Estás seguro y de pronto caes. Podía tocarte el turno pero te creías de sangre especial, bonito. Y te llegó la carta en la que te premian con los tiquetes para el viaje de morir en vida. Sábelo ahora leproso: no hay paraíso sin infierno. Conociste ambos: te quedaste desempleado. Ya habías asesinado en tu mente muchas veces a ese jefe que te acosaba y se reía exactamente como hubieras hecho a otros de estar en su lugar y a esa compañera insidiosa e informante. Una última cosa: no esperes clemencia, la solidaridad fue borrada por la sangre a la que le servías. Pasas del observador perplejo al observado incierto: la nueva mutación de la especie.
Copyright © Flóbert Zapata 2011