Por Flóbert Zapata
Juan Carlos Acevedo constituye un nombre obligado en la literatura de Caldas. Con él he conversado un poco sobre distintos aspectos estéticos y personales. Dueño de una importante trayectoria y con muchos planes por delante, estudioso y perseverante, sus puntos de vista son sin duda relevantes por lo que iluminan sobre la región y sobre sí mismo, en tiempos en los que, expulsada por lo virtual la excusa de la falta de espacios, se hace francamente difícil la asimilación del escritor sin el conocimiento de sus opiniones.
El acto que me motivó a entrar en el universo poético fue el de la comunicación. Desde temprana edad supe que quería decir cosas. Descubrir el lenguaje me aproximó a mi necesidad de comunicarme con los otros, estar cerca de los otros. Hubo un proceso de selección, primero fueron las imágenes, creía que lo que debía decir lo podía hacer desde el dibujo y la pintura. Pero sabiamente Carlos Buriticá, un profesor de la Universidad de Caldas en el pregrado de Diseño Visual, poco a poco me ayudó a afianzarme en el lenguaje escrito y me fui alejando del lenguaje visual. Había encontrado en la poesía mi manera de comunicarme con los demás.
Me decepciona el egoísmo y digamos las “guerrillas literarias” que suelen formarse alrededor de cualquier acto creativo. El arte lo entiendo si nos acerca al prójimo, pero suelen crearse ese tipo de guetos entre artistas y yo en verdad renuncié a heredar los odios de los otros. Eso me deja triste, deberíamos apoyarnos más, ser más solidarios. Me da satisfacción mi trabajo de divulgación de la literatura y me gusta ver triunfar a los artistas de Caldas.
Humm, Flóbert ser editado por Visor o Galaxia Gutenberg es un sueño que perseguimos todos. Por ahora, que apenas y empiezo el camino creo que obtener un premio nacional como el de Antioquia, el de Mincultura o el de Ciudad de Bogotá me acercaría más a un mayor número de lectores, que a la larga es lo que perseguimos y estoy trabajando para conseguir ese sueño. Y uno que guardo la esperanza de cumplir es pasar uno minutos con Gabriel García Márquez y preguntarle dos o tres cosas que me rondan en la cabeza y que él puede despejar.
Ja ja ja, Flóbert es uno muy mío: estar presente en un mundial de fútbol. Y espero cumplirlo en el 2014 en Brasil.
Si, es cierto hay una crisis. Digamos, por ejemplo, en Manizales no se ha vuelto a celebrar el Festival de poesía, ya no hay feria del libro y los Juegos Florales batallan por no desaparecer, las editoriales le apuestan poco a la poesía, así que las comunidades virtuales nos han acercado a los poetas del mundo. Nosotros que manejamos blogs, sabemos de la importancia de la tecnología en el mundo literario y debemos apropiárnosla y trabajar en ella. Es un oficio de disciplina y mucha escritura pero es una manera válida de mostrar nuestro trabajo y el de los demás.
La poesía le pertenecía al pueblo, los juglares la cantaban en las plazas, los cantos de vaquería en el llano o las oraciones indígenas estaban cargadas de poesía, este género literario estaba en todas partes. Luego la quisieron hacer ver como un arte para las élites y la encerraron en recintos y salones de clase. El lenguaje se lleno de simbolismos y “el hombre corriente”, como lo denominas, fue perdiendo su cercanía con la palabra. Ahora podemos acercarlo nuevamente y prepararlos para que “las exigencias del lenguaje” le sean accesibles.
Esa pregunta trae consecuencias, son muy pocos para tantos buenos pero respondo diciendo que para mí están Fernando Arbeláez, Fernando Mejía Mejía, Maruja Vieira, Carlos Héctor Trejos, Óscar Jurado, Antonio Leiva y me gusta la poesía de Antonio Flórez, Eduardo García Aguilar, Uriel Giraldo y Conrado Alzate.
Flóbert, tú conociste de primera mano esa generación en Manizales, nos guiaste, nos abriste el mundo poético, pero quedan muy pocos. En la poesía, que es concretamente por lo que me preguntas, salvo a Juana María Echeverry, ella siempre está trabajando y es buena. Mencionaría a Adrian Pino, mi buen amigo, aún cuando su rumbo literario lo ha llevado a incursionar en la narrativa y con éxito, yo espero mucho de él. Hay más nombres en la narrativa, por ejemplo Carlos Augusto Jaramillo. Los otros tres en poesía están en el país son Juan Felipe Robledo, ya editado en España por Igitur, Federico Díaz-Grandos con un camino sólido y una obra universal y Catalina González quien pronto publicará con Pretextos en España y eso lo han logrado muy pocos.
Flóbert, a mi me gusta mucho la poesía de Felipe Agudelo y la frescura de los textos de Leandro Loaiza y tengo un especial cariño por la poesía de dos mujeres Sandra Viviana Romero y Diana Toro, van muy bien. Hay más que trabajan Ibán Alarcón, John Jairo Cañaveral, Mariela Mahecha, Diego Batero, Duván Marín, Oliverio Muñoz, Jorge Andrés Calvo y otros más.
Paz de Fernando Mejía Mejía, Canto Llano de Fernando Arbeláez, Elegía a la muerte de una abeja de Daniel Echeverry, Certeza de Orlando Sierra, Monólogo de Judas de Carlos Héctor Trejos, Al final del camino de Maruja Viera, Vaticinio, un poema de Antonio Leiva para Orlando Sierra, Alguien fue muerto hoy de Uriel Giraldo. El poema al cero de Luis Alzate Noreña, un poema de Julio César Correa a Marc Chagall.
Esa, fue una larga tarde domingo. Aún juego fútbol, siempre lo he jugado, es mi pasión y lo haré hasta que ya no pueda más. Si estuve muy cerca de la muerte, nunca lo imaginé hasta cuando una junta de médicos en la Clínica del Seguros Social en Manizales me informó que para poder parar la arritmia que tenía iban a emplear desfibriladores, porque si no mi corazón se iba a parar en cualquier momento. No recuerdo mucho. Estaba mal y debía descansar. Duré en cuidados una semana. Con el tiempo mi corazón respondió bien y pude volver a la cancha. Esa experiencia me hizo valorar más lo que tengo y a quienes me rodean. Hago muchas cosas, mis días son de 18 horas y sé que en verdad la inmortalidad no existe, el tiempo es ahora y aquí, así que trato de dar lo mejor de mí cada segundo.