jueves, 5 de diciembre de 2013
Desde el corazón oscurecido. Por Flóbert Zapata
Lo
cuento corto porque no tengo tiempo y ustedes tampoco. A las Lecturas Urgentes
de poesía del sábado 30, en el tercer piso de Torre al Cielo, vinieron poetas
de Buga, Armenia y Bogotá. Los de Buga y Armenia mis compatriotas en la vejez, caseros, amallugados
por el frío, de recogida temprano, y los de Bogotá jóvenes, rumberos,
libertinos, borrachos como yo y como la mayoría a su edad. Querían irse a la Calle
del Tango, sugerí que no, que se buscaran la Zona Rosa, todos sabemos que al
centro por la noche se lo toman los desarraigados y el hampa menor. Al fin, acompañados
por queridos anfitriones, buscaron Sorrento, a una cuadra del hostal donde
dormirían. Pero no durmieron, apenas cerraron Sorrento la siguieron en el
parque Caldas. Cerca del amanecer se les acercó un hombre y les pidió que le
leyeran un poema a su novia, que ya venía con ella. Lo vieron irse y hablar de
paso con otros, entonces pensaron: nos van a atracar. Mas el hombre se
apareció con su novia y le leyeron no uno sino varios poemas. Otro hombre les
había pedido un libro, que le gustaba leer poesía pero que no tenía plata para
comprarla. Una vez hace poco, durante una caminata vi un cuadro hermoso en La
Carola, un astroso y tiznado reciclador se encontró una revista de Condorito y
se puso a leerla sentado en su fardo. A la gente le gusta la poesía, hace parte
de sus genes, como yin-yang de la cultura. Los lugareños se sienten orgullosos
de sus poetas, aun los que los detestan, los necesitan para comprobar que no
están perdidos del todo, que todavía hay quienes salen con sus antorchas desde el corazón oscurecido.
La Carolita, jueves 5/dic/2013
© Flóbert Zapata, diciembre de 2013