lunes, 3 de mayo de 2010

EN CIRCULACIÓN MUSA LEVIS 24


Musa Levis 24. Venticuatro trimestres. Venticuatro dividido cuatro: seis años. Iba a salir el 1 en propalibro beige a una tinta pero Rubén Darío Galeano dijo hagámoslo en propalcote. ¿En propalcote?, eso es para plegables de bancos. Creíamos en la poesía al creer en la locura.

Ayer: Présteme un Musa, Rubén. Y esperaba el último pero me dio uno de la mitad. Cuán pálido su diseño. Qué hermosa pobreza, le dije. Me alentó sabio: Había que empezar. Y sí, si hubiéramos esperado las hadas nunca hubiera llegado la hora. Algún día me liberaría de la carga del diseño, don que no poseo.

Este último quedó hermoso, como todos los que se ha echado al hombro, los últimos, Leandro Loaiza, un diseñador nato, natural, además poeta por dónde se le mire. Nos han escrito reconociéndolo. Había renunciado a su donación por falta de tiempo pero la musa de la libertad le jaló la camisa por la espalda.

Como los primeros, que gozaron de la mano amiga de Gustavo Adolfo Garcés el trashumante, el que no sabe sino dar noticias buenas. Semejante a Jorge el entomólogo, el botánico. Alberto Vélez, Patricia Valenzuela, Antonio Céspedes. Cadena de asociaciones, eslabones misteriosos, gratos.

Sólo iba en policromía una cara, la otra en sepia, azul, verde, monocromática. Hasta que el sueño se vino entero. Nos animó Teresa González con una donación centenaria. Moneditas aquí, moneditas allí y ahí vamos. Varios escritores hacemos aportes en pesos oro. Poesía en pesos oro.

Qué bueno poder pagarle a cada poeta, cincuenta mil pesitos por cada poema o ilustración. Pero sabemos que antes tenemos que pagar para ser publicados. Sigue siendo más fácil escribir que publicar. Poetas de todos los rincones uníos, no queda otro camino.

No morirá el papel. El encanto de la tinta olorosa es único. Pasar la página con los dedos no significa lo mismo que un clic. La lectura de la publicación real nunca resultará igual que en pantalla. Ni la emoción de poderla llevar en el maletín o el bolsillo, libre, pura de contaminación electromagnética.

Necesitamos muchas publicaciones de poesía en muchas partes. Pueden copiar la idea de Musa, nos alegra compartirla. Utilizan el mismo formato y lo bautizan a su gusto. Total, no inventamos esa grafía, que pertenece al origami. Y las ideas buenas son para copiarlas.

La mitad iba dedicada a la hermandad: muestras por departamentos. Alcanzamos a publicar Huila, Cauca, Meta, Norte de Santander. Varios poetas nos dejaron esperando muestras de Nariño, Risaralda, Guaviare, Santander. Otros no mostraron interés. Algunos ni siquiera respondieron los correos. Desistimos.

Logramos sortear el mayor riesgo de las publicaciones: no pasar de los primeros números. Veleidad y falta de mecenas las razones más frecuentes para estos decesos. Amigos han colaborado por una vez y entonces hay que reventarse la cabeza pensando en su reemplazo.

Misael Toro dijo Quiero financiar un número. Y en él compiló a los poetas paisanos que tanto ama. Adrián Pino (la promesa que no se devuelve), César Durán, saben indicar el árbol de mejor sombra para el sol calcinante. Juan Carlos Pérez, Yesid López, Claudia Villegas, Miguel Castro, las juntas directivas de Educal, Cidecal, el Centro de escritores. Perdonen los olvidos.

A pesar de su pequeño porte no ha sido fácil sostener Musa. Quien lo recibe no imagina las vicisitudes de cada número. Cada cosa una lucha, recuerde lector la última vez que debió redactar una carta, una simple carta, cómo sufrió, correcciones, cuánto tiempo tuvo que dedicarle.

Lo mejor: el lautremontano llamado a la poesía hecha por todos. A nadie se le niega un espacio, todos caben como estrellas en estelar agujero negro. No se necesita palanca para salir. Basta con hacernos llegar en d.c. o por E mail cinco poemas, foto a color reciente y biografía con impajaritables lugar y fecha de nacimiento.

Al fin hemos llegado. Pero no faltan las metas. Y un sueño lleva a otro como las muñecas rusas. Quizá una antología con todos los incluidos. Sacarlo bimestral. Bañar el veinticinco con champaña. Empezar a promover concursos modestos y significativos. Que Musa siempre signifique puerta.

Portero, maestra, estudiante, vagabundo, empleado, desempleado, subempleado, rebuscador, tercerizado, a destajo, policía, enfermera, obrero, campesino, celador, taxista, ama de casa, abogado…, decídase, desempolve, todo lo que canta se reúne, vaticinó Lezama Lima. Los que ya salieron van a volver a salir. Esa es la idea. Mostrar la evolución.

Nos alimenta la emoción ante lo pequeño cuando lo grande no se riega e invade. A quienes lo hacemos nos ha delegado el destino pero este ínfimo plegable, ya era hora de decirlo, pertenece a todos, a la comunidad. Somos sus instrumentos.
En escena: Juana María Echeverri Escobar (Manizales), Adrián Pino Varón (Chinchiná), César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, Perú), Juan Manuel Becerra Valencia (Bogotá), Leandro Loaiza largo (Filadelfia), Paula Tatiana Mejía Sepúlveda (Manizales), Uriel Giraldo Álvarez (Salamina). Carpe diem.