viernes, 21 de diciembre de 2012

MIENTRAS ESPERABA EL TURNO. Por Flóbert Zapata A.

(Fotografía: arte urbano, Manizales)


−Esta mañana fui a llevar el video a la policía y mientras esperaba escuché cosas.
−Cuéntenos.
−Una muchacha estaba denunciando al marido porque le había pegado en la cara. El policía le preguntó si estaba drogado o qué. Ella le dijo que no, que se tomó media de aguardiente… (“y se calentó”). Alejo quería ver lo que le había hecho y cuando el policía la puso a firmar pudo ver su labio hinchado y con coádgulos. Ah, también le preguntó si después de eso la había amenazado y le dijo que no pero que a otro que estaba con ellos y que la defendió sí lo amenazó el hijo del marido.
−En esta país amenazan a todo el mundo, no ve a mí, me amenazaron muchas veces, padres de familia, sacristanes, no muchas pero varias. El que no ha sido amenazado no es colombiano.
−Otros dos iban con uniforme de Pollos Bucanero. Y uno de ellos, como cajero,  contó que uno lo puso contra la pared con un cuchillo.
−Mientras el otro robaba.
−Sí.
−Íjuale.
−Otro ahí que seguía antes que yo salió a hacer una llamada en la esquina y yo también tuve que salir porque mi mamá me había llamado que la recogiera, ya la habían terminado de motilar, para decirle que me esperara un poquito más y entonces lo escuché. Que Dígale, hermano, si no quiere que le dañe el pasado judicial que me devuelva las cosas. Como que una señora había visto que más tarde  sacaron televisor, equipo…  Como que eran un amigo y la novia. (“Qué miedo entrar gente desconocida a la casa”). (“Ya hasta los conocidos roban”). Que más tarde lo llamaba al celular. Y él le dijo No tengo celular, también se lo llevaron.
Eso tiene de bueno ir a poner una denuncia, al menos se entretiene uno mientras espera.
Muy bueno porque conoce la realidad.
−¡Pobres policías, escuchando todo eso!
−Por eso muchos jueces son enfermos, toda la vida ante cosas espantosas.
­−Claro que hasta bueno.
−También, si hubiera sabido me hubiera pegado. Y en cuanto tiempo oyó eso?
−En quince minutos.
Lo de Alejo fue que en Welcome, le rompieron la chapa del carro y le robaron un maletín Totto carísimo comprado en oferta, adentro gafas de las caras, regalo de su mamá cuando estuvo en San Andrés, un celular, una memoria, no recuerdo si alguna otra cosa.  Con el arreglo de la chapa, que valió ochenta, todo sube por ahí a seicientos.  Justo al frente, bajo la cámara. Primero pasó un muchaho y miró dentro por la ventanilla. Como había una pareja mirando la vitrina, se le hizo al lado, ellos lo vieron (“supieron ahí mismo que era peligroso”) y se fueron. Luego llegó otro, y dándole la espalda al carro dañó la chapa aparentemente con un destronillador, se retiró, esperó a que el semáforo pasara a verde, volvió, sacó el maletín y se fue andando rápido.
Ahora me pregunto si la pareja también era cómplice, cosa que ni Alejo ni nadie se ha preguntado. El problema es que en Colombia la paranoia ocupa el mismo lugar que la realidad.

La Carolita, sábado 10/11/2012
©Flóbert Zapata Arias, diciembre de 2012