librar una guerra que finalmente ganó para quedarse: “Creen
que sólo ellos pueden hacer bien las cosas”. Finalmente conquistó a los
conquistadores. Esperemos que los
tempranos indicios que ha tenido X se diluyan como alucinaciones baratas. Y que
le ayude su segundo apellido, Betancur probado de los de El Carmen de Viboral,
de donde vino su abuelo.
2
Los antioqueños no son los únicos que saben hacer
bien las cosas, ni todas sus cosas son buenas, no por antioqueños sino por
humanos, como todos, pero las cosas que hacen bien qué bien las hacen,
incluidas las malas. O sea que no hay una Antioquia sino dos. La más digna para
mí corresponde a la whitmaniana: su arte, su humanismo, su fe en los derechos civiles,
lo que en sus palabras el autor de Hojas de hierba llama libertad política. De
esta traigo como ejemplo algo que acaba de hacerme feliz, porque la felicidad
no se revela abstracta ni irreal, como nos quieren hacer creer sino todo lo
contrario, palpable, objetiva. Hablo del periódico UNIVERSO CENTRO, que tiene
en el cargo de Dirección y fotografía a Juan Fernando Ospina y en el de Editor
a Pascual Gaviria. Su desvelo por la
calidad nos recuerda que en Manizales
nos desvelamos apenas por la oportunidad.
En materia de apoyo a sus escritores la hija debe avergonzarse de la
madre.
3
El editorial, Repetir errores y operaciones, no subvalora
ni la inteligencia ni la verdad ni el ahora. Gustavo Álvarez Gardeazábal paga bien
alguna deuda suya con Andrés Caicedo en El tartamudo genial. Guillermo Cardona, Sergio Álvarez, Pablo
Montoya, Fernando Mora Meléndez y el mismo Pascual Gaviria recorren por
separado una habitación de un escritor famoso y nos relatan la adrenalina
mental que despertaron en ellos y que los une. No es un festivo más, de Sergio
Valencia, nos dice que sigue vivo lo que debiera estar muerto: el Primero de Mayo.
Caminando entre nubes, nos hace sentir con el humo inocente y medicinal de la
realidad lo que otros nos hacen sentir con el humo hermano de la ficción. En
bocas de ceniza, por Camilo Jiménez, el tiempo de la reseña se detiene en ese
momento en el que Pio Baroja diferencia maravillosamente a los perros de los
gatos. Ahí voy, llegan las doce y debo
dormir.
Manizales, domingo
10 de diciembre del 2012 12:00 de la noche
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© Flóbert Zapata, junio del 2012