Relegaba a John Lenon, su grandeza. Digan sí no pasa uno de la idolatría a la onomatopeya, sonámbulo, estimulado por la falsedad y el encierro a que nos someten mayores y medios, amos de cierta herencia social sin reclamar y entregada a la fuerza, discretos hollinadores de otras. Agradezco a Fernando Moreno Parra la superación del riesgo de no haberlo avecinado nunca. Give peace a chance (Dale un chance a la paz), Imagine (Imagina), un mundo sin religiones ni países, nos recuerdan la existencia de himnos de la especie, sabedores de aquellos al Instituto, la ciudad o el Nacional, que cada uno alberga en su currículo narcisista, xenofóbico por lo general en vez de limpiamente entrañable. Treinta años de su deceso, muestra de la majadería lujosa que a veces copian los individuos de los dirigentes de los países, Vietnam individual acaecido a la entrada de The Dakota, edificio donde vivía, aquella noche moza en que el mundo sangró sin detenerse a través de Nueva York.