miércoles, 19 de diciembre de 2012
COMO LOS AMIGOS LO MERECEN. Por Flóbert Zapata Arias
Dedicado a Felipe Agudelo Hernández, Leandro Loaiza Largo, Ángel Castaño
Guzmán, Onel López Vasco, Jean Paul saumon.
Da miedo pronunciar la palabra amigo. Son
tantos los que nos han traicionado, los que nos han abandonado, los que nos han
fallado, que dudamos que existan los amigos.
Pero existen, sino que hay que salir de los
escombros y buscarlos. Los reconocemos por el polvo, por las heridas, por la
sed, por el hastío, que dicen que también están saliendo de los escombros.
Y la amistad consistirá en relatar y escuchar
mutuamente cómo nacimos bajo los escombros, de padres que también habían nacido
bajo los escombros pero que vivían felices en ellos (excepto tú Margarita), de
religiones que defendían la vida en los escombros.
Nos uniremos para luchar contra el comercio de
escombros y sus agiotistas y sus mercenarios, muchos de ellos fundidos en
nosotros por lazos de apellido.
Padeceremos la persecución, el aislamiento y
las confabulaciones y sabremos que no se puede vivir sin aire como no se puede
vivir sin la solidaridad de los amigos, que la amistad no es un acto social
sino un acto de física supervivencia.
Nos prestaremos libros y libros. Porque si no
sabes leer no sabes vivir. Y no sabe leer quien está conforme con el tipo de
sociedad en que vivimos. Sus páginas nos enseñarán que vive en la pobreza quien
vive como puede y no como quiere. Que la mayoría vivimos en la pobreza porque
no vivimos como queremos sino como nos dejan.
Perdóname si lloro, extranjero, ya entederás,
la depresión hace parte del carácter del hombre colombiano, saturado de
decapitaciones y de linchamientos, de despojamientos y de huidas, de reducirse
y mentir para salvar la vida, de mansalva y gavilla, de desvergüenza y
venalidad, de las basuras descompuestas de las que se alimenta, de rábulas y
maestras sectarias de Normal de monjas, de arrieros ricos y fanáticos, la
historia de la colonización.
El que ama la muerte y no se suicida vive
muerto. Aun odiando la vida no me suicidaría para no darles gusto a los
esclavos esclavizadores pero amo la vida demasiado, como sus milagros y su
magia lo merecen.
Da miedo pronunciar la palabra amigo porque te
conviertes en desertor del egoísmo y finalmente te declaran molestia pública.
Da miedo pronunciar la palabra amigo porque es lo
contrario de felón, vendido, espía, falso, delator, informante, genízaro.
Da miedo pronunciar la palabra amigo porque es
lo contrario de turbio, opaco, confuso, sucio, equívoco, lóbrego, difícil,
deshonesto, complicado, inescrupuloso.
Da miedo pronunciar la palabra amigo pero hay
que pronunciarla, hay que gritarla, escribirla en las paredes, imprimirla en
las camisetas, grabarla en papel y en pantalla, porque sólo en el amigo
encontramos felicidad, calma y madera
seca para encender hogueras sobre el rudo hielo que se ensaña con nuestra
desnudez y nuestro cansancio de las guerras.
Da miedo pronunciar la palabra amigo porque temblamos
al tomar del clavo la llave de oro y abrir nuestra tumba para que otros puedan
entrar en ella y participar de la fiesta.
La Carolita, jueves 29/nov/2012.
©Flóbert Zapata Arias, diciembre del
2012