martes, 25 de marzo de 2014
Siempre hay gente que te quiere. Por Flóbert Zapata
Los que saben no hablan y los que
hablan no saben callar. Leopoldo de Quevedo y Monroy está por fuera de este
rasgo triste del carácter nacional, por fortuna ausente en tantos. Nos
encontramos ante un poeta que habla y sabe hablar, considera encubrimiento a
las ambigüedades y alcanza esa sugerencia que no va del lenguaje poético a otro
lenguaje sino que va del lenguaje a la realidad.
DEFINICIÓN REDENTORA
Pecado es
acaso
¿la palabra que
pronto se hace viento
el deseo
nunca vivido
el acto que
la justicia expía
la mirada
inverecunda y desenvuelta
la infidelidad
ya perdonada?
Pecado es
dejar de hacer
y no gozarlo
Ciertos prólogos dañan los libros por
afectación. En el buen prólogo a Versos sacros y profanos Marco Mondragón
señala como rasgos de sus poemas la valentía, el humor negro y el furor
crítico, “Encontré en Leopoldo un revolucionario por naturaleza”. Revolucionario
es quien habla con la propiedad que da la honradez con uno mismo.
¿QUÉ ES EL DIABLO?
Es un engendro de
mentes afiebradas
es una calentura
psicológica
que pintan
de rojo azufre y
coronado de
una sarta de pecados
es el coco de niños e
ignorantes
es no abstenerse del placer
prohibido
el diablo es
una mujer bonita
sin calzones
La reseña biográfica de solapa u otra
se constituye en un subgénero dentro del género literario de la reseña, al lado
de la reseña bibliográfica, tan difíciles, pero tan gratas cuando uno las
encuentra. La reseña de solapa de Leopoldo resalta porque no esconde las cosas
más importantes, las personales, ni siquiera su amor a Nietzsche: “Se retiró de
cura y no quiere seguirlo siendo, si no vive como Diógenes sí quisiera imitarlo
en sus actitudes”, “desea terminar su vida lejos de los médicos, de los curas y
cerca de su mujer, de sus hijos, de un whisky y de la música que ama”. Tengo en
mis manos sus memorias Confesiones de un cura casado-Primer cura casado por lo
civil en Colombia. Las leeré pronto, anuncia el prólogo: “Esto es lo que pasa
con la vida y obra del sacerdote. La gente lo ve, de pronto, ya hecho, encima
de un trono que se le prefabricó, personaje intocable, inefable, un ser cuasi
divino.”, “No existe el compromiso social de hecho del sacerdote con el pueblo,
con los pobres”. Va este tercer poema de
Leopoldo, de suavidad dura o de dureza suave.
MUERTE II
Qué tienes
oh, muerte
que al hombre
inquietas
desde miedos
y suicidios
bendiciones
y anatemas
hasta poemas
e invectivas
has causado
de mi parte
sólo pienso
que llegues
a la hora
que tú quieras
de repente
o con preaviso
sin dolor
o con catéter
deja eso sí
que yo
te espere
con un whisky
cada día
y muy lejos
de los curas
¿Te fastidian en Cali por tu obra,
Leopoldo? A mí me fastidian en Manizales. Mas cada fastidio tiene su bálsamo. El viernes me encontré en Juan Valdez
con Antonio Cadavid, ese buen profesor de literatura, porque pone a los
muchachos a escribir, ese paisano siempre tan considerado conmigo, el próximo
tinto lo invito yo. Le dije al oído durante el primer abrazo: “Siempre hay
gente que te quiere”. Él respondió: “Y
mucha”.
La Carolita, lunes 24/mar/2014
© Flóbert Zapata, marzo de 2014