viernes, 31 de diciembre de 2010

MILONGA DEL 31. Por Flóbert Zapata

Treintauno de diciembre,

qué fecha tan especial.

Los que antes no saludaban

hoy te van a saludar.


Qué lástima que mañana

te verán indiferentes.

No en todas las ocasiones

pero pasa casi siempre.


Hay algo que no funciona

y se debe revisar:

al amor se le ha asignado

un carácter temporal.


Conocen los que han vivido

la realidad en cuestión.

Trentaiunos igualitos

llevo ya cincuenta y dos.


“Feliz año”, dicen todos,

unos pocos con verdad.

Para la gran mayoría

las guerras renacerán.


Vienen de distintas partes,

no falta el del extranjero.

Por fin la familia junta,

todo risas y recuerdos.


Alguno aprendió a vivir,

los otros creen no más.

Regresará cada uno

a su abismo individual


Indefensos como niños,

de miedo en miedo tan rudos,

sin poderse liberar

de los apegos del mundo.


El que viajó debería

mostrarse adentro muy rico.

Suele a veces ocurrir

que sólo creció el bolsillo.


Para variar de uniforme

digo ahora qué es el ego

pasar de reo a guardián,

volver de guardián a reo.


En los hermanos mayores

ese aire superior.

El que no lo haya ejercido

narre cómo se salvó.


Pocos conocen la gloria

de la era matriarcal.

Dos palabras no se entienden:

diálogo y autoridad.


Oraciones al hermano

que se murió de improviso.

Aunque no creía en nada

lleva tres milagros nítidos.


Madres piden que no caiga

por violencia hijo o nieto.

¿A cuál dará la camándula

ese raro privilegio?


Debajo de tantas vidas

late la cruel amargura

de aquel que nunca encontró

y por eso ya no busca.


Los hijos aprenderán

las inflexibles variables:

temer a la libertad,

torturar y torturarse.


Portan el alcoholismo

en los genes hace rato.

Descubrirán que el dinero

los hace bellos y santos.


Escarba un poco y encuentras

pobre gente confundida.

Lo peor, muchos de ellos

idolatran la mentira.


El índice de falsía

llegó a Marte y no paró.

Se le otorga una medalla

al tartufo superior.


Muchedumbres de hombres solos,

terco signo de estos tiempos.

Comunidad, la costumbre

que existía y fue muriendo.


En fecha tan esperada

no debiera haber heridos.

Como siempre andarán locos

el revólver y el cuchillo.


Treintaiuno de los pobres,

Treintaiuno de los ricos,

que nos das calor a todos

en invierno tan temido.


Si a nuestra historia la mueven

los valses de la apariencia,

invito a bailar un poco

la milonga calavera.


Copyright © Flóbert Zapata