viernes, 30 de noviembre de 2012
AL TIEMPO QUE SUS RECUERDOS LA LIMPIAN. Por Flóbert Zapata Arias
Haz el amor con el viejo, joven esposa de la
media hora que es la vida, novia de quince dólares que no llora, reina efímera,
enfermera hermosa, suave y dulce. ¿Por qué lo excluyes y te burlas si te paga honorarios
provenientes de la servidumbre como todos?, ¿por qué le sumas lluvia sin sonido,
agua triste de ciudades, reemplazada por el traqueteo de las imprentas, por el
rugido de los camiones, por la monótona novedad de las pantallas de televisión
que hubieran llevado al suicidio a Machado Antonio y ni se diga a Federico
García Lorca? No lo excluyas, ¿qué te cuesta cerrar los ojos para no ver sus lesiones,
dejar que su mirada manche tu desnudez durante unos minutos al tiempo que sus
recuerdos la limpian? Entonces tendrás derecho a su sabiduría, la incapacidad
de retener la forma de tus senos, o la sombra de tus piernas separadas, más de
una semana en la memoria. Por una gota de leche una pensión vitalicia de
espanto futuro, oración temblorosa en el
templo de la lascivia, que se hace más grande cuanto menos sabes recibirla.
Después de saciado recuérdale a tu madre, arróstrale cuando de joven desdeñó a las
mujeres viejas y golpéale las nalgas con una regla de madera hasta sacarle
sangre, con toda la ira de una maestra de escuela de esas que conozco, de esas
que soporté, de esas que condecoran.
©Flóbert Zapata Arias, noviembre del 2012