jueves, 13 de febrero de 2014
El libro feliz de Carlos Eduardo. Por Flóbert Zapata
Gracias a los archivos no borrados de
la vida, no adulterados, no mutilados, Carlos Eduardo Jaramillo pudo escribir
su colosal Los guerrilleros del novecientos, un registro objetivo de la Guerra
de los Mil Días, libro con el que comprendí cuál es el alma del proceso de paz
que se negocia en La Habana, y que de paso explica la oscuridad de este país y
su reticencia a irse, qué regalote, Leandro, lo necesitaba con urgencia inconsciente,
como una pieza que me faltara. Hay quemadores de archivos, quemadores de
memoria, los que al temerle a la verdad posan
de puros. Al archivo municipal de Filadelfia lo quemaron legalmente hace unos
cuarenta años, y saber que yo estaba joven cuando eso ocurrió, joven e
ignorante, joven y sumiso, educado, según parámetros caldenses. A propósito, ¿cuándo
tienes una educación verdadera? Muy simple, la tienes cuando esa educación responde
a la pregunta Quién eres. Para lo cual
debes saber de dónde vienes, a través de la historia viva y libertina y no de
la historia desecada de fechas y nombres del profesor don Ramiro que todos
tuvimos; para lo cual debes saber hacia dónde te diriges, objetivo que no
conseguirás sin el conocimiento básico de las filosofías occidentales y
orientales. Una y otra vez construye mi mente la imagen de una volqueta trasportando
esos oxidados tesoros de papel, esa deuda no pagada a la esperanza, esos restos
que merecían un templo. Y quedo muy triste, tan triste como cuando conocí la
Guerra de los Mil Días en el libro feliz de Carlos Eduardo.
La Carolita, jueves 13/feb/2014
© Flóbert Zapata, febrero de 2014