sábado, 22 de marzo de 2014
En una casa de locos. Por Flóbert Zapata
1
La
ley que no pudo impedir la libertad
Unos días después del triunfo en la
Batalla de Ayacucho, que sella la libertad de América mestiza frente al primer
imperio que le tocó padecer, le llegó a Bolívar una carta tardía del congreso
colombiano prohibiéndole por ley realizar esa campaña sureña y despojándolo del
mando y de sus poderes. Gracias a la lentitud del correo la jurisdicción esta
vez no pudo impedir la gesta como impidió, enredó, abortó, frustró, malogró, ralentizó, tantas otras cosas cruciales en nuestra
dolorosa historia siempre trunca. Lo que Bolívar iba haciendo los traidores,
los demagogos, los oficiales, los altos funcionarios y los intrigantes lo iban
dañando: “Mientras que allá creáis nuevos pueblos nosotros aquí (Bogotá) nos
entretenemos en puerilidades y futesas, de tal modo que si seguimos avanzando
por ese camino, terminaremos todos en una casa de locos. El Congreso se halla
reunido; la Cámara de representantes del pueblo presenta el aspecto de un
volcán que lo va a arrasar todo. Carta de Soublette a Bolívar” (1). Destituciones
truculentas, golpes de estado, conciliábulos, maquinaciones, complots, conspiraciones, asesinatos, chantajes,
sobornos, calumnias, libelos constituyen los otros campos de batalla en los que
combatió Bolívar, la otra gran guerra que perdió ante la hipocresía, el
enanismo mental y la ambición personalista. Por ello el irlandés Daniel
Florencio O´Leary le anuncia de este modo a Manuelita la muerte de Bolívar: “murió
de la enfermedad que sólo padecen los grandes hombres: la tristeza”. La gloria
llega con gangrena y el infierno está al final.
2
El
sastrecillo valiente bogotano
En Santander realiza Fernando González una
gran biografía de Bolívar, la de su dolor concreto. Conocemos de manera amplia las
raíces rabulescas, politiqueras, leguleyas del poder criollo. “…pero ahora que
no hay más que robos, ambición, latrocinio, asesinatos y un Congreso que desde
que se formó todo fue hacer peladas y más peladas; Congreso y gobernantes de
estos seis años que se puede reputar como una junta o cuadrilla de bandidos…(2)”.
Estas palabras citadas por Fernando las escribe en su diario secreto José María
Caballero, un humilde sastre de esos tiempos independentistas sin libertad de
expresión en los que la gente andaba fugitiva y escondida en la selva, que descubierto lo hubiera hecho pasar por
las armas: “Desde este mes no he podido llevar el diario como hasta aquí por
las muchas incomodidades que hay, pues lo he tenido que enterrar, junto con todas
las gacetas y demás impresos, por libertarlos y libertarme. Mucho es lo que
cada día se persigue a todo hombre; ninguno está seguro”. El amedrentamiento se
sienta orgulloso en su trono eterno: “Si ellos conocieran mi interior, ¡qué
muerte tan atroz me dieran!¡Cómo me descuartizarían y mi cuerpo, dividido, lo
pondrían por los caminos!”. Nada de paranoia en la mente del sastrecillo
valiente bogotano sino pura realidad: “Arcabucearon a 5 en la huerta de Jaime y
después los colgaron en las horcas. Arcabucearon a Molano, chircaleño, que
tenía buenos tejares. Cuando lo prendieron hicieron que su mismo hijo lo
amarrase y lo trajese de diestro hasta la cárcel. Después le cortaron la cabeza
y lo descuartizaron. La cabeza la pusieron en San Diego, y los cuartos en los
caminos de San Victorino, Las Cruces y Santa Bárbara. Lo llamaban Juanchito Molano”.
3
Dicen
que no
Doscientos años después los neogranadinos
debemos hacernos una pregunta: ¿el alma del
poder ha cambiado? Una mirada a la realidad dice que no. La abstención
electoral del setenta y cinco por ciento dice que no. El miedo generalizado
dice que no. El silencio de los poetas dice que no. El linchamiento mediático
dice que no. La corrupción elefantiásica dice que no. El agujero negro del capital
que se chupa todos los valores humanos dice que no. El cuadro cotidiano de los
colombianos matándonos en muchas guerras de todos contra todos dice que no. Tanta
gente perdida en el bazuco y la solución dice que no. Tanta gente muriendo de
cáncer dice que no. Las tropas de mendigos que recorren las calles dicen que
no. Los millones de desplazados dicen que no. La rabulesca destitución de
Gustavo Petro, alcalde de Bogotá, democráticamente elegido, que cuenta con el
sesenta por ciento de apoyo de la población según encuestas, dice que no, las
multitudes que atestan la Plaza de Bolívar en su apoyo dice que no,…
Citas.
(1). Antología de la Batalla de
Ayacucho. Alberto Montezuma Hurtado. Biblioteca Caja Agraria. Pág 115)” .
(2). Santander. Fernando González. Bedout.
Pág 128. Las citas de José María Caballero pertenecen a este libro.)
La Carolita, sábado 22/mar/2014
© Flóbert Zapata, marzo de 2014