Un país donde cada día pierden más ciudadanos la casa, el empleo o los ahorros, donde cincuenta millones no tienen servicio médico, para no citar lo escabroso y lo expresionista cotidiano y oculto, por culpa de los repúblicanos, no debiera otorgarle ni siquiera audiencia a quien ostenta como su mayor mérito haber lanzado toneladas de bombas en Hanoi.
American Express recortará el 10% de su nómina laboral o sea 7000 puestos (http://www.voanews.com/spanish/2008-10-31-voa5.cfm). Y asi por todos lados. El piso del paraíso era en parte sensible de madera fatigada y se ha desfondado para los estadounidenses. De tal ruidosa e ineluctable manera que faltando venticuatro horas para que se determine quién ocupará el despacho oval han sido dadas muestras de que esta sociedad puede superar el shok del racismo, como una prueba de que merece sortear sus otros desaforados males, nacidos en un poder inmenso usado con nervio maniático (http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/articulo87188-obama-toma-distancia-elecciones-de-eeuu).
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El racismo ya había sido espantado de los códigos. Si Obama gana habrá sido desterrado del alma. Podrá volver pero como un intruso peligroso y no ya como alguien de la casa. Nacerá la esperanza de que dirijan su colectivo destino todos los colores y voces y no sólo la parcialidad protestante rubia y de ojos azules, como solía ser, en la nación más pluriétnica de la tierra. Este será sin duda el primer gran aporte de la Unión, de corte Whitmaniano, al siglo XXI, en un momento en que el muro en la frontera con México, más de 1000 kilómetros, y la desalmada y cruel ley de inmigración europea (expulsión para indocumentados, reclusión por seis meses y hasta por doce), llamada con eufemismo Directiva de Retorno, vuelven a decir, de manera contradictoria, confusa, obsolescente, sospechosa de nueva arquitectura de xenofobia: Estados Unidos y Europa libres de negros, indios, gitanos, mestizos, etc. Esto no más justifica su ascenso. El resto, si viene, es ñapa.